En las páginas finales de La estrategia del malestar, su nuevo libro, José María Ridao recuerda que en 1932 Paul Nizan arremetió en Los perros guardianes contra sus colegas, los filósofos, por vivir en un mundo de abstracciones y ajenos a los problemas que terminarían poniendo el mundo patas arriba pocos años después. “Bien estaba hablar de ananké, cogito, noúmeno y otras construcciones racionales destiladas desde los tiempos clásicos, pero, en la perspectiva de Nizan”, escribe Ridao, “había llegado el momento de colocar la filosofía y a los filósofos contra la pared y requerirles su opinión ‘sobre la guerra, el colonialismo, la racionalización de las fábricas, el amor, las diferentes formas de morir, el paro, la política, el suicidio, las medidas de orden público, el aborto…”. 1932, decíamos.
Párrafos más tarde, y después de señalar que hoy el papel de los filósofos lo ejercen los economistas, Ridao vuelve a citar a Nizan: “Si un químico inventa un explosivo, sólo habrá actuado como químico y, probablemente, como buen químico. Si después promueve el empleo de ese explosivo contra ciudades, contra obreros en huelga, entonces traiciona al hombre aunque siga siendo buen químico, aunque no traicione a la química”. Brillante y demoledor, La estrategia del malestar trata de esa traición. Escrito bajo la advocación de Montaigne, es decir, desde una actitud y no desde una doctrina, el nuevo ensayo de José María Ridao sería el libro perfecto para, sin falsas coartadas ni paños calientes, explicarle a alguien que hubiera vivido fuera de la Tierra entre la caída del Muro de Berlín y al caída de Lehman Brothers lo que los hombres han hecho en ese tiempo.
Ridao, que vivió como diplomático en Moscú los estertores de la Unión Soviética, reflexiona en su libro sobre la disolución de la URSS, la revolución conservadora emprendida por Thatcher y Reagan, la rendición de la izquierda democrática (encandilada por la Tercera Vía), el desmantelamiento del Estado de bienestar (y casi, y de la mano, del Estado nación), el fracaso de la utopía de los mercados desregulados, la inmigración (víctima de, paradojas, la férrea regulación del mercado laboral internacional), el conflicto entre israelíes y palestinos, el 11-S, las guerras de Afganistán, Irak, Kosovo y Chechenia o la primavera árabe.
La lectura de su libro deja una sensación de admiración y desolación. La admiración que despierta la lucidez de alguien que sabe de lo que habla y lo hace iluminando el doble rasero de la política internacional o los prejuicios que llevan a remitir a la teología revueltas que, como las de Egipto, Túnez o Siria, correspondería tratar a la política. La desolación que produce comprobar que la izquierda democrática -llamada a defender los logros que protegían a los más débiles y a contener la expansión universal de la ley de la selva- se entregó al discurso de lo inexorable. Si solo cabe adaptarse, ¿qué falta hace la política? Ni que decir tiene que la prensa tampoco sale muy bien parada.
Frente al fetichismo acrítico que ve la tecnología como causa, imparable y neutral, de la globalización, Ridao sostiene que esta no es un hecho sino un programa: “La globalización fue el nombre otorgado al programa político que defendía la utopía neoliberal de los mercados desregulados, simétrica a la utopía comunista de la economía planificada que fracasó con la caída de la Unión Soviética”.
En la tradición intelectual de Albert Camus –que atraviesa algunas de las páginas de su libro-, José María Ridao desconfía sistemáticamente de aquellos que sostienen que el sufrimiento actual es el tributo que hay que pagar para alcanzar el bienestar futuro. La visión de un camino plagado no de números en una estadística sino de víctimas con nombre y apellidos le hace desconfiar de aquellos que, como el químico impecable de Nizan, sacrifican a los seres humanos en el altar de las grandes teorías (políticas o económicas).
Pese a la actualidad de sus temas -varios pasajes reelaboran artículos publicados en EL PAÍS-, La estrategia del malestar está escrito en pasado y a veces, cuando su autor comparece como testigo, en segunda persona. Ese distanciamiento produce el efecto de un informe para el porvenir, una especie de implacable “así fueron las cosas”. Y fueron así porque cuando nos dijeron que no podían ser de otra forma nosotros dijimos “amén”, es decir, así sea.
La estrategia del malestar. El capitalismo, desde la caída del Muro hasta la crisis financiera. José María Ridao. Tusquets. Barcelona, 2014. 272 páginas. 18 euros. Se presenta hoy en la librería La Central de Callao a las 19,30 h.
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En la imagen, la valla fronteriza de Melilla fotografiada en agosto de 2012 por Samuel Sánchez.
Hay 2 Comentarios
Me lo apunto para leerlo.
Ya te contaré mi parecer.
Felicitaciones por tu trabajo, saludos.
Publicado por: Eva PPC | 23/01/2014 11:28:20
Hay que recuperar y desarrollar de nuevo las ideologías alternativas al pensamiento dominante. Pero la ideología también tiene sus peligros: el sectarismo y el embrutecimiento de la razón.
Les dejo un microcuento al respecto. Pinchen en mi nombre si les apetece leer.
Publicado por: Sony Sato | 22/01/2014 10:29:49