Si la pregunta es si existe un canon literario la respuesta podría ser que sí, pero que a este, flexible, se le van añadiendo nombres según la época. A veces, incluso, la entrada de uno supone la inclusión de otro por añadidura, generalmente porque ha influido en el primero. Fue el caso de los autores del boom de la novela latinoamericana, cuya consagración puso el foco sobre escritores mayores que no habían recibido la atención que merecían. Es lo que pasó, con matices, con Juan Carlos Onetti, Juan Rulfo o Borges. La Casa de América y la Cátedra Vargas Llosa se ocuparán del asunto el mes que viene en un simposio internacional sobre el boom. Poco antes habrá aparecido la esperada reedición en Alfaguara del estudio clásico que Luis Harss publicó en 1966, Los nuestros.
En España es
lo que pasó con los poetas del grupo Cántico,
que dio fin a su travesía del desierto de la posguerra cuando la poesía
novísima –tendencia dominante en los años setenta- puso el foco sobre ellos. “Gimferrer
se declaró poco menos que discípulo suyo, Guillermo Carnero publicó un libro
que iluminó de nuevo la obra del grupo cordobés y Luis Antonio de Villena se
convirtió en el principal estudioso de la obra de García Baena”. Eso escribimos
una vez al hilo de una entrevista con Pablo García Baena. Y también: “El
reconocimiento de los jóvenes devolvió a la escritura a los poetas de Cántico. ‘Se lo debemos a los novísimos.
Si ellos se alimentan de nosotros, nosotros tomamos de ellos ese nuevo espíritu
de vida. Vimos que no todo había sido inútil. Sí, habían pasado diez, quince
años, veinte, pero al menos la semilla había servido para algo. Nos ayudó
mucho. Casi todos volvimos a publicar", nos dijo en su casa García Baena,
que esta semana ha visto como su ciudad, Córdoba, ha rendido homenaje durante
el festival Cosmopoética a la generación del 68, o del 70, o del lenguaje, o de
los novísimos…
La reivindicación que el festival cordobés ha hecho de esa generación, tanto como la que esta hicieron de los poetas de Cántico -el miércoles pasado confluyeron las dos- demuestra que la ley del péndulo sigue plenamente vigente y que, por suerte, un canon es algo más que una lista cerrada. Borges tenía razón cuando decía que todo escritor inventa a sus predecesores. También la tenía Juan Antonio González Iglesias cuando propuso: imaginemos que fue Plinio el que soñó a Borges. No al revés.
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Imagen: Pablo García Baena retratado en su casa de Córdoba por Francisco J. Vargas.
Hay 2 Comentarios
No hay nada mejor que buscar influencias entre escritores de diferentes épocas. Autores como Kafka o Joyce se encuentran diseminados entre miles de obras posteriores.
desvarioshistoricos.blogspot.com
Publicado por: Nicolás | 17/10/2012 17:20:57
Pues esos tres "predecesores" del boom (Onetti, Rulfo, Borges) tienen, vistos hoy, mayor estatura que todos los señores que vinieron después. Curioso, ¿no? Y con el paso del tiempo podemos adelantar que Rulfo y Borges no dejarán de crecer, mientras los premios nobel del boom no dejarán de empequeñecer.Porque estamos hablando de literatura ¿verdad? Y no de otras cosas...
Publicado por: victor | 06/10/2012 7:23:18