La otra cara del ‘demasiado grande para caer’ nos explica la crueldad de los recortes sociales: porque afectan ante todo a los que son ‘demasiado pequeños para aguantar’.
Este blog se ocupa principalmente de temas internacionales, con especial referencia a Europa y a la política exterior española. Pero también a Estados Unidos, Oriente Próximo, China y todo cuanto venga a cuento de la conversación con los lectores. 'Del alfiler al elefante' es un homenaje a Manuel Vázquez Montalban.
Lluís Bassets es periodista. Director adjunto y columnista de EL PAÍS. Tiene a su cargo la edición de Cataluña.
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Un llibre que explica, qüestiona i contextualitza com s’ha esdevingut, setmana a setmana, el canvi radical que els darrers quatre anys ha sotragat Catalunya. Des d’abans de la sentència del Tribunal Constitucional, fins avui, quan l’independentisme és en primer pla del debat polític i social.
Crònica, anàlisi i atlas de les revoltes de la dignitat, que van conmocionar al món àrab durant 2011, amb referències i comentaris a tots els països on els joves van aixecar-se en protesta contra l'autoritarisme i les dictadures. Amb un nou epíleg per l'edició catalana.
Una reflexión sobre los últimos años de la industria de la prensa escrita, las dificultades para seguir haciendo periodismo de calidad y la indisoluble relación entre periodismo y democracia.
Balance, atlas político y análisis de las causas de las revueltas de 2011, que han derrocado a cuatro dictadores, encendido enfrentamientos civiles y provocado reformas y convulsiones políticas en la entera geografía árabe.
La otra cara del ‘demasiado grande para caer’ nos explica la crueldad de los recortes sociales: porque afectan ante todo a los que son ‘demasiado pequeños para aguantar’.
El pícaro es listo por definición. El hambre que pasó es lo que define su inteligencia. De ella aprendió a fascinarse por el poder y sobre todo por sus pompas. Conforman el espejo en el que se ve a sí mismo, cuando crezca. Sus relojes, sus coches, sus mansiones, sus barcos. Por eso se arrima al poderoso, le imita, le seduce, le engaña, le convence para que le convierta en su ahijado, su heredero, su sustituto, su sombra, su cuerpo y su alma al fin, hasta ser él mismo el poderoso al desnudo que viste y calza y encuentra un pícaro que también le ría las gracias.
Algo anda muy mal en una sociedad cuando son los ricos los únicos que piden que se les haga pagar impuestos. ¿Qué se traerán entre manos? Significa en todo caso que la palabra solidaridad se ha convertido en una cáscara vacía al servicio de la retórica.
Decimos ‘demasiado grande para caer’ pero con frecuencia confundimos la dimensión con el poder. Se ajusta mejor ‘demasiado poderoso para caer’.
No sabía escribir sin marinar sus frases de adjetivos. Luego un amigo le recomendaba que los quitara. Pero le quedaba un texto en los huesos que no servía para nada.
El voto a mano alzada es magnífico para el tumulto. Los brazos se levantan como lanzas antes del combate y no hay más que decir. Si alguien quiere tomarse la votación en serio constituye entonces una invitación trágica: esos pobres brazos solitarios que se oponen a la mayoría, se ofrecen a ser contados como candidatos a la expulsión, la cárcel o la guillotina.
Como guerrilla, torero o pronunciamiento, también indignado está convirtiéndose en un vocablo español adaptado y pronunciado en todas las lenguas.
Un indignado es todo lo contrario de un encuadrado. Este atiende obedientemente al catecismo y al magisterio y es una fabricación de la sociedad jerárquica. Los encuadrados siguen al Che o a Cristo, mientras que los indignados huyen de santurrones y redentores como gatos escaldados. El indignado solo atiende a su propio criterio y, sobre todo, a su indignación, y la única jerarquía que admite es la que se impone en la espontaneidad de la plaza. A veces manipulada, claro está, porque nada es más deslizante que la democracia directa, capaz de convertirse en la fórmula secreta del autoritarismo para meter en el redil a esas ovejas descarriadas e indignadas.
Hay dos estilos de ejercer el poder en este oficio. Uno es grandilocuente e impone su agenda por escrito con frases como retos. El otro es discreto y lo hace en privado y sin testigos.
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