Como dios y el diablo viven en los detalles, en la letra pequeña de los contratos están los matices. Este blog habla de literatura desde esa perspectiva. A pie de página. Sin gritar demasiado.
Sobre el autor
Javier Rodríguez Marcos estudió filología, trabaja como periodista y es miope. Pero sigue leyendo. Forma parte del área de cultura del diario EL PAÍS y ha publicado media docena de libros, alguno incluso de poesía. De tener una teoría, podría resumirse en este viejo tuit de don Quijote: "Más vale un diente que un diamante".
Por: Javier Rodríguez Marcos| 27 de
septiembre de
2013
“Mi náusea es diferente de la náusea de Sartre. Mi náusea es verdaderamente sentida porque cuando era pequeña no soportaba la leche y casi vomitaba cuando tenía que beberla. Me echaban gotas de limón en la boca. Es decir, yo sé qué es la náusea en todo el cuerpo, en toda el alma. No es sartreana”. Así explicaba Clarice Lispector (1920-1977) en una entrevista su relación con el existencialismo que algunos críticos habían creído detectar en sus libros.
Por: Javier Rodríguez Marcos| 21 de
septiembre de
2013
Si la novela
moderna es un artefacto en el que confluyen narración, reflexión y lírica sin
que salten las costuras (o después de haberlas hecho saltar), El entenado es un ejemplo perfecto de
novela moderna. Y de novela a secas, porque contiene una trama clásica, meditaciones
dignas del mejor ensayo y una forma trabajada hasta el límite en busca de la
palabra precisa, es decir, poesía.
Juan José
Saer (1937-2005) publicó El entenado
en 1983, hace 30 años, y la editorial barcelonesa Rayo Verde acaba de
reeditarlo. Antes lo publicaron en España Destino (Saer ganó el premio Nadal en 1987 con José Ferrater Mora como finalista) y El Aleph, lo que da una
idea de la inestable relación de los lectores españoles con el escritor
argentino, uno de los grandes autores latinoamericanos de las últimas décadas.
Por: Javier Rodríguez Marcos| 11 de
septiembre de
2013
ELIONOR
Elionor tenía catorce años y tres horas
cuando se puso a trabajar. Estas cosas quedan grabadas para siempre en la sangre. Aún llevaba trenzas y decía: "sí, señor" y "buenas tardes". La gente la quería, a Elionor, tan tierna, y ella cantaba mientras hacía correr la escoba. Sin embargo, los años en la fábrica se diluían en la opaca grisura de las ventanas, y al poco tiempo Elionor no habría sabido decir de dónde le venían las ganas de llorar ni aquella irreprimible sensación de soledad. Las mujeres decían que lo que le pasaba era que se hacía mayor y que esos males se curaban casándose y teniendo hijos. Elionor, de acuerdo con la muy sabia predicción de las mujeres, creció, se casó y tuvo hijos. El mayor, que era una chica, hacía apenas tres horas que había cumplido los catorce años cuando se puso a trabajar. Aún llevaba trenzas
y decía: "sí, señor", y "buenas tardes".
L'Elionor tenia / catorze anys i tres hores / quan va posar-se a treballar. / Aquestes coses queden / enregistrades a la sang per sempre. / Duia trenes encara / i deia: "sí, senyor" i "bones tardes". / La gent se l'estimava, / l’Elionor, tan tendra, / i ella cantava mentre / feia córrer l'escombra. / Els anys, però, a dins la fàbrica / es dilueixen en l'opaca / grisor de les finestres, / i al cap de poc l'Elionor no hauria / pas sabut dir d'on li venien / les ganes de plorar / ni aquella irreprimible / sensació de solitud. / Les dones deien que el que li passava / era que es feia gran i que aquells mals / es curaven casant-se i tenint criatures. / L'Elionor, d'acord amb la molt sàvia / predicció de les dones, / va créixer, es va casar i va tenir fills. / El gran, que era una noia, / feia tot just tres hores / que havia complert els catorze anys / quan va posar-se a treballar. / Encara duia trenes / i deia: "sí, senyor", i "bones tardes".
“L’Elionor” forma parte del libro La fàbrica, de 1972. Martí i Pol sabía de qué hablaba porque él mismo fue obrero de la industria textil en Roda de Ter (Barcelona), el pueblo en el que había nacido en 1929. Tenía 14 años cuando empezó a trabajar allí.