Letra Pequeña

Sobre el blog

Como dios y el diablo viven en los detalles, en la letra pequeña de los contratos están los matices. Este blog habla de literatura desde esa perspectiva. A pie de página. Sin gritar demasiado.

Sobre el autor

Javier Rodríguez Marcos

estudió filología, trabaja como periodista y es miope. Pero sigue leyendo. Forma parte del área de cultura del diario EL PAÍS y ha publicado media docena de libros, alguno incluso de poesía. De tener una teoría, podría resumirse en este viejo tuit de don Quijote: "Más vale un diente que un diamante".

Eskup

Un canon, por caridad

Por: | 26 de junio de 2012

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Pongamos que se llama T. Pongamos que es extranjero aunque habla con acento sevillano. Pongamos que es un compañero de trabajo. Pongamos que lleva un tiempo, bastante tiempo viviendo en España y un día se acerca y dice: “¿Por qué no me haces una lista con 10 libros fundamentales de la literatura española?”. Pongamos que uno dice: “Bien, me encantan las listas”. Y un segundo después: “Oh, no: la lista”. Y dos segundos más tarde: “¿Qué significa fundamentales? ¿Con fundamento? ¿De los que se estudian en el bachillerato? ¿Que entren en el examen? ¿De esos cuyo título suena aunque no se hayan leído?”. Como hay que cortar por algún sitio, cortemos por aquí: que, siendo buenos libros, formen parte del imaginario español, signifiquen esas dos cosas lo que signifiquen.

Esto fue hace semanas, tal vez meses. Desde entonces he escrito títulos en cualquier sitio: libretas, cuadernos, puntos de lectura, post-its, márgenes del periódico, folios usados, octavillas de esas que anuncian a un brujo que cura, billetes de tren, páginas de cortesía del libro que estuviera leyendo…

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Los animales echamos de menos a Carlos Pujol

Por: | 20 de junio de 2012

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Carlos Pujol murió el 17 de enero pasado. Había nacido en 1936 y, en un gremio en el que a todo el mundo le gusta hacerse el raro, el raro de verdad era él. Pese a trabajar en la sala de máquinas más lustrosa del negocio editorial, escribió y tradujo poesía como si no existiese la palabra best-seller. Abrir cualquiera de sus muchos libros hacía que el lector se olvidara al instante de que el autor era ese hombre flaco que cada octubre salía en la segunda línea de las fotos del jurado del premio Planeta.

El día que murió, sus amigos recordaron con emoción su amistad y su figura de escritor, traductor, profesor y crítico. Sus lectores, entretanto, recordaron, agradecidos, sus libros escritos sin darse importancia: sencillos, claros, de verdad, como salidos de la mano de alguien que había hecho toda la gimnasia en el bachillerato y desde entonces escribía sin esfuerzo. Y recordaron todo lo que les enseñó a distancia sobre literatura, y todo lo que le deben en español Shakespeare y Emily Dickinson, Baudelaire y Stevenson.

Meses antes de morir, Carlos Pujol publicó El corazón de Dios (Cálamo), que se abría con este poema:

No te voy a contar

nada nuevo: vivimos

en una casa demasiado llena.

Con muebles, versos, chismes,

perifollos y plantas de interior,

palabras que no quieren decir nada

y soberbias locuras

para pasar el rato.

Es lo que llaman calidad de vida.

El día en que nos llames estaremos

doblemente desnudos,

echando en falta en medio de la luz

el engaño a los ojos de las cosas.

El día que nos llames, decía. Es imposible releer ese libro sin pensar en lo que tiene de palabra final. Sobre todo al llegar al poema que lo cierra:

Muchas veces el tiempo

extravía las cosas de la vida,

las ideas más sólidas

que uno siempre ha tenido de sí mismo:

igual que si olvidáramos

incomprensiblemente

la luz de la mañana.

¿Miras hacia otro lado, que se apañen,

durmiendo se te olvida lo que somos?

¿Es eso? Deja al menos que lo diga

sin que nadie nos oiga una vez más.

Por ponernos pesados que no quede.

Claro que un día resucitaremos,

pero ahora, esta noche, ¿no es posible?

PujolBestiariogesLa misma casa Cálamo acaba de publicar Bestiario, el libro que Carlos Pujol envío al editor José Ángel Zapatero “quince días antes de su fallecimiento”. Los 28 poemas del volumen son un repaso a lo que podríamos llamar la zoología personal del poeta. En él se alternan los apuntes sobre animales vivos –del burro al halcón- con monólogos a cargo de las estatuillas que, imaginamos, poblaban la casa del poeta: un cocodrilo, un león, un pato. Hay incluso una imprecación contra el autor mismo: “En este zoo de mentirijillas / nadie pierde de vista a este señor / que sentado a su mesa nos preside. / Es un tipo curioso, presume de ser alguien / y escribe fantasías que supone / la verdad más profunda de sí mismo”. Aunque el libro tiene algo de juguete epigramático –“Autores de best-sellers y políticos / están muy por debajo de mis logros”, dice el papagayo-, salta a veces de sus páginas una melancolía que se acrecienta si pensamos que tanto como de tigres o peces, Bestiario trata del género humano: “No sé si soy un perro imaginado, / pero si puedo recordar existo”.

Tal vez sea eso lo último que podemos hacer: recordar. Los plantígrados echamos de menos a Carlos Pujol, que abrió su libro (hoy póstumo) con este poema:

Los osos descansamos de la vida

como quien juega a ser

muñecos de peluche.

Público no nos falta,

ir y venir de niños, un enjambre,

el ruidoso espectáculo que llena

nuestros ojos inmóviles de vidrio.

Ellos van a crecer, pero nosotros,

igual que Peter Pan, nos mantendremos

en nuestra edad exacta made in China.

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En la imagen, Carlos Pujol retratado por Susanna Sáez.

Versos del mes de junio

Por: | 18 de junio de 2012

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NOCHES DEL MES DE JUNIO

Alguna vez recuerdo
ciertas noches de junio de aquel año,
casi borrosas, de mi adolescencia
(era en mil novecientos me parece
cuarenta y nueve)
                               porque en ese mes
sentía siempre una inquietud, una angustia pequeña
lo mismo que el calor que empezaba,
                                                            nada más
que la especial sonoridad del aire
y una disposición vagamente afectiva.

Eran las noches incurables
                                            y la calentura.
Las altas horas de estudiante solo
y el libro intempestivo
junto al balcón abierto de par en par (la calle
recién regada desaparecía
abajo, entre el follaje iluminado)
sin un alma que llevar a la boca.

Cuántas veces me acuerdo
de vosotras, lejanas
noches del mes de junio, cuántas veces
me saltaron las lágrimas, las lágrimas
por ser más que un hombre, cuánto quise
morir
         o soñé con venderme al diablo,
que nunca me escuchó.
                                       Pero también
la vida nos sujeta porque precisamente
no es como la esperábamos.

 

Jaime Gil de Biedma incluyó este poema en Compañeros de viaje, el libro que publicó en 1959. Había pasado una década desde aquella adolescencia a la que alude en sus versos. Adolescencia larga si pensamos que en junio de 1949 tenía 19 años. En 1988, dos antes de morir, leyó ese poema en la Residencia de Estudiantes de Madrid durante un recital -se editó en audiolibro- que cerró con una evocación del histórico fundador de la Residencia y de su mujer, Alberto Jiménez Fraud y Natalia Cossío, a los que había frecuentado en Oxford. Dejó ese texto para el final para poder leerlo, dijo, “sin llorar”.

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Los 10 mandamientos del viajero

Por: | 15 de junio de 2012

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  1. Deja tu casa.
  2. Ve solo.
  3. Viaja ligero.
  4. Lleva un mapa.
  5. Ve por tierra.
  6. Cruza a pie la frontera.
  7. Escribe un diario.
  8. Lee una novela sin relación con el lugar en que estés.
  9. Si tienes que llevar teléfono móvil, evita usarlo.
  10. Haz algún amigo.

Con estos diez consejos se cierra, no se asusten del título, El Tao del viajero. Lo firma Paul Theroux y Alfaguara acaba de publicarlo en traducción de Ezequiel Martínez Llorente. Ya conocen a Theroux. Autor de obras tan populares como La costa de los mosquitos, La calle de la media luna y, por otros motivos, La sombra de Naipaul,  el autor estadounidense (Medford, Massachusetts, 1941) es, sobre todo, un trotamundos desde, lo recuerda él mismo, hace 50 años. Y un escritor de viajes desde hace 40. El mes pasado publicó una nueva novela (africana) en inglés, The Lower River, reseñada en The New York Times por Patrick McGrath.

Habiendo vivido y redactado clásicos como El gran bazar del ferrocarril –que cumple pronto esas cuatro décadas-, El viejo Expreso de la Patagonia o En el Gallo de Hierro, Theroux parece el adecuado para dar consejos. Y para escribir un libro como este, que mezcla experiencia propia y citas ajenas, microrrelatos y apuntes, lecturas, reflexión y recuerdos. De ahí el subtítulo -Enseñanzas de vidas en la carretera- de un libro fragmentario pero muy vivido, leído y trabajado en la, digamos, sala de montaje. Datos y conceptos se mezclan en él sin chirriar y sin engolar la voz. Es el libro de un viajero, lector y escritor de viajes que cuenta lo que ha visto, lo que ha leído y lo que ha pensado sin caer –título aparte- en la autoayuda para sedentarios. No es Alain de Botton, para entendernos.

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Un euro para el Premio Cervantes

Por: | 13 de junio de 2012

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Desaceleración o crisis, rescate o gordo de la lotería, la tormenta económica también descarga en las cumbres del monte Parnaso. Fin del poema. La Fundación Nobel anunció el lunes que reducía un 20% la dotación de sus premios, los más prestigiosos del mundo. Que no se alarme ningún candidato. Nadie quedará en la indigencia: el recorte –en español de España, ajuste- supone que en lugar de 1,1 millones de euros, el próximo otoño los galardones irán acompañados de un incentivo de 876.785. Nada comparado con lo que se lleva un banquero en retirada, pero así están las cosas de la austeridad.

Por traer el ascua de los porcentajes a la sardina nacional, tal vez la decisión de Estocolmo sirva de ejemplo en Madrid (Barcelona y alrededores). Dicho en plata: tal vez haya llegado la hora de plantearse si, en medio de un tijeretazo que -por no salir del ministerio del ramo de flores (Educación, Cultura y Deportes)- tiene temblando a las escuelas, las bibliotecas y los museos, es sensato que la mayoría de los premios que concede cada año ese mismo ministerio siga teniendo dotación económica.

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Huele a libro (digital)

Por: | 07 de junio de 2012

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Crónica de sociedad. ¿Se podría pasar la feria de Madrid rodeado de libros y de actos librescos pero sin pisar el Retiro? Se podría. Como pasa en las de ganado, las ferias del libro también generan sus márgenes festivos. No hay noria y hace tiempo que las churrerías fueron desterradas del Paseo de Coches, pero la buena cara del mal tiempo nunca falta cuando cierran las casetas. Mientras están abiertas el tema de conversación es: 1) los libros, faltaría más; 2) el calor; 3) y el “poco movimiento”. 3.1) Pero hay mucha gente ¿no? “Sí, pero, ¿cuántos llevan bolsa?” (la bolsa, por si hay que aclararlo, es la que lleva impreso el cartel de “la cita”, una especie de certificado portátil de que ha “hecho gasto”).

En directo desde Florida (Park). Tal vez sea la propuesta que falta –junto a un partido de fútbol entre solteros y casados o, mejor, entre escritores y críticos / editores y agentes / analógicos y digitales- para la futura feria: hacer allí las fiestas de las editoriales. Alfaguara (sello de PRISA, editor de este diario) lo hace desde hace dos años con su premio y es un éxito. En los Jardines de Cecilio Rodríguez se juntan escritores y pavos reales. Son fáciles de distinguir. También lo hizo Random House Mondadori en su día. Fue en el inefable –pero inefable-inefable- Florida Park y Ken Follett tocó el bajo. No sabemos si el hecho de que no se haya repetido allí tiene que ver con eso.

Los herejes (RHM contra DRM). La propia RHMondadori presentó en la librería Tipos Infames el portal de blogs El Sindicato (donde, por ejemplo, Andreu Jaume lleva tiempo reflexionando con agudeza sobre el futuro de la crítica) y RHMFlash, un sello exclusivamente digital de textos breves (léase, cuentos): 10.000 palabras por 1,49 euros. Claudio López-Lamadrid, responsable de la división literaria del grupo, explicó que le hubiera gustado que los textos hubieran salido sin DRM (sistema anticopia: eufemismo del inglés digital rights manegement, sistema de gestión de derechos) pero que los agentes de los escritores no estaban por la labor. Por su parte, David Trías, director literario de Plaza y Janés, confesó que ya no podría seguir diciendo que Plaza no publica cuentos. Avisados están. Si la unidad de medida musical ha pasado a ser la canción y no el disco –aunque no siempre- la unidad de medida de la ficción breve vuelve a ser el relato y no el libro. Al menos en el universo digital. ¿Quedará claro por fin que Los girasoles ciegos no es una novela? Y todo la misma semana que la propia RHM publicó en un solo tomo todos los cuentos de García Márquez. Sin novedades, con tapa dura. Casi un e-book.

Los creyentes (Superpapel contra Los Invasores). Ya habrán oído eso de que los libros huelen. Algunos más que otros. Uno de los que más que otros es Un oficio de locos (Ivorypress), que recoge las impagables conversaciones que Juan Cruz mantuvo con la plana mayor de la edición mundial (algunas se publicaron en este periódico). Parte de esa plana estuvo en la presentación del libro, un acto en el que Riccardo Cavallero -gran jefe de Mondadori Italia/España/América Latina- hizo de puente entre, para entendernos, los digitales y los analógicos.

Como le dijo con gracia Beatriz de Moura: “estoy absolutamente de acuerdo contigo… en parte, como siempre”, lo que ella misma tradujo como que había vendido parte de Tusquets a Planeta para estar a la altura del reto electrónico. “En esta nueva era de lo digital, el editor ya no venderá libros, sino que los prestará, como ocurre con las televisiones de pago…”, dice Cavallero en un volumen que es también puro tacto (tiene algo de códice). El coloquio fuera un canto de larga vida al libro y un lamento por el estado de apocalipsis periodístico que despierta su futuro de celulosa. Por eso Jorge Herralde recordó: “Parece que antes que los editores se acaban los periodistas ¿no?”. Pobre Juan Cruz, ha sido las dos cosas. Bueno, también es escritor: por ahí se libra.

¡Llamen a Seguridad: hay un poeta en la terraza! Bueno, más de uno. Fue en la terraza de La Casa Encendida y durante la presentación del premio de poesía joven de Radio Nacional de España. Si esto se hunde, el orden podría ser, nada más que para organizarnos: periodistas, editores y poetas (eso sí, las mujeres y los niños primero). La culpa de la masiva presencia de unos y otros (niños incluidos) en La Casa Encendida no tenía que ver con Bankia (dueña de la casa) sino con los temores de que los nuevos jefes de RTVE se lleven por delante el premio de poesía joven, la poesía joven y la poesía. Sería una pena porque la radio pública suele tratar muy bien la literatura. El libro ganador fue Mantener la cadena del frío, lo publica Pre-Textos y lo firman Ben Clark y Andrés Catalán. Si no se mantiene la cadena, por lo menos que no apaguen la radio.

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Fotografía: imagen tomada en la feria del libro de Madrid 2012 por Álvaro García.

 

 

La poesía social entra en Bankia

Por: | 01 de junio de 2012

 

¿Consideráis las acciones de FLO 6x8 como "arte político"?
PM . Sí, por supuesto. Depende de lo que entiendas como arte y la relación que tengas con el concepto de autoría, con la forma estetizante o culturalista decimonónica del discurso del genio, ta, ta, ta, y todo eso. Habría que poner entre comillas lo de arte. Pero sí que es poético político. ¿Vale? Eso nos sirve a nosotros para enunciarnos mejor dentro de lo que son todas las tensiones del campo de fuerza de lo artístico.

P.M. es Paca la Monea, activista del colectivo sevillano Flo6x8 –autores de la acción Bankia: pulmones y branquias- y la pregunta se la hicieron en una entrevista que publicó la revista Notón.

Vamos, pues, a llamarlo arte. O poesía, la vieja arma cargada de futuro que, como elemento crítico, no parece tener mucho porvenir dentro de los libros, lo mismo que el arte digamos crítico no parece tenerlo dentro de los museos. La razón: entre la cubierta y la contracubierta, como entre cuatro paredes, solo hablan para convencidos. Justo lo contrario que Flo6x8.

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El País

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