“La traducción no perecedera es posible”

Por: | 25 de julio de 2012

Max17-03-12

ENTREVISTA A CARLOS FORTEA, traductor

- “Me pregunto si los autores del boom leyeron a Faulkner en inglés o habían leído las traducciones que circulaban desde los años 30”.

- “Es intolerable retocar traducciones [hechas en América Latina]”

- “La crítica literaria se fija en los detalles para postergar lo que de verdad da valor a una traducción”

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La traducción sigue teniendo mucho de oficio invisible. Pocos trabajos tan importantes para la cultura de un país son, a la vez, tan poco reconocidos.

Los directores de todas las sedes del Instituto Cervantes celebran este año su reunión anual en Salamanca y la Facultad de Traducción de esa universidad celebra mañana jueves una mesa redonda con directores que son también traductores. “El papel de la traducción es también el papel del español”, dice la convocatoria oficial. En el coloquio participan Víctor Andresco (Milán), Helena Cortés-Gabaudán (Hamburgo), Luisa Fernanda Garrido (Ammán), Mª Dolores López Enamorado (Casablanca), Isabel Clara Lorda (Londres), Julio Martínez Mesanza (Tel Aviv) y Abel Murcia (Cracovia). Es decir, las voces -o algunas de ellas- en español de Dante, Hölderlin, Cees Nooteboom, Aleksandar Tisma o Wislawa Szymborska. Tendrá lugar a las 17 h. en el salón de actos de la Facultad de Traducción y Documentación (Plaza de Anaya). El moderador es el profesor y traductor Carlos Fortea (Madrid, 1963) y ese es el motivo de la entrevista que sigue, realizada por correo electrónico.

La relación entre traducción e historia de la literatura, el problema de los localismos españoles y americanos, el trato de los editores y el de la crítica literaria son algunos de los aspectos que aborda en sus respuesta el vicepresidente de la sección de traductores de la Asociación de Escritores de España (ACE Traductores), traductor de autores como Günter Grass, Stefan Zweig, Heinrich Heine o E.T.A. Hoffmann y autor él mismo de novelas como Impresión bajo sospecha y El diablo en Madrid.

PREGUNTA. "El papel de la traducción es también el papel del español". ¿Cree que no suele reconocerse ese papel?

RESPUESTA. Me temo que no. No siempre tenemos conciencia de que traducir es escribir en español, por una parte, y aportar elementos al español que en un momento dado el español no tiene, por otra. Leemos muy a menudo que los autores del boom latinoamericano, entre los que tenemos ya dos premios Nobel, se inspiraron en las técnicas narrativas que habían descubierto en Faulkner. Yo siempre me pregunto si leyeron a Faulkner en inglés o habían leído las traducciones que circulaban desde los años 30, empezando por Las palmeras salvajes.

Hay además formas muy directas de incidencia en la difusión del español a través de la traducción que no son evidentes. Se lo ilustraré con una historia: hace diez años que los estudiantes de mi facultad traducen en prácticas la página web del Departamento de Información y Prensa de Naciones Unidas de Nueva York, y desde entonces la versión española de esa página es la más visitada después de la inglesa, a mucha distancia de las demás lenguas oficiales de la ONU. Si eso no es política del español, que venga Dios y lo vea.

YourcenarimagesCAPE8H6ZP. ¿Qué traducciones deberían incluirse en la historia de la literatura en español?

Esa es una pregunta de imposible respuesta, porque habría que hacer muchas matizaciones. A veces una traducción ha sido capital por su influencia y no por su calidad, y por tanto figura de pleno derecho en nuestra historia de la literatura. Otras lo ha sido por su calidad literaria propia. Prefiero citar alguna de mis favoritas. Las Memorias de Adriano de Yourcenar traducidas por Julio Cortázar, o la traducción de Francisco Ayala de Los cuadernos de Malte Laurids Brigge, de Rilke.

P. Los lectores latinoamericanos se quejan a veces de que las traducciones españolas contienen demasiados localismos y algunos editores retocan las traducciones americanas. ¿Es usted partidario de usar un español neutro o de adaptarlo al lector?

R. Yo creo que se trata de un debate viciado, paradójicamente, por un punto de vista localista. Cuando hablamos de lectores latinoamericanos, en realidad estamos hablando de los lectores de uno o dos países concretos. Nadie defiende la modalidad lingüística de Costa Rica, Bolivia o Perú, y la tienen. Yo me formé como lector leyendo a García Márquez, a Cortázar, a Fuentes, a Vargas Llosa. Nunca he sentido su español como ajeno, y tampoco lo siento como ajeno en las traducciones. Cuando escribo, lo hago en mi modalidad lingüística, que es la única que tengo y la única que no es falsa. ¿Qué es el español neutro? Mi español ni siquiera es el mismo que el que se habla en otros lugares de la península ibérica.

Otra cosa distinta es la política editorial, que es la que en realidad envenena el debate. Es intolerable retocar traducciones. Eso viola los derechos morales de los compañeros latinoamericanos, y ofende a su profesionalidad. La integridad de la obra literaria debe ser respetada, y además no causa ningún problema a ningún lector formado.

P. “Si en un texto de cien mil palabras se me han encontrado seis errores así, es más bien un indicio de calidad que su contrario”, decía usted en un artículo sobre la crítica de la traducción. ¿Cree que la crítica literaria se centra demasiado en lo accesorio?

R. La cita pertenece a mi colega Juan Gabriel López Guix, y concuerdo con ella al cien por cien. Creo, en efecto, que en muchas ocasiones la crítica se fija en el detalle para postergar lo que de verdad da valor a una traducción, que es su capacidad para funcionar como un texto autónomo en la lengua de llegada, sus valores literarios propios. Eso conduce a críticas descalificatorias que no tienen sentido de la justicia, por las razones mencionadas en la cita.

P. ¿Cuál cree que es el nivel de la crítica literaria española respecto a la traducción? ¿Qué críticos le parecen los más fiables al respecto?

R, Es que no es un problema de nivel, sino de concepto. Creo que no se aborda el libro como obra integral, sino como una tarea artesanal, y por eso se buscan constantemente las impurezas, los trompicones. No es una cuestión de nombres propios.

P. ¿Por qué la mayoría de los editores no pone el nombre de los traductores en la cubierta de los libros?

R. Esa es una excelente pregunta. Puesto que ningún editor admite despreciar la importancia de la tarea del traductor, no hay una explicación racional plausible. El nombre del traductor reconoce su autoría del texto traducido, informa al lector y le da elementos de juicio a la hora de hacer su compra, y respeta nuestros derechos morales. Es un misterio que a los editores les parezca tan difícil hacer algo tan sencillo y tan de justicia.

P. La pregunta de siempre a los traductores: ¿cada cuánto hay que volver a traducir un clásico?

R. La respuesta es un poco intangible… Cada vez que se siente que su traducción ha envejecido, que ya no forma parte de la literatura española viva. Obviamente esto es muy subjetivo. Nuestros productos, la mayoría de nuestros productos, caducan con el paso de los años. La existencia de excepciones revela que la traducción no perecedera es posible, que hay libros traducidos que pasan a formar parte de la biblioteca del español, por esas virtudes propias de las que hablábamos al hablar de la crítica.

GatoMurruntitledP. ¿Qué libro de los que ha traducido le ha gustado más como lector?

R. Opiniones del gato Murr, de E.T.A. Hoffmann. No recuerdo haber disfrutado tanto en mi vida.

P. ¿Qué está traduciendo ahora?

R. El tercer volumen de la tetralogía Noviembre de 1918 de Alfred Döblin, probablemente su obra más importante después de Berlín Alexanderplatz. Si no la he mencionado en la pregunta anterior ha sido por puro pudor. No había disfrutado tanto desde que traduje Opiniones del gato Murr.

P. ¿Qué libro le gustaría traducir?

R. Qué difícil… me arrepentiría de haber dado el título diez minutos después de haberlo dado.

P. ¿Y haber traducido?

R. Eso sí que lo sé. Los Buddenbrook, de Thomas Mann. Envidiaré a mi amiga Isabel García Adánez el resto de mi vida.

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Imagen: ilustración de Max para Babelia (17/3/2012)

 

Hay 18 Comentarios

que bueno el post !!!

Saludos de http://www.COMO-ESTUDIAR.com

Al comentario de Victor: No te quejes tanto, tu mismo utilizas esto de "sorry" (mal escrito) y "again", en un comentario de un blog en espanol. Tal vez quieras sonar "cool". A mi tambien me fastidia ver "Tio" y "chaval" en una traduccion pero lo ignoro si la sintaxis del traductor es buena.

Respuesta a María Teresa Gallego Urrutia: Sin ir muy lejos, en Cataluña, la trilogía de Stieg Larsson fue traducida del inglés y el francés, no del sueco. Se sigue insistiendo en la traducción no directa. Razones sobran.

Me quedo con el primer comentario,, ,a mi también me ha convencido!

Saludos de http://www.COMO-ESTUDIAR.com

Como respuesta a Playa de Aparcamiento, le diría que no sólo en Argentina y en México chocan las traducciones españolas. En Chile, por ejemplo, se escuchan muchos comentarios acerca de los localismos que se encuentran en dichas traducciones, para citar uno, el muy conocido "¡joder!" que les suena rarísimo porque, ¿quién lo dice así acá? Y a ver si una traducción chilena, argentina, mexicana o de cualquier otro país de Latinoamérica no le resulta rara a un español. "¿Cachay huevón?"

Señor Hoyos, cuando habla de las traducciones como una "la falta de respeto de las editoriales al lector", está usted faltando al respeto a los traductores que invierten una cantidad importante de su tiempo para poder ofrecer a los lectores una obra de calidad y siempre respetuosa no sólo con el autor y la obra originales, sino también con el lector o receptor. Además, como ya han puntualizado otros comentarios anteriores, a menudo el salario de un traductor no compensa las horas dedicadas a traducir. A menudo se olvida que los traductores también somos profesionales con una jornada laboral, y que traducir no es únicamente cambiar una palabra de un idioma a otro.

No, no, señor Hoyos, se está usted refiriendo a épocas pasadas. En España hace mucho que las obras se traducen de la lengua original y no pasando por otra lengua. Si consulta en la página web de ACE Traductores la lista de lenguas de las que traducen nuestros socios verá que no hace ninguna falta recurrir a lenguas intermediarias afortunadamente. No hace falta explicitarlo en la edición; es obvio que la traducción es directamente de la lengua original.

Los libros traducidos deben indicar el nombre del Traductor, obviamente, pero también, y esto es rarísimo en libros españoles, la LENGUA de origen de la traducción. Hay mucha segunda traducción (de la versión francesa de un autor ruso, por ejemplo), y claro, no es lo mismo. Las editoriales españolas esconden ésto. En Francia por ejemplo siempre dicen: "traducido del 'ruso', por 'traductor'.
Yo trato de evitar traducciones de todos los idomas que puedo leer en original. No me gusta el fraude y me repugna la falta de respeto de las editoriales al lector en este aspecto.

Gracias al comentario de Víctor "cuando de traducciones hechas en otros otros países latinoamericanos se trata (las de Argentina en México, y viceversa)" puede entenderse el párrafo de Carlos Fortea en que dice "Cuando hablamos de lectores latinoamericanos, en realidad estamos hablando de los lectores de uno o dos países concretos." Estos son los dos países concretos, Argentina y México, que no América Latina, donde 'chocan' las traducciones españolas.

Y Borges, el absoluto intermédiaire, de esa novela del chico García a la que "le sobra medio siglo", a través de su Orlando o de sus Palmeras Salvajes, para demostrar que, como nos decía, "el original es infiel a la traducción"... Muchísimas gracias por esta entrevista.

Sé de traductores a quienes no importaría que su nombre figurara o no en la portada; se conformarían con que les pagaran dignamente.

En América Latina nos resultan muy chocantes las traducciones españolas. Sorry, pero es la pura verdad. No nos pasa lo mismo, quién sabe por qué, cuando de traducciones hechas en otros otros países latinoamericanos se trata (las de Argentina en México, y viceversa). Es algo que hemos comentado mucho en congresos literarios. Y concluímos que sería mejor hacer como con el portugués: uan es la traducción para Portugal y otra la que se hace para Brasil. Y ningún discurso por la unidad de la lengua (mera retórica para embellecer las nostalgias imperiales de España, tan concretamente materializadas en su industria editorial) hará más digeribles las traducciones españolas. Sory, again...

Oportuna entrevista. En 1974 estudiaba en Hull, Inglaterra y trabajaba como traductor para Editorial Pomaire. Traduje "El triángulo de Las Bermudas", de Berlitz.. Años después, desaparecida Pomaire, la obra fue adquirida y reimpresa por otro editor, con mi traducción y mi nombre en la portada, sin mi autorización y sin pagármela. Alegué que el editor debía volver a pagar mis derechos ocomprar una nueva. Tras una corta pero dura negociación, me fueron cancelados. Cuento esto para que mis colegas lo tengan muy en cuenta.

He tratado de pensar un motivo mejor que el que se expone en el primer comentario, pero creo que da en el clavo sin duda.

Los editores no suelen poner el nombre del traductor en la portada porque eso sería valorarlo demasiado, ¿cómo iban después a pagarle cuatro cuartos, como suelen?
Y gracias, Carlos, por tus Opiniones del gato Murr, que he leído tres veces, ¡inmenso Hoffmann!

Muy buena entrevista. Al terminar, he subido a mi despacho para mirar el nombre de los traductores de algunas de las obras que tengo de literatura francesa, italiana, alemana y de otros idiomas. Mi edición de Los Buddenbrook es de Francisco Payarols (la traducción) y es una de las muchas lecturas que tengo pendientes. Las pocas traducciones que tengo del inglés están en una estantería en el garaje, entre ellas las Narraciones extraordinarias de Poe en versión de Cortázar. Seguro que son una maravilla pero a Poe lo leo en inglés, igual que cualquier otro autor de lengua inglesa.
Hablando del boom, desde que leí la introducción de Requiem for a Nun, titualada The Courthouse, estoy convencido de que en la fundación de Jefferson que narra Faulkner está el germen de la fundación de Macondo unos años más tarde. Son 30 o 40 páginas nada más, pero es literatura de muchos quilates, aun cuando no se considere una de las obras mayores de Faulkner.

Gracias a todos los buenos traductores que nos han permitido grandes obras de la literatura. Os recomiendo este reto de trivia: Completa el título de la novela http://www.dwaroo.com/Play_Quiz.aspx?Gid=1462

Un gran articulo¡¡ acabo de leer la noticia de que Rajoy podria dimitir el lunes por la presion de los mercados, como Berlusconni http://goo.gl/ujuyK

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Sobre el blog

Como dios y el diablo viven en los detalles, en la letra pequeña de los contratos están los matices. Este blog habla de literatura desde esa perspectiva. A pie de página. Sin gritar demasiado.

Sobre el autor

Javier Rodríguez Marcos

estudió filología, trabaja como periodista y es miope. Pero sigue leyendo. Forma parte del área de cultura del diario EL PAÍS y ha publicado media docena de libros, alguno incluso de poesía. De tener una teoría, podría resumirse en este viejo tuit de don Quijote: "Más vale un diente que un diamante".

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