Lluis Bassets

Noches de Berlín

Por: | 09 de noviembre de 2009

Una noche, la del 12 de agosto de 1961, el telón de acero que había caído sobre Europa en 1945 cerró su último portillo. Cortó Berlín en dos, como si la hubiera pasado por una cizalla. Primero se extendió en forma de cadena de policías y blindados, alambres y obstáculos, y en pocos días con un muro que fue creciendo y fortificándose. La antigua capital alemana venía sufriendo la presión soviética desde junio de 1948, cuando las autoridades de Moscú la mantuvieron durante varios meses bloqueada y sin suministros ni comunicaciones terrestres. Era el punto de fuga por donde millares de alemanes huían de la zona de ocupación soviética y a la vez zona de fricción donde las dos superpotencias enfrentadas en la guerra fría llegaron a situar a sus tanques apuntándose unos a otros. Los momentos más delicados de aquella confrontación, cuando Moscú y Washington estuvieron más cerca de pulsar el botón nuclear, se sitúan entre la construcción del muro berlinés, aquella noche de agosto de 1961 y noviembre de 1962, cuando la Unión Soviética retiró de Cuba los misiles que apuntaban en dirección a Estados Unidos.

Al cabo de 28 años, otra noche, la del 9 de noviembre de 1989, el mismo muro se agrietó, empujado por el vendaval de libertad que se había levantado en todo el bloque comunista, al impulso de la perestroika de Mijaíl Gorbachov. Por aquella brecha se desbordó velozmente el caudal embalsado durante la guerra fría, de forma que en cuestión de meses se unificaron las dos Alemanias, cayeron todos los regímenes comunistas europeos, desapareció la cárcel de pueblos y de ciudadanos en que se había convertido la Unión Soviética y el mundo entero se encontró, de pronto, ante el reto, hoy todavía sin colmar, de construir una arquitectura política internacional totalmente nueva sobre las ruinas de la que acababa de hundirse.

Pocos creían en 1961 que el régimen comunista se atreviera a partir en dos la vieja capital alemana y a dejar encerrados a los berlineses occidentales en una isla comunicada por tres corredores aéreos y el mismo número de autopistas con el resto del mundo occidental. Eran también pocos en el otoño de 1989 quienes imaginaban que la división de Berlín y de Alemania, de Europa y del mundo, tenía las horas contadas. Tanto la construcción del muro como su destrucción aparecieron en sus respectivos inicios como tareas irreales; al igual que, muy poco después, todo el mundo consideraba que habían sido inevitables, y se extrañaban, en 1961, de que no se hubiera erigido antes y, después de 1989, de que la farsa de aquellos regímenes hubiera durado tanto tiempo.

Todo comenzó, pues, en la última noche berlinesa. Allí el mundo empezó a salir de la pesadilla de un Apocalipsis provocado por la propia mano del hombre. Allí se clausuró el campo de batalla europeo que había ocupado el centro del mundo durante todo el siglo XX e inició el desplazamiento del eje del poder y de las tensiones hacia el Sur y hacia Oriente. Fue una noche transformadora, que generó un mundo nuevo, primero unipolar, con una única superpotencia, y más tarde, ahora, multipolar. La carrera de armamentos y el equilibrio del terror, sobre los que se había asentado la paz en Europa durante toda la guerra fría, terminaron de pronto. Si hasta entonces todo permanecía congelado en un mapa cuadriculado de fronteras y bloques, a partir de aquel momento surgió un movimiento en dirección contraria, que dio paso a la integración regional, la globalización económica e incluso a la revolución digital, en dos décadas que significaron la desaparición de numerosas fronteras y el desplazamiento de otras.

La primera de todas en esfumarse fue la frontera interalemana, de forma que los alemanes pudieron alcanzar por primera vez en su historia la unidad nacional en libertad. La Unión Europea, concebida inicialmente para evitar el retorno de la guerra en Europa, se convirtió en la máquina de paz, prosperidad y estabilidad con que se fabricó el destino de los países surgidos del comunismo. A excepción de los Balcanes, donde momentáneamente regresó la limpieza étnica y la ideología del nacionalismo dominador. Pero creció a velocidad de vértigo en el resto del continente, primero absorbiendo los países neutrales de la guerra fría: Austria, Finlandia y Suecia. Luego, en dos tacadas, a diez antiguos países comunistas, que situaron las fronteras de la UE en Bielorrusia, Ucrania y Rusia. La frontera polaca sobre los ríos Oder y Neise, reconocida tras la Segunda Guerra Mundial y aborrecida por los alemanes, quedó definitivamente consolidada, cerrando de una vez por todas el irredentismo germánico sobre los antiguos territorios de Pomerania, Prusia Oriental, Alta Silesia y, en paralelo, también de los Sudetes checos. Como resultado de todo ello, Moscú perdió todo el viejo glacis soviético, de forma que la Alianza Atlántica absorbió a la gran mayoría de los antiguos socios del Pacto de Varsovia, a la vez que estallaba el imperio y se desprendía dolorosamente de su propia cuna nacional que es Ucrania.

La huella bélica del siglo XX es profunda y no se borra de un plumazo, sobre todo de las mentes. La guerra fría ha modelado las actuales instituciones europeas y ha dejado además una herencia inquietante. Por una parte, un fabuloso arsenal de armas, capaz de destruir varias veces el planeta entero. Por la otra, unos reflejos geopolíticos, sobre todo en las dos antiguas superpotencias que se habían mantenido en tensión durante 45 años. Con mayor lentitud de la deseada ha ido descendiendo el número de cabezas nucleares almacenadas, desde las 50.000 que se calcula había en 1989 hasta las 25.000 que puede haber en la actualidad en los arsenales de los nueve países de los que se sabe que las poseen.

En las dos últimas décadas han sido muchos los gestos reflejos dictados por la pesadilla de la autodestrucción que atormentó a la humanidad durante la entera guerra fría. Los ha habido, naturalmente, en Moscú, donde cuesta enterrar los instintos imperiales y resurge una y otra vez el viejo despotismo zarista, que anula a los individuos en nombre de la patria sagrada y busca constantemente medirse con Estados Unidos para calibrar la propia grandeza. Están muy vivos en los países que estuvieron bajo la bota soviética y temen un súbito resurgimiento del imperialismo ruso. También los ha habido en Washington, aunque sólo los neocons intentaron, con la presidencia de Bush, la reproducción de un mundo bipolar y el enfrentamiento contra las fuerzas del mal en los campos de batalla de una guerra caliente y convencional, en una especie de revancha -fracasada- por no haber podido librarla contra la Unión Soviética.

Pero a la postre, pocos guerreros fríos han quedado en ejercicio. La mayoría se ha ido convirtiendo en lo contrario, en apóstoles del desarme. En 1999, el 'Financial Times' publicó unas declaraciones del mayor halcón de la guerra fría, Paul Nitze, entonces ya con 92 años, en las que se mostraba partidario de la eliminación absoluta de todo el arsenal nuclear del planeta. Ocho años más tarde, un grupo de figuras políticas también ya retiradas, encabezado por los ex secretarios de Estado republicanos, George Shultz y Henry Kissinger, publicó en 'The Wall Street Journal' su propio alegato a favor de la desaparición de todo el arsenal nuclear.

Entre la noche oscura de 1961 y la noche luminosa de 1989 transcurre la historia alucinante de un muro que dividió Berlín, Europa y el mundo, y cuya desaparición ahora celebramos como agua felizmente pasada. La eliminación del arma nuclear está en el programa presidencial de Obama, y la canciller Merkel cuenta en su contrato de Gobierno con el desmantelamiento de las últimas 20 bombas nucleares americanas que quedan todavía en territorio alemán. El día que se cumplan estos propósitos quedará definitivamente borrado el rastro de aquella ignominia.

Hay 3 Comentarios

Me gustaría compartir en este blog la dirección de otro. Se trata de uno que también publica informaciones internacionales, pero sólo aquéllas que tratan la actualidad española. Sólo para ver cómo nos ven desde fuera. Espero que les guste: http://extranjeronews.blogspot.com/

La guerra ya no es fría en el panorama internacional. Las cabezas de misiles ya no se miran a los ojos si no que ahora reina una guerra escurridiza, escondida que es la guerra del terror. Lamentablemente parece que la humanidad seguimos teniendo como unidad de medida nuestras diferencias en lugar de nuestras similitudes y suspendemos continuamente en la principal asignatura que es la convivencia y la igualdad. Erigimos contínuamente este concepto por bandera cuando hablamos por ejemplo de derechos humanos, pero cuando se trata de algo tan esencial y primogenio como es garantizar el derecho a los recursos necesarios para materializar este principio nos asustamos, porque la solución pasa por un color que es el rojo y el capitalismo ya se ha encargado suficientemente de demonizarlo. La experiencia soviética fue desastrosa, pero también es cierto que el capitalismo está en crisis y desde luego no es un sistema justo, ni solidario, ni será el antídoto que acabe con la pobreza y mucho menos con los conflictos de Oriente. Pero al poder hoy por hoy es del color del dinero.

A lo largo de la historia muros y murallas de piedra y barro se han derribado a costa de ir construyendo un muro invisible intangible del pensamiento domesticado enjaulando en su entorno en celdas individuales al ser humano. Dónde están el camino de la democracia y libre elección de los seres humanos sometidos a la tiranía y dictadura del dinero. Dónde se ha quedado el ampliar el progreso sin división o causa alguna en donde todo cuanto ha creado el hombre estaría a disposición de la humanidad, sin más restricción que la libre disponibilidad de los recursos, aunando el conocimiento en bien del progreso para todos, en libertad de elección, preferencia y disponibilidad de cada cual.
Mientras despertamos y salimos de la jaula, solo cabe seguir tirando los dados del azar y esperar que sobrevenga algún hecho imprevisto para los que aquí estamos podamos alcanzar y disfrutar el buen deseo del progreso para todos sin tiranías, dictaduras y sometimientos, salvo los propios por las diferencias naturales del intelecto y fisiológico de cada cual, que no son pocas. Los muertos bien muertos están, pero tanto sacrificio humano a lo largo de la historia de que vale si los vivos estamos enjaulados sin apenas espacio para movernos y respirar.

Los comentarios de esta entrada están cerrados.

TrackBack

URL del Trackback para esta entrada:
https://www.typepad.com/services/trackback/6a00d8341bfb1653ef0120a6633c55970b

Listed below are links to weblogs that reference Noches de Berlín:

Sobre el autor

es periodista. Director adjunto y columnista de EL PAÍS. Tiene a su cargo la edición de Cataluña.

Eskup

Archivo

diciembre 2016

Lun. Mar. Mie. Jue. Vie. Sáb. Dom.
      1 2 3 4
5 6 7 8 9 10 11
12 13 14 15 16 17 18
19 20 21 22 23 24 25
26 27 28 29 30 31  

Mis libros

Cinc minuts abans de decidir

Cinc minuts abans de decidir

Enmig del vendaval independentista

Un llibre que explica, qüestiona i contextualitza com s’ha esdevingut, setmana a setmana, el canvi radical que els darrers quatre anys ha sotragat Catalunya. Des d’abans de la sentència del Tribunal Constitucional, fins avui, quan l’independentisme és en primer pla del debat polític i social.

L'any de la revolució

L'any de la revolució

Com els àrabs estan enderrocant els seus tirans

Crònica, anàlisi i atlas de les revoltes de la dignitat, que van conmocionar al món àrab durant 2011, amb referències i comentaris a tots els països on els joves van aixecar-se en protesta contra l'autoritarisme i les dictadures. Amb un nou epíleg per l'edició catalana.

El último que apague la luz

El último que apague la luz

Sobre la extinción del periodismo

Una reflexión sobre los últimos años de la industria de la prensa escrita, las dificultades para seguir haciendo periodismo de calidad y la indisoluble relación entre periodismo y democracia.

El año de la Revolución

El año de la Revolución

Cómo los árabes están derrocando a sus tiranos

Balance, atlas político y análisis de las causas de las revueltas de 2011, que han derrocado a cuatro dictadores, encendido enfrentamientos civiles y provocado reformas y convulsiones políticas en la entera geografía árabe.

¿AUN PODEMOS ENTENDERNOS?

¿Aun podemos entendernos?

Conversaciones sobre Cataluña, España y Europa
REIVINDICACION DE LA POLÍTICA

Reivindicación de la política

Veinte años de relaciones internacionales
La oca del señor Bush

La oca del señor Bush

Como la Casa Blanca ha destruido el orden internacional

Nube de tags

El País

EDICIONES EL PAIS, S.L. - Miguel Yuste 40 – 28037 – Madrid [España] | Aviso Legal