No hay una bolsa internacional del poder. Pero si alguna institución consigue aproximarse a un mercado donde se cotiza el valor de los Gobiernos, las corporaciones e incluso las personalidades, ésta es la reunión anual del Foro Económico Mundial. Estar en Davos es existir, aunque a veces sea a través del desplante o de la presencia rebajada al mínimo, como ha sido este año el caso de la nueva Administración norteamericana. Pero todavía es más importante hablar y actuar en los paneles de Davos, construir una buena agenda de contactos y amistades en las comidas y cenas restringidas, o monopolizar la entera atención de la cumbre de los ricos con una actuación excepcional, unas declaraciones o un acuerdo que abra telediarios o manche las primeras páginas de la prensa de todo el mundo.