Los grandes escritores son irritantes a lo grande. Emmanuel Carrère, por ejemplo. Carrère no es muy grande pero ha escrito al menos tres libros de ese tamaño: Yo estoy vivo y vosotros estáis muertos, El adversario y De vidas ajenas. El primero es una absorbente biografía de Philip K. Dick; el segundo cuenta la vida de aquel hombre que mató a toda su familia –hijos incluidos- después de hacerse pasar durante años –ante ellos y ante todos- por médico; el tercero es una indagación sobre la enfermedad –mejor, sobre una enferma- que se lee, sin patetismos, con un nudo en la garganta.
Es decir, Carrère tiene crédito de sobra para irritar con un libro como Una novela rusa, que, como indica su título, ni es novela ni es rusa. Sus casi 300 páginas hablan al mismo tiempo del abuelo del escritor y del escritor (que, como suele decirse, no tiene abuela). La parte irritante es esta última pese a reconocerle el valor de poner por escrito un autorretrato en el que el propio autor aparece como un zoquete al que el mundo le interesa menos que su ombligo. Mucho menos. El resultado es, por supuesto, fascinante porque plantea un enigma muy viejo: ¿cómo alguien capaz de escribir libros como los tres citados es capaz, pese a su edad, de comportarse como un adolescente malcriado por muy artista que sea?
La fascinación, no obstante, procede tanto de ese desnudo integral como, reconozcámoslo, de un salto moral al que el lector asiste en directo. Literalmente. Para los licenciados en letras, digamos que el maestro de la autoficción juega a ser performativo. ¿Recuerdan aquella lección de primero de lingüística sobre Austin y las palabras que hacen cosas (como en la frase: “Declaro la guerra”)? Pues lo que hacen las palabras de Carrère es, entre otras cosas, demostrar los peligros de los relatos de verano.
Todo empieza el día en que un redactor del diario Le Monde le pide al escritor un, ya lo han adivinado, relato de verano. 35.000 caracteres sobre el tema del viaje. Él accede a cambio de elegir el día de publicación. Concedido: el sábado 20 de julio. Lo siguiente es escribir un texto –titulado sibilinamente L’usage du 'monde'- en forma de carta dirigida a una mujer que lee Le Monde en un tren muy concreto, el que sale de París con destino a La Rochelle a las 14.45. La destinataria del cuento –que tiene eso que llaman alto voltaje erótico- es la novia de Carrère, que debe viajar en ese tren rodeada de gente que lee el mismo periódico que ella y que se pregunta a quién se dirige una carta así, en la que se mezclan deseos e instrucciones a las que no resulta difícil seguir el rastro en un vagón de tren. No todas de las que están ustedes pensando. Por ejemplo: "Ve a la cafetería". Pregunta: ¿Cuánta gente iría a la cafetería tratando de identificar a la mujer?
El relato –que puede leerse aquí en su versión original o en la traducción que Jaime Zulaika publicó en 2008 en la edición de Anagrama de Una novela rusa- levantó tantas ampollas que fue objeto de burla por parte de Philippe Sollers en Le Journal du dimanche y terminó en la columna de Robert Solé, defensor del lector de Le Monde.
Ni que decir tiene que su valor como literatura capaz de modificar, literalmente, la realidad dependía de que la novia de Carrère tomara ese tren, leyera el periódico y siguiera las instrucciones. De lo contrario sería eso, literatura. ¿Lo hizo? No tengo nada en contra de contar los finales, ese fetiche. Pero tal vez alguien se anime todavía con Una novela rusa. Puede que después de leer El adversario –cuyo final está en la primera línea-, De vidas ajenas y Yo estoy vivo y vosotros estáis muertos. El verano es muy largo.
Hay 3 Comentarios
En mi opinión "De vidas ajenas" es lo mejor que ha escrito Carrère, mucho mejor que "Una novela rusa", donde toda la parte del abuelo sobra. Por otra parte, "El Adversario" es tan, tan glacial que no la recomiendo para una lectura de verano.
SPOILER: Su novia no llegó a montar en ese tren y tardó mucho, mucho en leer el relato. De hecho, la novia le ponía los cuernos.
Publicado por: Santiago | 19/07/2012 12:09:07
Sergio, si has leído a Philip K. Dick el libro de Carrère se disfruta más, es cierto, pero,como las grandes biografías, contiene todos los elementos para explicar a un autor -y personaje- fascinante.
Publicado por: J. Rodríguez Marcos | 18/07/2012 12:50:10
"Yo estoy vivo y vosotros estáis muertos" es un gran libro pero está lleno de spoilers de los libros de Philip K. Dick, así que es para leérselo después de haber leido todas sus novelas.
Publicado por: Sergio | 18/07/2012 11:17:11