Este año el envejecido salón de congresos de Davos, incómodo y laberíntico, apareció remozado y reformado el martes, cuando empezó el Foro ayer clausurado. Es más luminoso, amplio y aireado. Hay huecos y espacios para todo, aunque se conservan perfectamente muchos elementos de la estructura anterior. El Global Village, en el centro del edificio, sigue siendo el paseo de este pueblo donde todo el mundo se deja ver y donde uno se tropieza con todos los rostros conocidos, que no son pocos. Luego hay espacios especializados para todos los gustos y categorías de congresistas, siguiendo un orden misterioso cuyos secretos están en la cabeza de los organizadores.