Kafka no se merecía el premio Nobel

Por: | 14 de octubre de 2013

Kafka

Es difícil saber si Franz Kafka fue el mejor escritor del siglo XX -¿cómo se mide algo así?-, lo seguro es que no se merecía el premio Nobel. Entiéndanme, tal vez lo merecía pero no se lo merecía. El problema no es que parte de su obra sea póstuma y la publicada en vida fuera casi secreta –digamos que más que el año pasado la de Mo Yan-, el problema es el carácter de esa obra y, sobre todo, de su autor. Darle el Nobel a alguien que escribió la Carta al padre hubiera sido enviar a la corte de Suecia a un hombre incómodo dentro de su pellejo al que cuesta imaginar más cómodo dentro de un frac.

Hay autores que es mejor dejar a solas con sus lectores, a oscuras casi. Claudio Magris suele hablar de la pequeña decepción que supuso para él la publicación de las memorias de su amigo Elias Canetti después de haber escrito, muchos años antes, esa novela incandescente llamada Auto de fe. Es como si pasados los años Kafka hubiera venido a aclararnos el significado de El proceso -dice Magris.

Hay obras que resisten mal el exceso de luz. Premiar a Kafka hubiera sido como domesticar el fuego, usar un incendio para encender un puro después de un banquete, el banquete del Nobel. ¿Decir unas palabras para brindar en el ayuntamiento de Estocolmo? Franz Kafka no se merecía pasar por eso.

Todo esto –y sofismas aparte- para decir que es cierto, que el Nobel se equivoca, que este año ha premiado -merecidamente, se apresuran a decir los justicieros- a “la Chéjov canadiense” –Alice Munro- cuando en su día no quiso premiar a Anton Chéjov. Aunque los últimos 50 años del palmarés parecen más atinados que los 50 primeros tampoco hay que tomarse esa lista como el canon occidental: la historia de la literatura no cabe en una lista. La demostración es la cantidad de inmortales que se quedaron fuera de ella. Mejor: la demostración es que nosotros nos acordamos de ellos sin mirar esa lista. En el fondo el Nobel de Literatura no es más que la recomendación anual de 18 lectores suecos cualificados que se toman la molestia de leer por nosotros. O te fías o no. Yo, ya lo dije, me fío. Lo justo pero me fío. Digamos que me fío más que de otros jurados o de los miembros del COI (aunque la última vez acertaron).

Lo que no parece muy justo es decir que sus juicios están llenos de errores –que lo están- y acto seguido sostener que el que merece el premio, en el fondo, es nuestro autor favorito –pongamos, Philip Roth-. O su criterio nos merece respeto o no, lo que no vale es que solo nos lo merezca cuando coincide con el nuestro. Si esa lista no vale, ¿para qué queremos en ella a los grandes “de verdad”? Alguna vez hemos recordado a Cela suspirando por el Cervantes –se lo dieron después del Nobel- a pesar de haber dicho que no era más que un premio “lleno de mierda”. Tenemos razón y, además, queremos que nos la den. La reacción, me temo, se parece demasiado a aquella viñeta de El Roto en la que alguien decía “Necesitamos un experto” y alguien le respondía  “¿A favor o en contra?”

 

 

Hay 46 Comentarios

En el fondo el Nobel de Literatura no es más que la recomendación anual de 18 lectores suecos cualificados que se toman la molestia de leer por nosotros. ya lo dijo todo.de donde vendrá esa expresión de "se hace el sueco"?

Muchas gracias, Albertosi.

Por cierto, Javier, me gusta mucho este blog, en serio, y espero que lo de "difusión literaria" no lo tomes como insulto.

La cuestión acerca de lo competentes que puedan ser o no los miembros de la academia sueca de marras resulta un poco cansina y las críticas o el sarcasmo con que se comentan algunas decisiones (de Churchill a Mo Yan) , con ser justos, resultan también, a la larga ,bastante facilones, la verdad. Quizá tenga más sustancia el tema de la competencia en sentido jurídico o normativo, en general. Preguntarse cómo se ha llegado a producir ese absurdo consenso mundial que atribuye a un cierto grupo de personas la facultad de dictar anualmente sentencia en un asunto que, por su esencia, no admite ser dirimido con efecto definitivo, o al menos no de esa manera. La única manera lícita parece ser aquella que vienen intentando hace más de 2000 años chicos como Aristóteles, Kant, Hegel y algún que otro moderno, tal que Harold Bloom, que se han negado a plegarse a la creencia popular de que "sobre gustos no hay nada escrito" y han intentado establecer los criterios - sus criterios- para normalizar el gusto y juzgarlo. Luego, cualquiera que haya husmeado por esas páginas coincidirá conmigo en que son de difícil digestión y que aplicar los principios allí contenidos al análisis y a la evaluación de una obra literaria es una tarea ardua y de largo aliento. Todo lo contrario de los juicios que se sueltan por ahí constantemente, bien desde la Academia, bien en la prensa, o en estos subproductos de la prensa digital que son los comentarios (como este mismo, sin ir más lejos): un rosario de afirmaciones y negaciones más o menos enfáticas, más o menos ingeniosas, más o menos bien escritas, pero sin el menor atisbo de reflexión profunda destinada a develar la esencia del objeto - la obra - y a exponer el fundamento del respectivo juicio. Luego está ese afán compulsivo que tenemos por buscar el superlativo y el orden jerárquico de todas las cosas. Algo que remite probablemente a la infancia, cuando en nuestra indefensión aboluta buscabámos el héroe que mejor nos protegiera: Que si Superman era más poderoso que Batman o si Spiderman era el más rápido de los tres etc.. A mí , personalmente (valga la redundancia), me gusta fiarme del canon de Bloom, pero soy conciente que lo hago por comodidad, aunque ciertas cosas no las acabo de entender bien, como aquello de la lectura equivocada de los precursores y rollos de esos. Pero sobre todo me guío por Bloom, porque me fascina su escritura, algo inexplicable. Probablemente una teoría falsa, pero bella.
PD: Por cierto, está demostrado científicamente que este blog se sitúa entre los tres mejores formatos de difusión literaria en castellano aparecidos en internet desde 1998.

Vaya dejé de leer en el segundo párrafo. Por cierto dices ''estudió filología, trabaja como periodista y es miope. Pero sigue leyendo. '' es que los miopes son los que mejor adaptados están a la lectura, aunque algunos no lo demuestran.

Borges y el Nobel... En realidad, el autor no necesitaba el prestigio del premio porque, por fortuna para él, pudo ver cómo quedaban definitivamente establecidos los valores de su obra. Con Nobel o si él Borges siempre será el grandísimo escritor que es. Fue, más bien, el Nobel el que se quedó sin Borges.

Socrates, el premio Nobel de la Paz a Obama fue más bien darle el premio Obama al Nobel. No había hecho nada para merecerlo. Fue como darle el de Literatura a alguien que dice que va a escribir una obra maestra.

Creen que Obama se merecia el Nobel?

Recoge "pacato" una demasiado famosa boutade de Borges, según la cual prefería leer el Quijote en inglés. Y digo "demasiado" porque mucha gente es eso todo lo que sabe de la relación entre Borges y el libro mayor de nuestra lengua, que sin embargo, y además de cambiar con el tiempo (porque Borges volvió una y otra vez al libro) era muchísimo más rica y matizada, y su opinión muchísimo más favorable, de lo que esa frasecita sugiere. Lo cual puede verse, por ejemplo, en la entrevista que Joaquín Soler Serrano le hiciera en "A fondo", nada difícil de encontrar en internet y donde dice por ejemplo que durante años sostuvo que había varios escritores contemporáneos de Cervantes que hubieran podido corregir cualquier página del Quijote; pero que más adelante en su vida, y habiendo llegado a una mejor comprensión de la grandeza del libro, había entendido que lo que ninguno de ellos hubiera podido hacer es escribirla. Pongo aquí enlace a un texto del propio Borges donde habla por extenso del tema: http://www.analitica.com/bitblioteca/jjborges/cervantes.asp

Kafka se habría reído de tanto comentario kafkiano...

No cabe discutir que a Kafka no le dieron el Nobel que muy bien se ganó. A la distancia de tantos años ese análisis carece de valor. Tanto en la literatura como en la pintura, escultura y otras manifestaciones del arte, sucede lo que con el vino: el tiempo le va añejando y por lo tanto dándole el valor y la consistencia que en los inicios no tuvo. Los que hoy discutimos no vivimos aquellos tiempos y debemos de tener en cuenta que muchos de esos escritores no habían llegado a todos los confines, sin olvidar que algunos no brillaron en su época.

Personalmente me importa poco que a Kafka no le dieran el Nobel, siempre será mi escritor. Su personalidad es su obra, su obra es su vida intima y sus anhelos sus palabras escritas. La novela corta o cuento más importante de la historia de las letras es La metamorfosis. Si quieren saber la opinión de Millás sobre este escritor tienen un pequeño librito titulado "Mamíferos e insectos", de la editorial Seix Barral. Es una delicia.

Con todos los premios pasa lo mismo, sobre todo en los Nóbel. Hoy por lo de los tres economistas. El otro día por el de la Paz. Yo creo que ya es hora de que se lo den a Daniel Barenboim. En Literatura, afortunadamente hay mucha y buena y todos no caben en el premio. Pero este no han de cambiar nuestras preferencias. Yo hasta ahora no me había preocupado por la galardonada este año. Y lo seguiré haciendo

Vi la palabra Kafka y entré para promocionar mi sitio de venta de comida para gallinas, patos & similares: Gallipatos.com

Javier Marcos: siempre están los premios están llenos de errores, porque son juicios parciales, humanos, y más en cuestiones tan resbaladizas e inasibles como es el arte, en este caso la literatura. El verdadero premio se la da el tiempo con el reconocimiento implícito de la gente que lo valorará o simplemente lo olvidará por intrascendente. No creo en los premios, en ninguno. Ni en los óscares, ni los de Cannes, ni en las bienales de Venecia, y por supuesto, ni en los Nóbeles. Porque siempre la mirada para premiar es valorar ciertos aspectos y desconocer o ignorar otros. Tampoco se lo dieron a Cortázar, a quien admiro profundamente y me alegro que así haya sido.

Acertado artículo, y el que no lo entienda es porque no quiere. A buen entendedor, pocas palabras bastan. Intelligenti pauca. Toda nominación para el Nobel es una bofetada al escritor; toda aceptación del Nobel hace desconfiar del escritor, como tal escritor. Arbitrariedad,, marketing, como han dicho ya aquí algunos señores. Las coronas, quién lo duda, son las coronas, pero ser escritor es otra cosa, y la mitad de los que entramos en este blog lo sabemos. En fin, no creo que yo mismo hubiera expresado mejor lo que se expresa en el artículo. El Nobel es como llevar una pegatina amarilla que diga: "Escritor buenísimo". Te mueres de vergüenza.

La verdad es que lo malo del Nobel es que solo se da uno al año. Además, esto es como el fútbol, todos tenemos nuestros favoritos.

Aún así, es imperdonable e injusto que géneros ya asentados como la fantasía o la ciencia-ficción no hayan sido premiados a través de Terry Pratchett (Su sentido del humor e ironía en estos tiempos deberían ser premiados), Tolkien, C. S. Lewis o Neil Gaiman, en primer lugar; o Julio Verne, Philip K. Dick, Isaac Asimov, Arthur C. Clark o Frank Herbert en segundo lugar.

Muy acertad, Javier Rodríguez. Si los premiados no son los que nosotros consideramos, la lista no vale, sólo si están los "nuestros". Pues habrá que hacerse el sueco y entrar en la academia para que elidan a los nuestros. O simplemente pasar de todo y leer lo que nos dé la gana.

A mi me parece que el articulo utiliza la misma premisa de los galardones: tener preferencias y hacer de ellas motivo para la selectividad. O sera que João de Guimarães Rosa no deberia entrar en la lista de los olvidados? Pero olvidenlo, nunca mejor dicho, a aquellos que no saben leyer en portugues jamás desfrutaran de la magnitud de sus creaciones. Sean suecos o espańoles.

La literatura, entre otras cosas, está manejada por un monopolio mediático que hace lo que ordene el grupo Bilderberg. Para saber mas de este asunto lea el contenido titulado EL INVENTO PARA HACER REALIDAD LAS ILUSIONES del blog literario. http://eduardodavidlopezespinosa.blogspot.com/

Si entendemos a Kafka por su sintaxis, vocabulario,. capacidad expresiva, es decir, arte, entonces no lo dudo.
Si entendemos a Kafka como persona muy enfrema, desequilibrada con una relación con su padre totalmente enfermiza, es decir, como zumbao, pues entonces Kafka no vale para nada evidentemente. Por desgracia nuestros doctos intelectuales siempre han pensado que basta ser un depres y un agonías para ser un sabio. Y no . en este sentido, Kafka esa más bien un enfermo síquico con talento literario, pero este talento no le hacía decir mucho más que lo que podía decir mi abuelo, el pobre, un iletrado.

La verdad es una convicción. No me gustan los libros de críticos. Coíncido con borges por ej. En que Pedro Páramo es una de las mejores novelas de la Historia aunque no me haya leído todas las novelas de la historia es una convicción por amor y por aprehensión hacia Borges. Para mi es uno de mis críticos de Referencia; Saramago otro curiosamante gran amante de Borges y Kakfa. Yo nunca dejaría a Pessoa.......pero eso es una convicción

Es que, Ricardo, Borges era bilingüe con el inglés. Leía y escribía perfetamente en esa lengua. Y además de bilingüe, un perfecto pedante que decía que prefería leer El Quijote en esa lengua porque le "sabía" mejor.

(Lectura complementaria. Entrada del 9/X/2013)
"Me fío del Nobel"
http://blogs.elpais.com/letra-pequena/2013/10/me-fio-del-nobel.html

No me pregunten por qué, pero me fío del Nobel, del premio Nobel de Literatura quiero decir, ese que se falla dentro de unas horas. Ya sé que no se lo dieron a Borges ni a Tolstói ni a Virginia Woolf y sí a Echegaray, Churchill y Pearl S. Buck, pero quedan decenas de razones para fiarse del criterio de la Academia Sueca. ¿Por qué?
(,,,)
Porque Alice Munro lo merece....

Tampoco se lo merecía Cela o Vargas Llosa... y se les concedieron. Puro marketing y poco más.

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Sobre el blog

Como dios y el diablo viven en los detalles, en la letra pequeña de los contratos están los matices. Este blog habla de literatura desde esa perspectiva. A pie de página. Sin gritar demasiado.

Sobre el autor

Javier Rodríguez Marcos

estudió filología, trabaja como periodista y es miope. Pero sigue leyendo. Forma parte del área de cultura del diario EL PAÍS y ha publicado media docena de libros, alguno incluso de poesía. De tener una teoría, podría resumirse en este viejo tuit de don Quijote: "Más vale un diente que un diamante".

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