Porque todos llevamos dentro un niño muerto, llorando,
que espera también esta mañana, esta tarde como siempre
festejar con los Otros, los invisibles, los lejanos
algún día por fin su cumpleaños.
Leopoldo María Panero, “Pavane pour un enfant défunt”. Narciso en el acorde último de las flautas.
Después de pasar –y de hacer pasar- por todos los infiernos posibles, es difícil que Leopoldo María Panero, fallecido hace ya una semana, se instale en el limbo de los escritores, ese lugar al que van a parar muchos autores jaleados de vivos pero ignorados de muertos. Aunque parezca lo contrario, en su caso la poesía tenía más fieles que el poeta y eso garantiza su pervivencia.
El editor Antonio Huerga cuenta que colgó una nota en Facebook el día que murió porque en el tanatorio de Las Palmas solo había tres personas. Poco cabe añadir sobre esa soledad. Huerga cuenta también que en Las Palmas y México ya hay programados homenajes y que “las cosas se mueven” en Madrid. Entretanto, las cenizas del poeta esperan su destino final. Como albacea del autor de Locos, el editor tiene en mente promover una fundación que “mantenga vivo su legado” y ponga orden en la enorme cantidad de obra que ha dejado dispersa. (Hace unos días, de hecho, apareció en Canarias una caja llena de manuscritos. Nada extraño en alguien que firmó varios libros en colaboración con otros poetas). Es cierto que Fundación Leopoldo María Panero suena más bien surrealista -por no hablar del hipotético patronato de la hipotética Fundación LMP-, pero tal vez sea una forma de separar definitivamente la leyenda y la obra.
Huerga dice asimismo que adelantará a la primavera el libro inédito Rosa enferma. Entretanto, está listo para distribuirse la reedición de Last River Together mientras se prepara El último hombre. Los dos forman parte de la serie en la que Huerga y Fierro se ha propuesto editar la obra de Panero título a título (Visor tiene en su catálogo la poesía reunida). El último en ver la luz fue, hace unos meses, Narciso en el acorde último de las flautas. Ese libro es importante porque era el favorito de su autor y uno de los más celebrados de su obra. Se publicó en 1979, toma su título la adaptación de un verso de Trakl –“Narciso de flautas en acordes finales”- y contiene uno de los poemas antológicos de Leopoldo María Panero. Porque todos llevamos dentro un niño muerto, dice.
(Más sobre Panero)
“Seré un monstruo pero no estoy loco”. Con LMP en el psiquiático de Las Palma cuando se publicó su poesía completa.
“La poesía sirve para ganar dinero”. LMP comprando un libro de LMP en el festival Cosmopoética de Córdoba.
“Todo poeta busca una manera de vengarse del mundo”. LMP fumando en el festival Eñe de Madrid.
PAVANE POUR UN ENFANT DÉFUNT
A mi tía Margot
Se diría que está aún en la balaustra del balcón
mirando a nadie, llorando,
Se diría que eres aún visto como siempre
que eres aún en la tierra un niño difunto.
Se diría, se arriesga
el poema por alguien
como un disparo de pistola,
en la noche, en la noche sembrada
de ojos desiertos, los ojos solos
de monstruos. Todos nosotros somos
niños muertos, clavados en la balaustra como por encanto,
como sólo saben esperar los muertos.
Se diría que has muerto y eres alguien por fin,
un retrato en la pared de los muertos,
un retrato de cumpleaños con velas para los muertos.
Pero a nadie le importan los niños, los muertos,
a nadie los niños que viajan solos por el país de los muertos,
y para qué, te dices, abrir los ojos al país de los ciegos,
abrir los ojos hoy,
mañana, para siempre. Era mejor Oeste, tierras vírgenes,
héroes en los ojos
de un cine desesperado, y los dioses que matan a los
hombres feroces,
los dioses más feroces que los hombres
los dioses crueles de la infancia, los dioses
de la inocente crueldad, pensabas que se alimentan de ciegos
y de quienes mendigan su ser en una picaresca sórdida,
si hombres hay, homicida. Pero aventura no hay, lo sabes,
más que por alguien, para alguien, como un poema,
como el riesgo de un vuelo en el aire sin tránsito. Y es por ello
por lo que no hay infancia en el país desierto. Por ello también
por lo que nadie podría jamás sospechar que conservas esa
belleza demente de la infancia, ese furor contra lo útil de tu cuerpo,
y esa mudez en los ojos, esa belleza
sólo vendible al cielo del suicidio, sólo a esos ojos: esa existencia.
Pero la vida sigue como el puente de Eliot,
como un puente de muertos o un flujo
de sombras que se cogen
de la mano ciega en el lodo para saber que están muertos y viven.
Esa vida de la que hablan
en el infierno, entre sí los muertos, los alucinados, los absurdos,
los orgullosos sonámbulos disputando con sangre
una certeza alucinante; es un fuerte dios pardo.
Una basta tragedia que hacen
por navidades, los viejecitos, los difuntos,
con personas de olvido, con máscaras y ritos de otros tiempos,
rótulos de neón y fuegos fatuos: así obra desde entonces,
desde entonces, esa raza
misteriosa que pasa a tu lado sin mirarte o mirarse,
desde entonces, desde el día primero
en que te asomaste con pánico a su delirio. Desde que viven, quizá,
desde que no hay tiempo sino destino y trazo
de vida invulnerable a la decisión de una mirada fuerte.
Quien es visto o quien cae en ese río sordo
es lo mismo, es un muerto
que se levanta día tras día para
mendigar la mirada.
Porque todos llevamos dentro un niño muerto, llorando,
que espera también esta mañana, esta tarde como siempre
festejar con los Otros, los invisibles, los lejanos
algún día por fin su cumpleaños.
...................
En la imagen, Leopoldo María Panero retratado por Luis Magán en la Residencia de Estudiantes de Madrid en 2005.
Hay 5 Comentarios
y dicen que llueve por nosotros y que la nieve es nuestra/y ahora que expira este poema/te digo como un niño:Ven/he construído una diadema/(sal al jardín y verás como la noche nos envuelve)
Belleza que acongoja,grande Panero.
Publicado por: Javier | 20/03/2014 9:20:27
Leopoldo María Panero( que sufrió y comprendió como nadie)ha caido en los sin fin;seguro que la nada profunda adivinó en el la profunda grandeza del poeta que sabe que pensar es sentir temblando.El dijo su palabra y se rompió,respetemos ,con temor y temblor,a aquel genio que sólo vivío su infancia.
Publicado por: Timoteo Zapata Arango | 15/03/2014 20:31:25
Por lo que veo, también aquí Leopoldo está bastante solo. Y o mucho me equivoco, o estará encantado. Él lo dijo: "los locos dicen siempre la verdad, como los borrachos" (parafraseo algo que leí días pasados). Por éso no le invitaban a ningún lado, porque no se prestaba a la comedia humana, y a la que te descuidabas decía alguna verdad. Le deseo lo que tantas veces he deseado para mí: que después de ésto no haya nada. Aunque mucho me temo lo contrario.
Publicado por: El Fantasma del Despacho 13 | 15/03/2014 13:15:54
Perdón, quise decir ( suenan)
Publicado por: Nely García | 15/03/2014 10:21:39
Otra vez suenas los tambores anunciando el precio del mito, a saber, "el sacrificio de la vida del autor, en aras de que resurja su obra". ¡Triste realidad!.
Publicado por: Nely García | 15/03/2014 9:50:58