La encuesta de la universidad de Maryland, sobre la que ya empecé a escribir ayer, ofrece una visión muy amplia de los cambios y estado la opinión en cinco países árabes, a los que pertenecen los 3.000 ciudadanos preguntados sobre temas que van desde el liderazgo mundial hasta la propia identidad. Los resultados, como se verá, están llenos de datos alentadores y de indicios inquietantes, propios todos ellos de sociedades en ebullición, en las que compiten ideologías y actitudes muy conservadoras y a la vez posiciones muy abiertas y modernas, sin que puedan deducirse todavía tendencias muy definidas. Una de las más claras, en todo caso, es la fuerza del islamismo moderado turco como modelo y la dificultad de Estados Unidos para mantener a toda esta región bajo su influencia.
La Primavera Arabe parece haber roto el pesimismo tradicional de las sociedades árabes: un 55 por ciento ve con optimismo el futuro del mundo árabe después de las revueltas, frente a un 23 por ciento que ve las cosas igual que antes y 16 por ciento con mayor pesimismo. La interpretación que suscitan las revueltas es muy significativa. Un 57 por ciento piensa que se trata de movimientos de la gente normal por la dignidad, la libertad y una mejora en sus vidas. Un 16 por ciento considera que corresponde a un intento de sectas o partidos por alcanzar el Gobierno. Y un 19, de poderes extranjeros por controlar sus países.