Entre el diablo vestido de dios y el diablo vestido de diablo

Por: | 14 de enero de 2013

 

Imre Kertész estuvo en Madrid en marzo de 2001, cuando aún no había ganado el premio Nobel –lo ganó un año después- y su editorial se llamada todavía El Acantilado, con artículo. Kertész viajó a España para hablar en la Residencia de Estudiantes dentro del ciclo Ser europeos en el siglo XXI. Lo organizaba Mercedes Monmany y lo presentó Hermann Tertsch. El autor húngaro dio su charla por la tarde y nosotros hablamos con él por la mañana. Con él y con una traductora del alemán. Entonces, la sonrisa. De alguien que había escrito libros como los suyos –tan descarnados como los de Primo Levi- uno esperaba un rostro sombrío. En medio de tantos apocalípticos de salón, él tenía derecho a la mueca. Por eso desarmaba su actitud, por lo mismo que desarman sus libros, porque –lúcidos, crudos, también emocionantes- no hacen una sola concesión al lugar común.

Tampoco en aquella charla hizo concesión alguna al sostener que se puede sentir nostalgia del horror –por la costumbre- o de la diferencia entre nazis y estalinistas (sufrió a los dos): “Con el nazismo yo formaba parte, con mayor o menor conciencia de ello, de una raza destinada al exterminio. Con el comunismo no era ya una cuestión racial. Muchas veces recuerdo un chiste que se contaba en Hungría en aquellos años: la diferencia entre un sistema y el otro es que con los comunistas todos llevábamos la estrella de David en la ropa. La dictadura sólo cambió de cara. Aunque los resultados fueron los mismos, de partida había una diferencia: el régimen comunista era el Diablo vestido de Dios y el nazi, el Diablo vestido de Diablo. Tal vez por eso, por el teórico carácter redentor del primero, el desencanto fue mayor, lo es todavía hoy, para los que creyeron en él”.

Convertida en entrevista de periódico, el resultado de aquella conversación entre un escritor, una traductora y un periodista se abrió con una frase nada imprevisible: “Imre Kertész sonríe”. En el fondo, aquella charla había sido posible gracias a otros dos traductores, los encargados de verter a I. K. al español: Judith Xantus y Adan Kovacsis. Este último, que ha sido el que más lo ha frecuentado, acaba de publicar en Babelia un estupendo perfil del autor húngaro. Basta leerlo para comprender la importancia de un escritor como él. También en el pasado Babelia (12/1/2013) publicamos esta breve guía de lectura para entrar en el mundo de un autor que ya está en la historia sin dejar de estar vivo. Cuando haya que explicar el último siglo habrá que recurrir a alguno de estos libros:

“A menudo se dice de mí —como cumplido o como reproche— que soy escritor de un solo tema, el Holocausto”, afirmó Imre Kertész en 2002 en su discurso del Nobel, disponible en la web de la fundación que otorga el premio y recogido también en el volumen La lengua exiliada (Taurus). ¿Qué escritor de hoy no lo es?, se preguntó a renglón seguido el autor húngaro, cuya condición de deportado atraviesa todo lo que ha escrito, ya se trate de novela, memoria o ensayo. Es el caso de tres de sus libros más emblemáticos, verdaderas máquinas de demoler tópicos sobre ese “solo tema”:

Sin destinoNACA15Sin destino (Acantilado. Traducción de Judith Xantus). Publicada en 1975, es la obra más popular de Kertész y una de las grandes novelas sobre el Holocausto. Auschwitz y Buchenwald son dos de los campos por los que pasa el protagonista, un adolescente judío arrojado a un universo con una sola ley: sobrevivir. La edad del personaje le da al relato una distancia desmitificadora, que concluye que una vida en el infierno también es una vida. En 2005, Lajos Koltai la adaptó al cine con guion del propio Kertész y música de Ennio Morricone.

 Kaddish por el hijo no nacido (Acantilado. Traducción de Adan Kovacsics). KadishNACA005Monólogo desencadenado —ni un solo punto y aparte— de un escritor superviviente de la Shoah. Una reflexión descarnada sobre la escritura, la paternidad, la condición de víctima o el mal, algo que para él es perfectamente racional; decir que es inexplicable es una forma de creerse inocente. Por momentos tiene algo de Thomas Bernhard pasado por el lager.

Un-instante-de-silencio-en-el-paredon-9788425421259Un instante de silencio en el paredón (Herder. Traducción de Adan Kovacsics). Diez ensayos sobre el Holocausto que combaten tanto la idea de que es un hecho del pasado como que solo atañe a judíos y alemanes. Incluye una visión demoledora de La lista de Schindler, película que, por todo lo anterior, Kertész considera kitsch.  

Hay 5 Comentarios

buno, uno escribe sobre lo que más le gusta y con lo que se sienta cómodo y te sientes bien escribiendo sobre el holocausto a mi en lo particular me agradan mucho tus artículos, http://dineroyyo.blogspot.com/2013/01/como-organizar-mi-habitacion.html

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Lidia, gracias a ti por tu comentario. Kertész es un escritor necesario: una conciencia y una memoria. Como preguntas en el post de tu blog, ¿un escritor puede dejar de serlo? Espero que mientras alguien como él pueda recordar lo que vivió, no deje de recordarnos lo que puede venir.

Me encanta que hoy traigas el libro Sin Destino, hace poco dijo que dejaba de escribir, a lo Baricco. Hice un post sobre aquello, espero que no lo haga nunca. http://lidiaherbada.com/imre-kertesz-abandona-la-escritura/, porque necesitamos voces implicadas.
Gracias por tu post de hoy :)

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Sobre el blog

Como dios y el diablo viven en los detalles, en la letra pequeña de los contratos están los matices. Este blog habla de literatura desde esa perspectiva. A pie de página. Sin gritar demasiado.

Sobre el autor

Javier Rodríguez Marcos

estudió filología, trabaja como periodista y es miope. Pero sigue leyendo. Forma parte del área de cultura del diario EL PAÍS y ha publicado media docena de libros, alguno incluso de poesía. De tener una teoría, podría resumirse en este viejo tuit de don Quijote: "Más vale un diente que un diamante".

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