Faltaba todavía más de un año para que muriera el dictador. Faltaba todavía mucho más para que se aprobara en España una moderada ley de interrupción del embarazo. Pero esta columna vale perfectamente para hoy, cuando se comprueba que la sanidad pública vive de espaldas a la ley vigente en la mayoría de las autonomías. En otras cuestiones es más dificil que se sostenga aquella mirada de entonces. Tiene toda la razón Sandwich Man en su comentario al artículo de MVM publicado anteayer. La actitud de Brandt en la llamada crisis de Berlín fue uno de sus mejores momentos, duramente juzgado desde la filas estalinistas, como tocaba. Como ha quedado bien aclarado más tarde, la confusión estaba en la cabeza de mucha gente de izquierdas respecto a las dictaduras comunistas, en nuestro comentarista de hace 33 años entre otros. Una hemeroteca como ésta no es un altar, y está muy bien y son de agradecer los comentarios críticos.
Del alfiler al elefante
Por MANUEL VÁZQUEZ MONTALBÁN
Es curioso que, con la excepción de la reciente revolución portuguesa, los temas dominantes de la política europea en estos últimos meses hayan sido el miedo o no miedo al comunismo (elecciones francesas), el divorcio (Italia) y ahora el aborto (Alemania). Tres temas de postín del periodo de entreguerras, que al parecer colean irresolutos treinta años después del fin de la guerra mundial. Queda ahí para que sociólogos e historiadores se preocupen por él, hasta qué punto las consecuencias de la guerra se basaron en un equilibrio paralizador de una dinámica que ahora pugna por recuperar su propio movimiento. Temas como el del divorcio o el aborto adquieren una seria dimensión política, porque los partidos tienen que recurrir a su “reserva espiritual” para justificar su posición ante el electorado. De ahí que problemas de conciencia moral se mezclen con problemas de conciencia religiosa y con estrategias electorales.
En las posiciones ante el aborto hay una gran variedad de matices diferenciales. El respeto a la vida no es exclusiva de los cristianos (sean de la tendencia que sean), aunque en el caso del aborto, como en el del divorcio, muchas veces de lo que se trata es de elegir entre el respeto a la vida y el respeto a los vivos. Si hay distintas posiciones en lo del respeto a la vida, imaginemos las que debe haber en lo del respeto a los vivos. La ley alemana acude precisamente para tratar de solucionar el escándalo del aborto practicado de facto a precios de estraperlo médico. El respeto a los vivos exigía que el aborto dejara de ser un producto lujoso de estraperlo, cuando no una matanza del cerdo en sótanos clandestinos. El respeto a ese medio millón de alemanas que se sometieron al aborto en 1973 exigía una toma de posición legal.
De ahí que en las diversas reacciones a la ley se mezclen los objetores de conciencia y los objetores de bolsillo. Es decir, médicos que realmente ponen por encima el respeto a la vida que el respeto a los vivos y médicos con miedo a que la “socialización” del aborto signifique cobrar mucho menos por practicarlo. En la filosofía que acompaña a la ley se indica que no es propósito del poder el “promocionar el aborto”, sino solucionar, mediante un código orientativo, una situación de hecho y crear condiciones paralelas que alejen la tentación del aborto, sobre todo una política asistencial profunda a la madre soltera. Es curioso que el machismo universal reinante haya hablado de “paternidad responsable” y no de “maternidad responsable”, cuando el quid de la cuestión está ahí. Es la madre la que carga con la responsabilidad más grave si decide quedarse con el hijo, y no el compañero de uno o varios encuentros, tan agradables como peligrosos. La función de un poder responsable ha de ser, pues, crear unos límites a la libertad de abortar (en Alemania, hasta los tres meses de embarazo) y practicar una política cultural y asistencial que limite el carácter accidental (de accidente) de los embarazos y catastrófico (de catástrofe) de los alumbramientos.
Tal vez la lección inmediata a sacar es que el respeto a la vida pasa por el respeto a los vivos. Machado decía que quien no habla a alguien en concreto, no habla para nadie. Y los legisladores alemanes han tenido en cuenta la imagen concreta de esas muchachas muertas en los sótanos donde se practica la matanza del cerdo, o de esas muchachas desesperadas, sin el suficiente dinero para abortar en clínicas de lujo en las que les cobraban hasta por abrirles la puerta trasera.
06 de junio de 1974. Tele/eXpres
A Manuel Vázquez Montalbán, primera entrada del blog (21 de abril)
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