Las manos vacías de Antonio Ferres

Por: | 23 de marzo de 2013

FerresAntonio
“Metro Alvarado”, dice Antonio Ferres para situar su casa en la calle madrileña de Bravo Murillo, en la acera opuesta a la iglesia de San Antonio. “Frente a la iglesia, siempre”, apostilla el escritor jugando con el doble sentido. Ferres, que el día 1 cumplió 89 años, duerme y escribe en la misma habitación. Allí, el espacio que deja libre la cama lo ocupa el mueble sobre el que tiene el ordenador portátil y la impresora. Le sobra espacio, dice, porque vive solo con un gato negro, Niki. “Se lo encontró en la calle una amiga veterinaria”, cuenta. “Le tengo mucho cariño, pero es un gato gilipollas: no paraba de maullar, como si esperara algo de la especie humana, que ya es esperar”.


La casa de Ferres, que vive allí alquilado desde hace tres años y ya piensa en mudarse, es una mezcla de habitación de hotel y piso de estudiantes. En las paredes, fotos de sus nietas y reproducciones de cuadros colgados con chinchetas. El paso de la laguna Estigia, de Patinir, preside la salita con cocina americana en la que guarda cuatro centenares de libros. Esa es su biblioteca después de una vida de mudanzas que le llevaron dos veces a Estados Unidos: “La primera, por miedo; la segunda, por hambre”. Miedo durante la posguerra, los años de militancia en el partido comunista. Tras pasar por México terminó dando clase en Estados Unidos. Lo contó en Memorias de un hombre perdido. A la muerte de Franco volvió a Madrid, su ciudad natal, pero duró poco. Era difícil encontrar trabajo y se volvió a su plaza en la Universidad de Northern Illinois. Una vez jubilado, regresó del todo, aunque, citando a su amigo Max Aub, matiza: “He venido, pero no he vuelto”. Y lo cierto es que su casa parece la de alguien que acabara de llegar o estuviera a punto de irse.


Con las manos vacías, el título de la novela que le valió el Premio Ciudad de Barcelona en 1964, le sirve ahora a Ferres para resumir su actitud. “Los jóvenes de hoy lo entienden mejor, creo. Para la gente de mi edad lo importante era acumular, acumular”. Autor de títulos clásicos de la literatura social de posguerra como La piqueta o Los vencidos, Antonio Ferres termina estos días una novela corta, La colina del ángel caído, que relata los días de “nacimiento de la conciencia social” antifranquista mientras trabajaba en el Laboratorio Central cerca del Retiro. “La poesía es memoria, pero también vocación de vacío”, reza la cita que Gustavo Martín Garzo ha puesto al frente de una obra que no tardará en enviar a Javier Santillán, editor de Gadir, el “hombre de paciencia infinita” que lleva años rescatando la obra antigua de Ferres y publicando la nueva, que no para de crecer. Escribir es lo que hace cada mañana cuando viene de desayunar de la cafetería Nebraska, a unos metros de sus casa. “Este es un momento interesante para ser escritor”, dice pensando en la crisis. “La literatura es un intento de salvar las cosas que se hunden. Eso sí, no debe ser anecdótica”. De ahí que siga lo que él llama un método geológico: “Antes de empezar pienso en dentro de 700.000 años, y me pregunto: “¿Qué quedará del gato, de Ferres, de Rajoy?”. Y se pone a escribir.

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Texto publicado en Babelia, suplemento cultural de EL PAÍS, el 23 de marzo de 2013. El autor de la fotografía de Antonio Ferres es Samuel Sánchez.

 

Hay 5 Comentarios

Muy bueno Javier. Te llevo siguiendo desde hace unos meses y me encantan tus artículos porque me identifico contigo con la "letra pequeña" porque cobra sentido cada vez que lo pienso.

Saludos!

http://nelygarcia.wordpress.com. Admirables las reflexiones: 700,000 años son un tiempo, poco menos que indefinido. Lo importante es que con el suyo, continúa escribiendo y disfrutando de la vida.

http://www.facebook.com/pages/Nely-Garc%C3%ADa/368054793274553?ref=hl

Que casualidad "Manos vacias " es el titulo de un fragmento de mi novela "La furia del viento" Espero que no sea exactamente igual que su novela que indudablemente debe ser muy superior ya que este señor es una eminencia literaria. Un saludo al maestro de un seguidor.

http://www.antoniolarrosa.com

Que contraste la de ésta habitación sincera y sencilla con la de otros escritores en la que la sofisticación llega hasta simular un pretencioso desorden que atenúe lo fatuo del escenario.

Carla
www.lasbolaschinas.com

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Sobre el blog

Como dios y el diablo viven en los detalles, en la letra pequeña de los contratos están los matices. Este blog habla de literatura desde esa perspectiva. A pie de página. Sin gritar demasiado.

Sobre el autor

Javier Rodríguez Marcos

estudió filología, trabaja como periodista y es miope. Pero sigue leyendo. Forma parte del área de cultura del diario EL PAÍS y ha publicado media docena de libros, alguno incluso de poesía. De tener una teoría, podría resumirse en este viejo tuit de don Quijote: "Más vale un diente que un diamante".

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