Letra Pequeña

Sobre el blog

Como dios y el diablo viven en los detalles, en la letra pequeña de los contratos están los matices. Este blog habla de literatura desde esa perspectiva. A pie de página. Sin gritar demasiado.

Sobre el autor

Javier Rodríguez Marcos

estudió filología, trabaja como periodista y es miope. Pero sigue leyendo. Forma parte del área de cultura del diario EL PAÍS y ha publicado media docena de libros, alguno incluso de poesía. De tener una teoría, podría resumirse en este viejo tuit de don Quijote: "Más vale un diente que un diamante".

Eskup

La cocina narrativa de Chirbes

Por: | 28 de noviembre de 2013


ÍnsulaPara conocer la trastienda de las novelas de Rafael Chirbes, eso que los sabios llaman poética, conviene leer libros como El novelista perplejo y Por cuenta propia (ambos, como el resto de su obra, en Anagrama), dos volúmenes que demuestran que además de un gran narrador, el autor de Crematorio es un grandísimo ensayista. El texto que abre el segundo de esos libros –“La estrategia del boomerang”- es una joya nacida como conferencia en la Fundación Juan Mach de Madrid. Anagrama la ha editado dentro de su colección de "ebooks mini" Zoom y también puede escucharse aquí.

Lo que vale para esos dos libros de ensayos vale para “Un escritor egoísta”, el escueto prólogo -cuatro páginas- que Chirbes puso hace unas semanas al frente de Pecados originales, el volumen que recopila sus novelas La buena letra y Los disparos del cazador, escritas en los años 90, un tiempo, dice, en que –“bajo el razonable argumento de cambiar pasado por futuro”- España cambió ideología por bienestar, verdad por dinero. ¿Por qué las escribió? “Porque tenía mucho miedo de hacerme daño, o de que me hicieran daño, o de hacer daño […] la misma razón por la que he seguido escribiendo novelas otros veinte años”.

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Así se gestó la Biblioteca Personal de J. M. Coetzee

Por: | 13 de noviembre de 2013

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Obra del pintor Frederic Edwin Church (1829-1900), artista elegido por J. M. Coetzee para todas las cubiertas de su Biblioteca Personal.

LA LISTA DE COETZEE

La letra escarlata. Nathaniel Hawthorne

La marquesa de O./ Michael Kohlhaas. Heinrich von Kleist

Tres mujeres/ Uniones. Robert Musil

Madame Bovary. Gustave Flaubert

El Ayudante. Robert Walser

Roxana. Daniel Defoe

Las Esferas del Mandala. Patrick White

El buen soldado. Ford Madox Ford

La muerte de Iván Ilyich/Amo y criado/Hadji Murat. Lev Tolstoi 

Cuentos de Franz Kafka

Antología de poesía. Incluye 51 poetas de distintas nacionalidades y épocas, muchos de ellos contemporáneos.

CoetzeeLetra53-1-1383018203-277Estos son los 11 títulos confirmados de los 12 que formarán la Biblioteca Personal de J. M. Coetzee que acaba de lanzar la editorial argentina El hilo de Ariadna. El sábado pasado el propio escritor sudafricano nos hablaba de su selección. Se trata de un canon personal, no de un canon de clásicos universales, decía. Cuando hace meses se anunció el proyecto de su Biblioteca Coetzee comentó: “Será una especial aventura volver a explorar aquellos libros que han sido de enorme importancia en el transcurso de mi vida y poder formular mis ideas acerca de ellos en la forma de una introducción. Además estoy muy entusiasmado porque esta biblioteca aparecerá primero en el mundo de habla hispana.”


LA INVITACIÓN DE LA EDITORA

La editora Soledad Constantini explica que la idea de que Coetzee seleccionara los títulos que le habían marcado como escritor surgió cuando el Nobel de literatura de 2003 fue invitado de honor del Filba (Festival Internacional de Literatura en Buenos Aires) de 2011, de cuya dirección ella forma parte junto a Pablo Braun: “Fue en esta oportunidad en la que le ofrecimos que fuera el curador de su propia Biblioteca Personal, como lo hiciera en su momento Jorge Luis Borges. J.M.Coetzee aceptó hacer una introducción y la selección de 12 títulos para que fuesen publicados a lo largo de tres años a razón de cuatro por año”.

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Entre Camus y mi madre, elijo a mi madre

Por: | 07 de noviembre de 2013

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El 14 de julio de 1951 Albert Camus acudió a una verbena en la plaza de Saint-Sulpice acompañado de su madre y de varios amigos, Jean Daniel entre ellos. Es este el que recuerda al escritor levantándose de tanto en tanto para bailar y el que recuerda cómo al volver a sentarse después de una pieza Camus se inclinó hacia su madre y le dijo: “Mamá, me han invitado al Elíseo”. La madre, Catalina (o Catherine) Sintes, hija de una menorquina de armas tomar, viuda de un caído en la Primera Guerra Mundial y mujer de la limpieza en una Argelia llena de inmigrantes como ella, hizo que su hijo le repitiera la frase, luego se quedó callada y le dijo: “Eso no es para nosotros. No vayas, hijo; no te fíes. Eso no es para nosotros”.

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Cernuda somos todos

Por: | 05 de noviembre de 2013

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La paradoja es esta: uno de los mayores solitarios de la literatura española llevaba dentro una multitud. Y todos los que la forman se llaman Luis Cernuda: el poeta puro, el surrealista, el impuro (social) y el meditativo, el del yo desnudo y el gran culturalista, el elitista y el comprometido, el romántico y el racionalista, el desdeñoso y el enamorado.

No es raro que haya terminado siendo el poeta del siglo XX, ese siglo que, como él, se movió entre el formalismo francés y la sobriedad anglosajona y fue literariamente puro, surrealista, impuro... Los maestros fueron, dicen los manuales, Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez. Es cierto,  pero pocos como Luis Cernuda han fecundado a tantas generaciones: del grupo Cántico a los novísimos y de la generación del 50 –por todos sus caminos- a los poetas figurativos de los 80 (tan alejados, a priori, de los novísimos).

Así, cada poeta español de las últimas décadas ha tenido su particular Cernuda: Pablo García Baena, Jaime Gil de Biedma, José Ángel Valente, Francisco Brines, Luis Antonio de Villena, Jenaro Talens, Guillermo Carnero, Juan Luis Panero, Fernando Ortiz, Antonio Colinas, Luis García Montero, Carlos Marzal, Manuel Vilas, José Luis Piquero...

Hay poetas que deslumbran y poetas que alumbran. Lorca es de los primeros; Cernuda, de los segundos. Tal vez por eso este ha resultado tan fecundo, porque la cercanía de su voz –humana, demasiado humana- abona la tierra en lugar de arrasarla. No quema, da calor.

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