Hay algo claro con la agenda política: o la fijas o te la fijan. Al PP se la han fijado en toda esta legislatura. Y lo han hecho quienes intentaron fijársela sin tanto éxito en la anterior, los mismos. Pero entonces, con el poder en mano, era más fácil mantenerles a raya. Darles alguna concesión radiofónica. Algún scoop. Una invitación a La Moncloa. En ésta, en cambio, el candidato derrotado del 14-M, Mariano Rajoy, no ha tenido más remedio que someterse a su férula cotidiana: las portadas de un diario y los sermones de una radio son los que le han ido guiando y corrigiendo, a veces con gran virulencia, siempre con sarcástico mal café. Ante un Gobierno que no tuvo sus cien días de gracia y que empezó a sufrir muy pronto, la oposición ha hecho perfecta la frase de Andreotti: el poder desgasta sobre todo al que no lo tiene. Basta ver la encuesta de este domingo pasado en La Vanguardia. Con el chaparrón que está cayendo, el PP catalán no consigue levantar cabeza y el PSC aguanta tan pimpante el desgaste de las cercanías, del Ave, y de lo que le echen.