Pocas instituciones están mejor adaptadas al machismo secular como la presidencia de la República Francesa. Las mujeres en el Elíseo han sido siempre esposas. O amantes. Nunca personas a cargo de la máximo poder ejecutivo, un cargo dotado de mayores poderes que cualquier otra presidencia en Europa. La dulce Francia, el país que dio al feminismo un enorme impulso literario e intelectual, es uno de las naciones europeas donde menos ha avanzado la paridad entre hombres y mujeres.