Lluis Bassets

Misterios de un palacio en las nieves

Por: | 31 de enero de 2011

Este año el envejecido salón de congresos de Davos, incómodo y laberíntico, apareció remozado y reformado el martes, cuando empezó el Foro ayer clausurado. Es más luminoso, amplio y aireado. Hay huecos y espacios para todo, aunque se conservan perfectamente muchos elementos de la estructura anterior. El Global Village, en el centro del edificio, sigue siendo el paseo de este pueblo donde todo el mundo se deja ver y donde uno se tropieza con todos los rostros conocidos, que no son pocos. Luego hay espacios especializados para todos los gustos y categorías de congresistas, siguiendo un orden misterioso cuyos secretos están en la cabeza de los organizadores.

Una entera zona del palacio está cerrada a la prensa. Ahí está el Industrial Partners Lounge, el Center for Bussiness Engagement, el rincón de los Socios Estratégicos (Strategic Partners), el lounge tecnológico y el lounge de las Artes y la Cultura. Es difícil dilucidar por qué los periodistas tienen acceso en cambio a todos los otros espacios, incluido la Red de Respuesta ante los Riesgos, el Foro de las Iniciativas, el Rincón de Internet y el Centro de Documentación.

La jerga es inigualable. Seguro que indagando un poco más podría encontrar más perlas. La gran masa de los periodistas, una vez más, tiene que hacer vida aparte. El centro de prensa, que ha mejorado ostensiblemente respecto a otros años, se halla ahora dentro del palacio, y no en un bunker en los sótanos, como hace dos años, o en unos barracones a cien metros como el año pasado.

Estamos hablando de los periodistas con acreditación, gracia que no reciben todos los que la piden. Les sucede lo mismo a los empresarios, que tienen otra compleja forma de acceso, debidamente tarifada en cuotas de inscripción y de patrocinios, pero también limitada a quienes cuenten con medios económicos demostrables e influencias visibles. Hay parias que circulan por los exteriores del Foro sin el colgante que permite entrar en el recinto, entrevistándose con quien pueden e intentando recoger los ecos y las migajas de lo que sucede dentro.

En un amplio balcón interior, abarrotado de treintañeros, se encuentra el espacio para los ‘jóvenes líderes globales’. Un cartel lo dice expresamente: ‘Young global leaders only’. Quiénes son esos líderes globales es cosa que explica la organización con todo lujo de detalles y con las correspondientes listas de personajes que el Foro ha detectado y pescado como inversión de futuro. Pero hay más categorías especiales, debidamente señalizadas en su correspondiente espacio: por ejemplo, los empresarios sociales o los pioneros tecnológicos, cada uno con su cartelito limitando el acceso.

Los políticos, banqueros, inversores y empresarios suelen ser bastante esquivos con los periodistas y es todo un detalle que la organización les reserve espacios para sus encuentros donde pueden guarecerse de situaciones o preguntas embarazosas. Todo lo contrario de lo que hacen los gurús económicos, que se instalan cómodamente en la plaza del pueblo y van desgranando sus declaraciones y profecías, a menos que tropiecen con un potentado con el que hablar de negocios, en cuyo caso se desplazan a una de las zonas más tranquilas.

Los líderes políticos son un caso aparte, porque suelen irrumpir en el palacio por vericuetos expresamente liberados con ejércitos de guardaespaldas y de sherpas que les acompañan hasta las salas de reuniones. También ellos pueden practicar la técnica de dejarse ver en los pasillos e incluso realizar una súbita declaración que se convertirá luego en titular de los periódicos, aunque lo habitual es que prefieran la conferencia de prensa, casi siempre de acceso limitado (de nuevo) a los periodistas de los respectivos países.

El año pasado se paseó brevemente Zapatero, asegurando a cuantos conocidos se encontraba que la culpa de los primeros ataques a la deuda española era de la prensa anglosajona y de los especuladores. Un gran paseador, años ha, era Jordi Pujol, uno de los españoles que más ha frecuentado el Foro y que todavía espera encontrar a alguien que le emule.

El acceso, su limitación y graduación, es una de las claves de Davos, donde hay tres tipos de sesiones: las abiertas a la prensa, las restringidas a los congresistas y que requieren inscripción específica a cada una de ellas y las directamente cerradas a un grupo de convocantes, que ni siquiera aparece en el programa. El segundo tipo de reunión tiene una variante importante para las relaciones entre los congresistas: se trata de encuentros de trabajo que se hacen con el almuerzo o la cena, y proporcionan la oportunidad de la tertulia y el intercambio de tarjetas. En este apartado hay algunos clásicos que no tienen pérdida: por ejemplo, la cena latinoamericana, donde se produce una buena concentración de jefes de Gobierno y Estado (cuatro este año), ministro de Exteriores y de Economía, y también una tradicional e inexplicable ausencia de responsables españoles.

La reunión en la que participó la vicepresidenta económica Elena Salgado el jueves fue del tercer tipo. Tenía título: ‘Creando un crecimiento económico sostenible’. Tal como ha contado Claudi Pérez, sabemos de algunos de sus compañeros de debate: Tim Geithner, Alex Weber y Stanley Fischer. Pero el encuentro no constaba en el programa. Una vez localizada la sala me acerque con mi acreditación especial, en la que se me considera Media Leader (otra clasificación curiosa) y que me da un acceso más amplio que a los periodistas acreditados. Me indicaron que pasara por la pantalla que comprueba si su propietario está autorizado a entrar. No lo estaba.

El acceso que jerarquiza y discrimina abre luego sus puertas a la igualdad entre quienes han entrado, de forma que un presidente de Gobierno puede sentarse al lado de un hacker o un billonario al lado de un periodista. El aire deportivo que aporta la nieve contribuye al buen ambiente y al relajamiento, de forma que todos hablan por los codos. A esto se le llama el espíritu de Davos, a la vez democrático y elitista. Pero este espíritu se practica en celdas cerradas e incomunicadas entre sí, incluso desconocidas, lo que conduce a que la experiencia de Davos pueda ser tan plural y distinta como el número de los participantes. 

La compleja estructura de los círculos de este paraíso nevado de los Grisones no termina aquí. Hay que contar luego con el off-Forum: las reuniones, seminarios, encuentros y todo tipo de saraos, algunos legendarios, que se celebran en hoteles e incluso mansiones privadas de los billonarios con casa en la localidad. El repertorio es infinito y las noticias muy escasas. Luego está el Foro Abierto, organizado por las iglesias suizas sobre temas de contenido fundamentalmente político y ético: la guerra de Afaganistán, la corrupción o la unidad europea, también incorporado al programa y a la marca del Foro oficial.

La capacidad de digestión del Foro de Davos es infinita: los manifestantes de hoy, que los hay casi cada año, puede que sean participantes de mañana o incluso jóvenes líderes globales. Nada hay más genuino en Davos que los congresistas del mundo digital, disruptores es ahora el apelativo que sirve para ellos, salidos directamente del utopismo tecnológico o de la anarquía social.

Puedo contar todo esto porque este ha sido mi cuarto Davos y el tercero consecutivo. Estuve en el 2000, la única ocasión en que asistió un presidente de Estados Unidos. Era Bill Clinton y le gustó tanto que ahora viene con gran frecuencia. Este año, sin ir más lejos, para sostener una conversación con el presidente del Foro Klaus Schwab en la que, como siempre, se metió a la audiencia en el bolsillo. En los tres últimos he blogueado desde Davos y utilizado las redes sociales, a las que me incorporé impulsado por su uso en el Foro.

Debo confesar que este año mucha gente, yo mismo entre otros, hemos estado siguiendo lo que sucedía en el norte de Africa y sobre todo en Egipto con mayor interés que el propio Foro. Quizás por ello he escrito menos que otros años y me quedan todavía cosas en el tintero. Como esta estación suiza también es una buena gasolinera intelectual y un observatorio privilegiado, seguro que muchas de las experiencias y contactos me servirán para sucesivos textos de este blog.  

(Enlace con mis post desde Davos de 2009 y 2010)

Hay 3 Comentarios

El juez utiliza las palabras de Obama en su contra

Al pronunciarse en contra de la ley de salud del presidente Obama, el juez federal Roger Vinson ha utilizado propia posición de Obama de la campaña de 2008 en su contra, argumentando que hay otras maneras de hacer frente a la atención de salud en vez de exigir a todos los estadounidenses a comprar un seguro.

"Tomo nota de que en 2008, el entonces senador Obama apoyó una propuesta de reforma de salud que no incluía un mandato individual, porque en ese momento estaba opuesto firmemente a la idea, afirmando que 'si el mandato era la solución, podemos intentar resolver la falta de vivienda al exigir a todo el mundo comprar una casa,'" el juez Vinson escribió en una nota al pie al final de la sentencia de 78 páginas el lunes.

El juez Vinson, un juez federal en el distrito norte de la Florida, revocó la ley de atención de salud completa como inconstitucional el lunes, a pesar de que permitirá que la administración Obama que siga aplicando y haciéndola cumplir, mientras el gobierno apela su decisión.

Eric Kacou es uno de estos ‘jóvenes líderes globales’. Aquí una breve reseña del personaje:

http://www.ftpress.com/authors/bio.aspx?a=1e0c163b-f61f-411b-bd14-a7cc7e114916

Excelente post! Curiosa la jerarquía que se establece en Davos. Que esta gente sean los líderes de sus países, sus empresas y mercados, merecen comentario aparte.

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es periodista. Director adjunto y columnista de EL PAÍS. Tiene a su cargo la edición de Cataluña.

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