Lluis Bassets

Una conversación con Felipe González y Miquel Roca

Por: | 11 de abril de 2011

“En toda crisis hay una quiebra de la confianza. Sucede con las crisis económicas, pero también en las políticas y en las sociales. Hay quiebra de la confianza porque antes se ha producido un abuso de la confianza. Una es el resultado de la otra. Las crisis se declaran cuando se rompen los consensos y los ciudadanos dejan de confiar en las instituciones. La más básica es la del crédito, que afecta a la circulación fiduciaria, es decir, a la moneda. Sin el fluir del dinero el sistema de producción e intercambio se colapsa. Las crisis que atraviesa Europa afectan ahora a su modelo social, a las finanzas públicas de muchos de sus países socios, a su moneda o, lo que es más grave, su proyecto político. Pero lo que hay en su fundamento es una quiebra de la confianza. Sin crédito y sin confianza no funciona la economía. Pero tampoco funciona la sociedad política.

Con estas palabras se abre el libro que lleva por título ¿Aún podemos entendernos?. Conversación sobre el encaje de Cataluña en España, del que somos autores los dos protagonistas de la conversación, que son Felipe González y Miquel Roca, y yo mismo, que la he organizado y moderado. Coincidiendo con su aparición esta semana en las librerrías, doy aquí ahora unos párrafos que me parecen orientativos del texto de presentación del libro dialogado:

“Esta es una crisis global, aunque su origen parezca meramente financiero. Sus tentáculos se extienden a todos los aspectos de nuestras vidas y de nuestro mundo, o mejor, del mundo tal como lo hemos conocido. Pero tiene su expresión más lacerante en el ámbito más próximo. De ahí parte este hilo, que en nuestro caso se expresa como una cierta quiebra en las relaciones entre Cataluña y España. Aunque su apariencia es secular, revestimiento de un antiguo desentendimiento, en la última década la tensión ha adoptado unas formas nuevas y se ha manifestado con enorme vigor, hasta llevar a un enfrentamiento de legitimidades, insólito en la reciente historia de la democracia española, alrededor del nuevo Estatuto de Cataluña.

“Aprobado en el Parlamento catalán por una mayoría reforzada, enmendado y aprobado de nuevo por las dos cámaras parlamentarias, Congreso y Senado, que representan la soberanía española, y ratificado por los ciudadanos de Cataluña en referéndum, el texto del Estatuto fue recurrido luego por el Partido Popular y por el Defensor del Pueblo ante el Tribunal Constitucional, que anulo 14 artículos e interpretó en conformidad con la Constitución 27 artículos más. La reacción ante la sentencia fue de profundización del sentimiento de agravio en Cataluña en la misma medida que fue de alivio en el resto de España. Exactamente de esta doble y contradictoria reacción parte la pregunta que se formula en el título de este libro: ¿Podemos todavía entendernos? Esta interrogación sirve para abarcar tanto la crisis local como la atmósfera de crisis europea y global, reformulada como una pregunta equivalente pero mucho más amplia: ¿Somos capaces los catalanes, los españoles y los europeos de reanudar la conversación democrática que nos permita crear nuevos consensos para remontar esta crisis?

“Reuní a Felipe González y Miquel Roca en dos sesiones, una en octubre, antes de las elecciones, y otra en diciembre, ya con el nuevo gobierno, de donde salieron casi 20 horas de grabación. La primera, un fin de semana entero, tuvo lugar en un pueblo ampurdanés; la segunda, un día de trabajo, mañana y tarde, en un hotel madrileño del barrio de Chamberí. Para terminar de situar exactamente el momento de las conversaciones, los encuentros se celebraron antes de la aprobación del Acuerdo Social para el Empleo, el Crecimiento y la Garantía de las Pensiones, de los sucesivos decretos de reforma y bancarización de las Cajas de Ahorro y de la visita de la canciller Angela Merkel a Madrid, en un gesto de espaldarazo a los esfuerzos del Gobierno de Zapatero por atajar la crisis financiera y los ataques a la deuda española. Las conversaciones rozan y a veces incluso entran en los debates más de detalle de la actualidad política y económica española, pero se ha evitado al máximo, tanto en su conducción como posteriormente en la elaboración del texto, que los elementos coyunturales devoraran los debates de fondo.

“No fue muy difícil, como ya se ha dicho, obtener el acuerdo de ambas personalidades. Tampoco presentó una dificultad mayor acomodar sus agendas para encontrar los huecos que les juntaran para conversar. Y una vez sentados debo añadir que no supuso ningún esfuerzo hacerles hablar, más bien al contrario. Todo ello, sentarles y hacerles hablar, ha sido un auténtico privilegio para mí, que ahora puedo compartir con los lectores. También a Felipe González y a Miquel Roca quiero agradecerles su paciencia y su comprensión por los engorros y las molestias que acarrea fabricar un libro como este.

“El lector escuchará a través del texto una conversación llana y franca entre dos pesos pesados de la política española, y en estos momentos también de la historia de España, en la que se expresan con gran libertad y desenvoltura sobre las cuestiones más polémicas y candentes de la actualidad política. Quienes hemos tenido la oportunidad de conocer el ‘directo’ y hemos trabajado luego en las sucesivas versiones de las conversaciones, tenemos la impresión, que esperamos transmitir al lector en el texto final, de que hay momentos en que asistimos a los ejercicios de esgrima verbal de dos grandes cabezas dialécticas de la transición. Si hay intercambio de golpes, parecen gestos de reverencia o de afecto. Si hay desacuerdos y divergencias, que los hay, son entonados armónicamente bajo la melodía común que establece la posibilidad efectiva de entenderse. La respuesta a la pregunta que corresponde al título de estas conversaciones no llega al final del libro sino que es el mismo libro e incluso previamente el encuentro y la conversación.

“Tanto Felipe González como Miquel Roca corroboran algo que la mayor parte de lectores sabía, pero que en estas conversaciones encuentra su mejor expresión: ambos tienen ganas de hablar y de intervenir, tienen también mucho que decir y quieren dejarse sentir como voces autorizadas y con la credibilidad que les da su larga experiencia y su rico currículum político. En algunos momentos, la conversación adquiere un cierto carácter de tertulia, con divagaciones y meandros, sin que según mi parecer pierda altura. Por el contrario, las desviaciones del curso central aportan elementos y datos para que el lector se haga una idea cabal ya no de lo que dicen ambos personajes sino también de cómo son.

“De hecho, hablar e intervenir forma parte incluso de las obligaciones que ambos se han impuesto y que se derivan del destacado lugar que han ocupado en los recientes años de nuestro pasado político y de los déficits de ideas y de debates que ofrece nuestra vida civil. De alguna forma este libro también es una indirecta reivindicación de la experiencia, del diálogo inter generacional y de la mezcla o ‘mix’ generacional en la configuración de una opinión política plural y representativa.

“González y Roca no ocultan su satisfacción por el éxito colectivo que significaron la transición democrática y la construcción del Estado de las autonomías, precisamente en el momento en que surgen voces críticas con aquella etapa de la historia de España. No es extraño que esta satisfacción tenga además una fuerte vertiente personal. Ambos creen que es lo mejor que le ha sucedido a este país en los tres últimos siglos y temen que ahora una actitud frívola, con derivas revisionistas, pueda meternos en un túnel del tiempo que nos haga retroceder varias décadas con la misma velocidad con que conseguimos avanzarlas hace bien pocos años.

“Uno y otro parecen haber acordado silenciosamente el final de una etapa de cierta autocontención en la expresión de las propias opiniones. Hablan, y lo hacen a gusto, porque quieren que sus conciudadanos reaccionen. Y con un objetivo: para compartir su alarma ante los numerosos cambios que está experimentando nuestro mundo en contraste con nuestra tibia o escasa reacción y para crear un sentido de emergencia que nos conduzca a la acción. Si pudiera resumirse su actitud en una frase sería ésta: reaccionen, conciudadanos, no se queden dormidos y de brazos cruzados.

“Este libro no tiene secretos ni intenciones ocultas. Es evidente que en toda pregunta está contenida la respuesta. Su historia es la que aquí se cuenta: en su inicio es la idea feliz de un editor que observa el deterioro del clima político alrededor de las relaciones entre Cataluña y España, o en otras palabras, el encaje, término que ya es moneda corriente; corroborada luego por la aceptación de los protagonistas y de quien firma estas líneas; y con la esperanza y el propósito de que encuentre idéntica sintonía con los lectores de toda España, por supuesto. La lectura es una forma de diálogo. De ahí que atraer e interesar a los lectores sea también una forma de entenderse, es decir, de responder positivamente a la pregunta del libro.

Hay 9 Comentarios

La verdad, viendo la que se viene, uno no sabe donde encontrar, gente joven, BIEN preparada y con agallas para darle la vuelta a esta sartén a fuego lento.

No están, sencillamente porque no tienen trabajo o se han ido fuera.

Aquellos que se quedan dentro de los grandes partidos se encuentran con que la maquinaria los moldea a su gusto, impidiendo la reforma del sistema. O se hacen los tontos o no sobreviven.

La reforma de los partidos y listas abiertas es esencial.

España puede llegar a ser un país cruel, sobre todo si se es soñador o con verdaderas ambiciones de transformación.

Aún así, sé que hay gente que lo intenta, pero no se los ve, no se los oye. Hay mucho ruido, y los medios no ayudan, no investigan, o directamente desinforman.

No sé, pero odio tener que decir como Unamuno:

"Me duele España".

Uff, se me contrae el estómago.

Descalificaciones del tipo "Maltés, Ud no tiene conocimientos" lo único que prueban es la total ignorancia de quien lo escribe, y la falta de argumentos VÁLIDOS.

Este mismo "señor" se dedica a insultar y faltar al respeto, y el Sr. Bassets se lo permite porque defiende el pensamiento caduco que los dos comparten. No falta mucho para que insista que solo los países socialistas totalitarios, agresivos, y violadores de los derechos humanos más elementales, son las únicas "democracias".

Sr. ARMANDO: si usted considera extrema derecha fascista al PP está en un grave error, el ex Presidente del PP prometió retirarse luego de dos mandatos y cumplió, pese a que todas las encuestas lo daban ganador a un tercer mandato. No puede decir lo mismo Felipe Gonzalez, que luego de cuatro mandatos se presentó a un quinto, y además montó el grupo terrorista GAL. Me temo que para usted son 'fascistas' todos los que no son de 'izquierda'.

SR. ARMANDO: creo realmente, y sin ánimo de ofender, que el ignorante es usted, no Maltés. En Europa, Australia, EEUU, etc. existen muchísimos medios equivalentes a El Mundo y La Razón, concretamente todos los del inmenso Grupo Murdoch: 'The Daily Telegraph' es de LONDRES!! 'The Wall Street Journal' es de New York, 'The Jerusalem Post', etc, etc...

Maltés, Ud no tiene conocimientos ni puede comparar con la prensa de otros países porque evidentemente no la sabe leer.

Ingénuamente yo sólo le adjudico a Ud ignorancia, no plena mala intención.

ABC, El Mundo, La Razón, Jiménez Losantos no existen equivalentes en Londres, ni en París ni en Berlín ni en Roma; ni siquiera en Barcelona.
Es prensa fascista, son radios fascistas salvajes y sólo pasa en Europa en una ciudad.
En la Madrid fascista.

Por supuesto que existen los absolutos, dos más dos son cuatro y el movimiento se demuestra andando.
Mucho gre, gre para decir gregorio y lo que ocurre que Madrid está plagado de gente de extrema derecha como en ninguna parte del mundo.

Que están esperando que entre el PP para ponerle rueditas al Banco de España y llevárselo para la casa.

No creo que sea prensa fascista El Mundo, lo siento.

Lo que sí es descolocante es que alguien lo espete tal cual, y sin más detenimiento.

No he leído apenas el ABC o la Razón, pero no me parece muy "demócrata" estigmatizar a la prensa que uno no escoge leer, y que es una expresión más, y una oferta demandada, de nuestra sociedad plural.

No existe la verdad absoluta, y, de existir, difícilmente tendría algo que ver con ser "de izquierdas", algo triste, un corpus ideológico, maniqueo, arrogante y arcaico-europeo, al que se la he acabado el hilo.

Respecto a "catalanes y vascos", que sientan la psiquedelia nacional que quieran sentir, pero el hecho de que "no tengan" prensa conservadora o liberal (que de todos modos sí tienen) no los haría "mejores". ¿Por qué?

¿Será que la gente de izquierdas o nacionalista es incapaz de pluralidad?

¿Será que a la par necesitan mitos en los que creer?

Que si tengo razón, que si hay "fascistas", que si la Cataluña Medieval, que si Sartre, que si Lenin, que si catalanes, que si vascos, que si Felipe González, que si el Che, que si "1789"...

Sois una congregación rancia y maniquea, desalojada del poder en términos prácticos por el mundo que se avecina, dónde los localismos y las referencias a la Vieja Europa (mitómana, socialista, caudillista, totalitaria, aristocrática, religiosa), son castigadas con el asombro y el aislamiento.

Respecto a Felipe G. y Miguel R., son dos personajes que típicamente creen representar opciones "de futuro", cuándo típicamente no lo hacen, porque están de nostalgia S.XX, entre sonrisas y gestos graves.

Pero habrá que comprar el libro, consultarlo, y poder así salir de dudas, por supuesto, Lluís. Enhorabuena.

A ver cuándo sacas uno sobre la disolución de Europa, aunque si eso sucede, sus carcamales habitantes lo interpretarán aún en clave europea, si se llegaban a dar cuenta claro.

Pero ése seguro que te lo compro.

¿Cabrá una conversación de igual altura en el futuro entre dos políticos señeros actuales? O mejor, ¿hay en la política actual cabezas pensantes de igual diámetro y solidez? Lo de cualquier tiempo pasado fue mejor se cumple, me parece, a rajatabla, en su variante negativa de que no hay peor representación política que la actual. ¿Sobre qué se pondrían entender en el futuro un Rajoy y un Carod, por ejemplo, que nunca se pusieron ni podrían ponerse de acuerdo en nada en el pasado? Voy más allá, ¿de qué podrían hablar de manera informal fuera del último gran encuentro Real Madrid-Barça, y ni siquiera? Ya se lo decía, quiero recordar, Javier Solana a Felipe González, con motivo del funeral de un importante representante de la vida española, no recuerdo cuál, algo así como que cada vez quedan menos personas valiosas para tirar de este carro que es España.

Si ser "de izquierdas" es prueba de inteligencia, me pregunto porqué Zapatero no tiene 30 Premios Nobel (de los de verdad: en ciencias e ingeniería.)

Si el socialismo es un sistema superior a los demás, ¿por qué fracasa desde el primer día en todas partes? ¿Y por qué entre más falla, los socialistas insisten en cometer los mismos errores para no fallar?

Más pareciera que el socialismo fuera una forma de enfermedad mental parecida a la esquizofrenia en la que se insiste en hacer lo mismo esperando que el resultado sea diferente.

A ver si un día de estos me da diferente: "uno más uno igual a dos, uno más uno igual a dos, uno más uno igual a dos, uno más uno igual a dos, uno más uno igual a dos, ..."

Todo superstructura política de unas personalidades importantes.

Lo radical sería advertir (y parece que Felipe con su decisión de unirse a una multinacional de la energía lo vio) que Cataluña carece casi totalmente de Petróleo, de Gas, de Carbón y de empresas propias importantes. Igual que toda España, cuyos empresarios harían buen papel en el Moscú de Putin o en el Congo.

Carece Cataluña de Ciencias y de Tecnología, aún siendo la más avanzada de España en ese sentido.
¿Dónde están las Toshiba, Merck, Renault, Peugeot, Citroen, Ford, Siemens, Samsung, Sony incluso Seat -esa empresa alemana?
Si están es tangencialmente y de forma transitoria antes de mandarse mudar a Eslovaquia.

Sí tienen empresas de inmobiliaria y de chacinería -estas últimas a veces son holandesas. Y el Cacaolat Nueva Rumasa, un batido de leche y cacao, que lo tomas y te vas por el caño. Y pretenciosos restaurantes; cosas de llenarse la pandorga.

Una cosa les felicito a los catalanes y barceloneses por NO tener, y es prensa fascista como el ABC, El Mundo, La Razón y tantas otras que crecen en la altura tibetana de Madrid; poco oxígeno y mucho gas contaminante, será por eso. Se nota que las neuronas de catalanes y vascos están mejor nutridas.

Estas conversas de alto nivel político entre catalanes y madrileños me hacen recordar aquello de Borges, de dos calvos peleando por un peine.

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es periodista. Director adjunto y columnista de EL PAÍS. Tiene a su cargo la edición de Cataluña.

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