Para conocer la trastienda de las novelas de Rafael Chirbes, eso que los sabios llaman poética, conviene leer libros como El novelista perplejo y Por cuenta propia (ambos, como el resto de su obra, en Anagrama), dos volúmenes que demuestran que además de un gran narrador, el autor de Crematorio es un grandísimo ensayista. El texto que abre el segundo de esos libros –“La estrategia del boomerang”- es una joya nacida como conferencia en la Fundación Juan Mach de Madrid. Anagrama la ha editado dentro de su colección de "ebooks mini" Zoom y también puede escucharse aquí.
Lo que vale para esos dos libros de ensayos vale para “Un escritor egoísta”, el escueto prólogo -cuatro páginas- que Chirbes puso hace unas semanas al frente de Pecados originales, el volumen que recopila sus novelas La buena letra y Los disparos del cazador, escritas en los años 90, un tiempo, dice, en que –“bajo el razonable argumento de cambiar pasado por futuro”- España cambió ideología por bienestar, verdad por dinero. ¿Por qué las escribió? “Porque tenía mucho miedo de hacerme daño, o de que me hicieran daño, o de hacer daño […] la misma razón por la que he seguido escribiendo novelas otros veinte años”.