Los aforismos (involuntarios) de Andrés Neuman

Por: | 03 de diciembre de 2012

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Hay muchas formas de leer, entre ellas: una y dos. Hay dos formas de leer: con lápiz y sin lápiz. Hay dos formas de leer con lápiz: usándolo como sustituto del cigarrillo y usándolo para subrayar. Hay dos formas de subrayar: buscando el hilo evidente del libro (ese que lo resume) y buscando su hilo invisible (ese que los desborda). Hay dos formas de subrayar el hilo invisible de un libro: una, no sé; la otra consiste en iluminar otro libro que, fragmentario, vive dentro de él mismo.

El resultado de esta última lectura detecta dentro de un discurso ensayístico, poético o narrativo los aforismos que contiene sin reducir la selección a mero ramillete de citas. Esa lectura es la que Fernando Savater llevó a cabo con Voltaire y la que, a su vez, Andrés Neuman llevó a cabo con Fernando Savater. Es, además, una de las muchas que podrían hacerse de la última novela del propio Neuman: Hablar solos (Alfaguara), una historia a tres voces (una pareja y su hijo) marcada por la enfermedad y la muerte.

Neuman, granadino nacido en Buenos Aires en 1977, poeta, novelista, cuentista y antólogo de cuentistas, microcuentista, articulista, bloguero y traductor, es uno de los escritores más completos de su generación y, posiblemente, el más brillante. Brillantez que se trasluce bien en su cultivo del aforismo, un género al que se ha dedicado digamos de forma exenta y que también, con el lápiz adecuado puede rastrearse en Hablar solos. He aquí el resultado:

 

“Me temo que existen dos tipos de alienación: la del trabajador explotado y la del trabajador de vacaciones. El primero no puede pensar, le falta tiempo. El segundo sólo puede pensar, y esa es su condena”.

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“Hay hombres que hablan genial, conozco a muchos. Pero casi ninguno sabe callarse”.

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“Mis nervios se calman con la lectura. Falso. No se calman: cambian de dirección”.

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“Recuerdo que una vez, en una cena, un tipo le preguntó a mi hermana si vivía sola. En un gesto de humor no muy frecuente en ella, mi hermana respondió: Sí, estoy casada”.

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“¿Tienen que ver con el amor, los celos? Tienen que ver: combaten. Probablemente se aniquilan. ¿Tienen que ver las fantasías con el matrimonio? Tiene que ver: conviven. Probablemente unas sostienen al otro”.

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“Que me empuje a ignorar mis propios defectos. Eso es lo fundamental en la cama con un hombre. No lo que yo veo en su cuerpo: lo que él logre que yo vea en el mío”.

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“Es verdad, el placer da esperanza”.

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“Las que saben lo que quieren nunca quieren nada interesante”.

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“La gramática no cree en la reencarnación. La literatura, sí”.

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“Siempre me ha costado ir a los cementerios. Nos educamos creyendo que madre y padre hay uno solo, hasta que allí comprobamos que hay millones, y todos están muertos”.

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“Un lugar para los muertos es un refugio para los vivos”.

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“No fue triste. Dispersé sus cenizas y reuní mis pedazos”.

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En la imagen, Andrés Neuman retratado por Álvaro García.

Hay 7 Comentarios

¿Me creen si digo que estos “aforismos” coinciden con mis subrayados en la novela?


Es una de las obras en las que más he sentido el placer y la necesidad de subrayar. A su manera, cada uno de los tres personajes, en particular Elena, tiene una mirada profunda y una gran capacidad de asombro. El autor nombra el mundo con la voz de un niño, una mujer y un hombre. Inocencia, soledad, belleza, lúdica, frenesí, dolor y lucidez matizan el libro, y hacen inevitable dicha comunión.


A propósito de las citas de Hablar solos, esta nos refleja muy bien a quienes nos escuchamos en la voz (las voces) del autor:


"Cuando un libro me dice lo que yo quería decir, siento el derecho a apropiarme de sus palabras, como si alguna vez hubieran sido mías y estuviera recuperándolas".


*Oraciones que no fueron escritas como aforismos pero que cumplen la intención y el sentido de estos.

Teniendo en cuenta lo que explica la presentación (que no son aforismos propiamente, sino más bien citas de una novela legibles como tales), a mí casi todas las frases me parecen buenísimas. Salvo el segundo y quizás el quinto, todos los pasajes proponen ideas profundas y sintéticas. Especialmente los pasajes 1, 6, 9 y 11. Vale la pena releerlos. Por lo demás, me han dado ganas de leer la novela de Neuman, del que ya me pareció notable "El viajero del siglo" y también su poesía.

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Estos aforismos me recuerdan a Facundo Cabral, músico que no me gusta nada. No les veo ninguna brillantez, podrían ser chistes fáciles, apreciaciones circunstanciales de una tarde de café, pero no poseen la profundidad de un verdadero aforismo al que un lector pueda regresar una y otra vez. El número cinco hasta parece extraído de un manual de autoayuda para parejas. Si este es brillante cómo serán los lamentables de su generación, por favor. Menos candidez.

Por favor, el aforismo debe ser sutilmente inteligente, además de original. Pero en eso estamos hoy: en el vacío que puede llenar cualquier imbécil que sepa asenderear las palabras.

Virginia, gracias por participar en la conversación. ¿Algún argumento?

Pésimo autor publicado por Alfaguara (eso explica este artículo).

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Sobre el blog

Como dios y el diablo viven en los detalles, en la letra pequeña de los contratos están los matices. Este blog habla de literatura desde esa perspectiva. A pie de página. Sin gritar demasiado.

Sobre el autor

Javier Rodríguez Marcos

estudió filología, trabaja como periodista y es miope. Pero sigue leyendo. Forma parte del área de cultura del diario EL PAÍS y ha publicado media docena de libros, alguno incluso de poesía. De tener una teoría, podría resumirse en este viejo tuit de don Quijote: "Más vale un diente que un diamante".

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