Lluis Bassets

Con silenciador

Por: | 18 de diciembre de 2011

Ya no se hacen guerras así. Ahora son silenciosas. Con agentes secretos en tierra, camuflados entre la población, y luego el zumbido nocturno de los drones. Asesinatos selectivos ni siquiera reconocidos como tales: un tipo que desaparece de la puerta de su casa en Teherán, otro que fallece de un ataque cardiaco en un balneario de lujo. Accidentes aéreos o de automóvil, incendios de factorías, virus informáticos que paralizan la producción entera de una planta nuclear. Así son las escaramuzas, las batallas o las armas desplegadas de las guerras sigilosas de las que no tenemos información, que nadie declara ni reconoce y que, finalmente, ni siquiera cuentan con vencedores y derrotados reconocidos y reconocibles.

Esta nueva contienda con silenciador, vaga reminiscencia de la guerra fría, no barre de la escena la acción asimétrica de la guerra terrorista. Al contrario, viene exigida y retroalimenta la acción letal de los suicidas: ¿cuál es la respuesta a un ataque aéreo teledirigido? Es un grado más e incluso una corrección en la asimetría. L

a ecuación de intercambio entre Hamás e Israel es elocuente sobre esta deriva. Cuando un soldado israelí vale 1.000 combatientes palestinos estamos a un paso de la abolición del riesgo humano en el combate: hay que hacer la guerra desde el ordenador, cómodamente instalado en la base. No hablemos del riesgo político: la guerra asimétrica declara vencedor a quien más muertos pone en la pelea y perdedor a quien aparentemente consigue sus objetivos bélicos apenas sin bajas. Todo se juega en quién mantiene más alta la amenaza y obtiene más valor propagandístico; es decir, en la capacidad de disuasión. De ahí que la mejor guerra huye de la retórica, se libra en silencio, se vence sin victoria y es solo eficacia con inmediatos resultados políticos.

La última guerra como las de antes echa ahora el telón. Empezó hace nueve años con los bombardeos y el avance fulgurante sobre Bagdad. Terminó con el régimen de Sadam Husein en 21 días. El presidente que la declaró se proclamó vencedor en una escena de la que luego se ha arrepentido: descendió en un caza pilotado por él mismo sobre el portaaviones USS Abraham Lincoln, frente a las costas de San Diego en California, a miles de kilómetros de las aguas del Golfo, y allí pronunció un discurso bajo una pancarta donde decía “Misión cumplida”, la frase que tuvo que tragarse. Lo peor todavía no había empezado en Irak.

Con ataques similares a los que lanzó Al Qaeda contra las Torres Gemelas y el Pentágono el 11-S terminaban las guerras del pasado: eran el asalto final al corazón de la potencia enemiga. El siglo XXI recién inaugurado subvertía así la misma sintaxis de la guerra, de la que ahora, con el mutis final en Irak, tenemos el último y discreto episodio. Los soldados se van en silencio en el momento en que el silencio se apodera de la guerra.

Hay 8 Comentarios

Bien, ya tenemos nuevo gobierno y nuevo ministro de Economía, antiguo responsable de Lehman Brothers para España y Portugal. Así de primeras, la primera medida que voy a tomar es ponerme a leer 'La economía del miedo', de Joaquín Estefanía, que viene como anillo al dedo pues lo que viene me da que es de miedo al cubo.

'EL PAÍS' nos informa hoy que el gobierno iraquí 'se descompone tras la salida de las tropas USA' del país, salida PREMATURA decidida por OBAMA. Nos informa también El Pais que el gobierno ha quedado en manos de los chiitas! (lo ayatolas festejan!). Ya lo dije mas abajo, ese riesgo INVENTADO sin necesidad por Obama lo pueden poner a éste como el peor Presidente USA de la historia, si se complica también Egipto, y si la crisis económica no va quedando atrás.

Podría referirse a lo que está ocurriendo en el espacio llamado LA COMUNIDAD en este diario. Justo queda en el extremo derecho de la página virtual en la que sale publicado su blog.

Con silenciador se hacen las guerras y con silenciador se hace política. Rajoy es un ejemplo estruendoso de esto último. Hablar sin decir, recolectar sin sembrar, invertir sin recaudar, gastar sin ingresar. Decir la verdad sin detallar, que suena parecido a aquello de que con retraso, la justicia no es justicia. Y ante todo, no tratar más que lo prioritario, no tanto porque no se pueda con otros asuntos que no lo sean como porque tampoco se trata de quemarse tan pronto encendiéndose por varias mechas. Y este me parece un poco el resumen de este discurso de investidura, más cercano a un concurso de monologuistas, pero con uno solo ganador con carácter previo, lo haga bien o lo haga mal. Este me parece que va a ser el signo de esta legislatura que comienza: broma sobre broma, aunque la broma sobre, pero les sobran manos para aplaudir y pasar por encima de todos los demás. Al Club de la Comedia le ha salido un duro competidor.

LO IMPORTANTE es que Sadam Husein ya no puede gasear a kurdos, ni a chiitas, ni a iraníes, ni a kuwaities, ni a nadie!! con esas Armas de D.M. que 'dicen' que 'no tenía'!! Barak Obama se lleva a sus muchachos de Irak antes de tiempo, y ya veremos si el próximo Presidente USA no se ve obligado a retornarlos. La demagogia populista en la Casa Blanca puede hacer estragos, por ser la 1ª potencia del mundo, tal y como vemos HOY en Egipto, con su economía en ruinas por el ascenso islamista que Obama se empeñó en facilitar liquidando a Mubarak 6 meses antes de las elecciones! y por su empeño actual de 'ceder el poder al pueblo'. Egipto e Irak pueden levarnos a guerras muy ruidosas 'sin' silenciador, sobre todo si los islamistas rompen la Paz con Israel en el Nilo, y si los ayatolas se hacen con el control de Bagdad, dos gravísimos riesgos INVENTADOS por Obama sin necesidad. Al loro!

Curioso. No se si la guerra será silenciosa o no, pero sí está claro que los duendes de la Revolución virtual se van ha apoderar de todo cuanto puedan. Hoy en Cartas al Director aquí en El País, Mariana Viada, comenta al respecto: "Se podría decir que, como sociedad, hemos perdido completamente la fe en la política. Desde luego es así en mi caso y, sin embargo, todavía parece quedar esperanza. O al menos eso pensaba mientras leía el artículo de la ley Sinde sobre cómo Zapatero decidió no tirar hacia adelante la reforma debido a la presión en las redes sociales. Me gusta creer que podemos ejercer algún tipo de influencia aunque sea desde detrás de una pantalla. Hoy en día, vale más una revolución cibernética que no una manifestación multitudinaria en las calles. Ahí solemos acabar cansados, afónicos o con represión policial y sin resultado aparente; mientras que, a tiro de ratón, hemos sido capaces de parar una reforma de ley o conseguir que la continuidad en antena de un programa como La noria pendiera de un hilo. No sé si debemos emocionarnos o dejarnos engañar por esta aparente obtención de poder... pero desde luego, es mucho mejor que nada.


En la Tribuna: Mario Vargas Llosa relata casi hace el prólogo de "El puño invisible" del libro de Carlos Granés que describe magníficamente: "Granés no puede evitar que su ensayo sea la constatación de un enorme desperdicio. ¿Qué quedó de tanta alharaca y desvarío? En cuanto a obras concretas, casi nada". Y termina con una colosal frase: "Por eso, sólo al terminar este magnífico libro descubren los lectores la razón de ser de su bello título: aunque en cien años de vanguardia no construyera muchas cosas inmarcesibles en el dominio del espíritu, el poder destructivo de ese "puño invisible" sí
fue cataclísmico. Ahí están, como prueba, los escombros que nos rodean".


Por asimilación de escenarios, bien podemos aplicarlo a la situación actual de crisis de identidad socio económica, solo hay que mirar los escombros al rededor: 5 millones de parados in crescendo en España y quién sabe cuantos dicen que ¿200 millones en el mundo? yo pienso que son muchísimos más. Mueren de hambre al año varios millones de seres humanos cuando millones de toneladas de alimentos se desperdician o simplemente dejan podrir; más de 2,5 millones de viviendas están vacías o infrautilizadas y la pobreza ya rebasa los 2 millones de familias. El escombro humano pronto unirá y hará de puente entre África y Europa y, el resto de continentes.


Esperemos que las tormentas solares previstas para el 2012 no paralicen la tecnología existente y necesaria para la revolución en marcha

Y tan en silencio. Qué hay más difuso y silencioso que la llamada guerra contra el terrorismo. La falta de sedes sociales y territorios a invadir, la disgregación global del enemigo, en una palabra, obligan a nuevas formas de guerra, sobre todo para estrategia defensiva. Se vive la guerra en escenarios de paz pero sin que la guerra se apodere de ellos. De los campos de batalla expresamente concebidos para tal cosa en siglos pasados, unos a un lado, otros al otro, pasamos a los ataques militares de objetivos civiles en territorio enemigo. La guerra se hacía notar con chillidos de sirenas, bajadas a refugios antiaéreos, distribución de cartillas de racionamiento, declaración de estados de alarma, etc. La guerra se metía en casa. Hoy los ataques siguen siendo contra objetivos civiles, contra inocentes y desarmados, pero la guerra ya no se viste de camuflaje verde oliva sino con Levi's. No hay incursiones bélicas o raid aéreos masivos sino atentados y suicidas con precisión quirúrgica. Pero la vida atacada sigue su curso, un funeral de Estado, y si se tercia, se instauran nuevas normas de seguridad (el único efecto colateral en la vida cotidiana de la población), sin que afecte lo más mínimo a la libertad para movernos por doquier, salvo lugares especialmente calientes, puestos en cuarentena. Podría decirse que esta guerra es más llevadera, salvo catástrofe terrorista con el átomo como protagonista, desconocida hasta ahora. Podría decirse, parafraseando a Churchill, cuando decía aquello de que la democracia es el menos malo de los sistemas políticos, que la nueva guerra silenciosa es la menos mala de las guerras.

América abandona físicamente Irak.
Su inicio comenzó con altavoces de la prensa bien pagada para promocionarla. Su fin es silencioso. El llanto de niños malformados, de las viudas, y la rotura del tejido social seguirá como señal de cobardía de la democracia del siglo XXI.

La guerra en Irak no ha terminado a pesar del anuncio del presidente Obama, de la misma forma que su antecesor anunciara aborde del portaviones en mayo de 2003. Ambos presidentes mienten, de igual forma como lo hace su prensa cómplice. Los motivos de la invasión de Irak fue acabar con la dictadura de Saddam con el terrorismo, y encontrar las armas de destrucción masiva. Nada de esto se ha conseguido salvo la muerte del dictador pero con un precio muy alto que pagaron los ciudadanos iraquíes, centenares de miles de víctimas. Washington pagó con la vida de más de 5.000 soldados norteamericanos, más de billón de dólares de la arca norteamericana. Y hacer de Irak el modelo de la democracia ejemplar que se extendería a toda la región. ¿Qué diríamos de esto?
El terrorismo que nunca existió anterior a marzo de 2003, no deja de causar víctimas desde esa fecha. El país está en manos de un presidente cualificado por su sectarismo religioso y étnico además de su venganza hacia el partido del régimen derrocado Baas, sin importarle que quien paga son sus conciudadanos. Los gobiernos que ocuparon la silla son liderados por corruptos y ladrones, títeres del invasor cuyo único interés es robar la riqueza del país dejando los ciudadanos sufriendo del hambre que no conocieron bajo la dictadura, de la falta de servicios sociales y la falta de electricidad y agua corriente en sus hogares.

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es periodista. Director adjunto y columnista de EL PAÍS. Tiene a su cargo la edición de Cataluña.

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