Los neocons le aplauden, la izquierda radical le critica. Por motivos muy próximos. Es una guerra para derrocar a un tirano, en la que la mayor superpotencia utiliza la fuerza contra un país soberano, sin que unos y otros presten mayor relevancia a la cobertura del Consejo de Seguridad. Nada muy distinto de lo que sucedió con Sadam Husein. Los neocons se sienten legitimados retrospectivamente en su guerra y la izquierda radical, reforzada en sus sentimientos antiamericanos. Todos ellos creen que Bush podría firmar de la cruz a la raya el discurso pronunciado por Obama el lunes por la noche para explicar a sus conciudadanos la intervención militar en Libia.