El guión es trepidante. Como siempre, pero en cada ocasión con su ritmo y color propio. En el final de este cuatrienio, llega la función con un mega huracán de por medio y las obligadas calabazas de Halloween. Si supieran los americanos lo que significan entre nosotros se convertirían en el símbolo de los electores indecisos, a los que ninguno de los dos candidatos ha podido convencer todavía. O de los factores imprevistos que hacen descarrilar las campañas más meticulosas y calculadas. “La deriva del huracán Sandy les recuerda (a los políticos) hasta qué punto la democracia puede estar fuera de control”, ha escrito Peter Baker en el New York Times. Todos los esfuerzos de los dos candidatos se dirigen a que los indecisos no les den calabazas el día 6 de noviembre.