Un padre huérfano de hijo

Por: | 13 de abril de 2013

Saskatoon
¿Cuál es la fuerza real de las palabras? ¿Y su límite? La literatura de la enfermedad (Daudet, Sontag, Zorn, Brodkey, Hitchens, Broyard) y la literatura paternofilial (Kafka, Caraco, Ackerley, Cohen, Ford, Auster, Roth, Bechdel, Altarriba, Cruz, Giralt Torrente, Herbert) tienen una variante que sintetiza lo más emotivo y descarnado de ambas: la que nace cuando un padre narra la enfermedad o la discapacidad de su hijo. Joan Didion, Michael Greenberg, Kenzaburo Oé, Joan Margarit, Antonio Martínez, Miguel Gallardo, Màrius Serra o Francisco Umbral pasaron por ese trance y lo contaron en libros que demuestran que a veces la literatura puede estar a la altura de experiencias a las que suele despacharse con la socorrida etiqueta de inefables. La hora violeta es otro de esos libros.

Pablo, el hijo de Sergio del Molino (madrileño de 1979 afincado en Zaragoza), tenía diez meses cuando ingresó en el hospital enfermo de leucemia y cerca de dos años cuando murió. La hora violeta es, por un lado, el crudo relato de ese año —un tiempo de vida hospitalaria (todo un libro dentro del libro), de pesimismo y optimismo, de impotencia—, por otro lado, el intento de encontrar una palabra que ponga nombre a alguien huérfano de su propio hijo. También una reflexión sobre las posibilidades de contar algo así sin esquivar tabús con eufemismos, sin tirar de un repertorio de melodrama —“ya ni siquiera sabemos qué sentir”— y sin recurrir al imaginario bélico que el cáncer ha heredado de la tuberculosis. Narración y reflexión alternan en unas páginas atravesadas por la pena que, paradójicamente, transmiten una mezcla de congoja y paz, la misma paz que a su autor le transmite Saskatoon Tonight, la canción de NQ Arbuckle.

OkLaHoraVioletaSergioDelMolino“Lo urgente es también este libro”, escribe Sergio del Molino al hablar de la importancia de la rutina para sobrellevar el trance. “Con su escritura esquivo lo importante. Encaro la pena con palabras, y mientras resuelvo problemas de estilo, depuro el lenguaje y estructuro sus páginas, evito ser tragado por lo importante”. La hora violeta, sobre todo a medida que se acerca al final, contiene la suficiente dosis de pudor como para que su realismo no cruce la frontera del exhibicionismo.

Con un estilo marcado por la cercanía de la voz narradora, Del Molino consigue que la emoción del lector se despoje de esa perplejidad que puede resumirse en una pregunta: ¿por qué contar algo así?, ¿por qué publicarlo? En un pasaje de su libro, el autor cita a Sonja Goldstein, que en 1955 escribió sobre la enfermedad y muerte de su hijo David después de sobreponerse a sus propios prejuicios contra la descripción de las “tragedias personales”. “Me parecía una violación de la intimidad difícil de justificar”, dice Goldstein antes de reconocer lo que la escritura tiene de purga de los sentimientos. Antes, Del Molino nos cuenta cómo a él mismo le tocó entrevistar para su periódico a los padres de un muchacho muerto en los atentados del 11-M. Cuando les pregunta por qué accedieron a hablar con él (dos veces) responden algo que es imposible leer sin pensar en La hora violeta: “Estamos en el laberinto del dolor, y eso quiere decir que estamos solos. El dolor asusta a los demás, damos miedo”. También este libro parece salido de ese laberinto en el que las palabras son a la vez inútiles e imprescindibles.


La hora violeta. Sergio del Molino. Mondadori. Barcelona, 2013. 208 páginas. 16,90 euros (electrónico: 11,99)

Artículo publicado en Babelia, suplemento cultural de EL PAÍS, el sábado 13 de abril de 2013.

Hay 5 Comentarios

Qué tristeza tan grande... no me extraña que necesitase escribirlo para ayudar a digerirlo. No estoy segura de que lo lea. Da igual cómo se trate el tema. Es duro.

Lo peor que te puede pasar es que le pase algo a un hijo, y no hablmos de muerte

La horfandad del hijo: el lado más vulnerable del hombre.

Es muy difícil no ponerse melodramático o sensiblero con la muerte de un niño. Cuando el autor lo consigue, el resultado suele ser un libro hermoso y emocionante. Así es La Hora Violeta, una historia que se queda para siempre grabada en el corazón

Gracias. Lo compraré.

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Sobre el blog

Como dios y el diablo viven en los detalles, en la letra pequeña de los contratos están los matices. Este blog habla de literatura desde esa perspectiva. A pie de página. Sin gritar demasiado.

Sobre el autor

Javier Rodríguez Marcos

estudió filología, trabaja como periodista y es miope. Pero sigue leyendo. Forma parte del área de cultura del diario EL PAÍS y ha publicado media docena de libros, alguno incluso de poesía. De tener una teoría, podría resumirse en este viejo tuit de don Quijote: "Más vale un diente que un diamante".

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