La decisión, finalmente, ha llegado. Seis años después de la invasión de Irak, el nuevo presidente de Estados Unidos ha podido anunciar el calendario que va a poner fin a la ocupación. Obama ha tenido que optar entre tres propuestas de retirada de Irak, que oscilaba entre los 16 meses prometidos en su campaña y los 23 que le pedían los jefes militares sobre el terreno, con una intermedia de 19. ¿Puede extrañarle a alguien que este gobernante moderado y prudente haya elegido la intermedia? También ha decidido que mantendrá a 50.000 hombres para tareas de entrenamiento, formación y asesoramiento del ejército iraquí hasta finales de 2011. Esto significa que la ocupación propiamente dicha terminará el 31 de agosto de 2010 y el último soldado norteamericano se irá de Irak el último día de 2011: ¿a quién puede parecerle mal un plan de repliegue tan pautado y claro? Hay que tener en cuenta que la base de todo esto es el Sofa (Status of Force Agreement), firmado precisamente por George W. Bush, y negociado a cara de perro con el Gobierno de Al Maliki, en el que no se contempla el mantenimiento de bases norteamericanas en Irak.