Antifranquismo pop (una aclaración)

Por: | 06 de octubre de 2012

Franquismo Pop5062478_5b2c98472bPrimera nota. “La generación del 68 puso al día la cultura española mirando a Europa. Hicieron con la poesía lo que Luis Martín-Santos con la novela. La ruptura estética lo fue también política y social. Los novísimos fueron una de las formas del llamado franquismo pop. Siempre recuerdo que en 1968 se abrió en Barcelona el primer drugstore de España”. Las palabras pertenecen a Juan José Lanz, profesor de literatura de la Universidad del País Vasco. Esas declaraciones forman parte del reportaje “Los novísimos vuelven a ser nuevos”, que publiqué en este periódico el viernes pasado.

La expresión “franquismo pop” produjo cierto malestar entre algunos autores reunidos en Córdoba durante Cosmopoética, que, al parecer, la oían por primera vez y –tomando por ideológico algo meramente cronológico- se sentían incómodos con el hecho de que se aplicase a su generación. Igual que di por sentado a qué se refería Luis Alberto de Cuenca cuando me habló del 68 y de la obra de sus coetáneos como síntoma de un momento post-algo (postmarxista, postmoderno), di por sentado que Juan José Lanz se refería al Almanaque. Franquismo pop que Guillem Martínez coordinó para la editorial Mondadori en la primavera de 2001. Lo di por sentado y así era. Ventajas de compartir claves culturalistas.

Ante la alarma despertada entre poetas a los que ha dedicados años de estudio, Juan José Lanz ha querido matizar sus palabras a través de una carta al director que reproduzco a continuación: 

            Una aclaración a “Los novísimos vuelven a ser nuevos”

            Estimado señor:

            En su estupendo artículo “Los novísimos vuelven a ser nuevos”, publicado en El País de 5 de octubre de 2012, Javier Rodríguez Marcos cita unas palabras mías resumiendo una larga conversación telefónica que tuvimos el día anterior. Allí anota textualmente, entre otras, la siguiente afirmación: “Los novísimos fueron una de las formas del llamado franquismo pop”.

            Quizás la naturaleza de esa conversación telefónica no permitió comprender, o quizás no lo expresé yo con la suficiente claridad, la referencia que en esa frase habría a un concepto que no es propio y que encierra en sí mismo una complejidad difícil de resumir en unas líneas. El sintagma hace referencia a un libro colectivo, coordinado por Guillem Martínez, titulado Almanaque. Franquismo pop (Mondadori. Barcelona, 2001), que contiene artículos, entre otros, de autores tan significativos como Pere Gimferrer, Eduardo Mendoza y Manuel Vázquez Montalbán. En aquel libro se analiza desde diversas perspectivas la vida cultural y literaria en los últimos años del franquismo y su convivencia con una modernidad incipiente manifiesta, entre otros síntomas formales, en el pop.

            Estoy lejos, por supuesto, de entender la vinculación ideológica de aquellos autores con la dictadura, ni mucho menos. Se trata de una expresión realmente desafortunada para referirse a la vida cultural bajo el franquismo desde la segunda mitad de los años sesenta hasta la desaparición del dictador. Quizás sería más correcto decir: “Los novísimos fueron una reacción radical contra la miseria producida por el franquismo”. 

            Atentamente,

            Juan José Lanz

 

Segunda nota. Puede que más que desafortunada, la etiqueta “franquismo pop” sea reductora, pero no mucho más que, pongamos, la etiqueta “novísimos”. Por eso reproduzco fragmentos del prólogo de Guillem Martínez a su Almanaque. Franquismo pop (páginas 7 y 8). Allí Martínez identifica franquismo pop con “franquismo terminal” –pura cronología- y apunta una posible “definición”: “Es esa cosa divertida y difícil de explicar a un sueco consistente en a) un país en el que convivían el Sonido Philadelphlia, las canciones chachis de la Vueltaciclistaespaña y Vicky el Vickingo con, glups, la pena de muerte, las declaraciones de inquebrantable adhesión y una teoría de la derecha y la izquierda que, tanto la derecha como la izquierda, han decidido amnesiar”.

Los apartados b) y c) darían resultados curiosos leídos a la par que el prólogo de Castellet a Nueve novísimos poetas españoles, a los de otras antologías de la época y a los estudios posteriores sobre aquel tiempo. No falta nada: anti-realismo, cosmopolitismo, anticasticismo, conexión con la generación del 27 y sus antecedentes…

Dice Guillem Martínez: “Es b) una cultura en la que conviven las negación de la realidad y la vivencia real de la cultura pop internacional. Es c) una literatura que, ya en los setenta, ha realizado su (abro comillas) transición (cierro comillas), iniciada, como poco, una década antes. Ha superado una realidad yuyu imperante, tiene herramientas para chotearse de la cultura y la realidad oficiales, está conectada a Europa, dialoga tan campante con las aportaciones I+D iberoamericanas, pone caliente al personal y ha empezado a realizar un diálogo de transmisión con doscientos años de tradición de la cultura española que desaparecen, zas, como ninjas, por KO y en 1939”.

 

Hay 1 Comentarios

Los novísimos, complejos hasta para aparecer en noticias periodísticas: necesitan casi de notas a pie de crónica.

Saludos cordiales,

AC

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Letra Pequeña

Sobre el blog

Como dios y el diablo viven en los detalles, en la letra pequeña de los contratos están los matices. Este blog habla de literatura desde esa perspectiva. A pie de página. Sin gritar demasiado.

Sobre el autor

Javier Rodríguez Marcos

estudió filología, trabaja como periodista y es miope. Pero sigue leyendo. Forma parte del área de cultura del diario EL PAÍS y ha publicado media docena de libros, alguno incluso de poesía. De tener una teoría, podría resumirse en este viejo tuit de don Quijote: "Más vale un diente que un diamante".

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