Las diferencias son evidentes. La Turquía de Erdogan es una democracia; el Túnez de Ben Ali y el Egipto de Mubarak eran dictaduras. La economía turca crece al 5 por ciento anual, y sigue y sigue, mientras que la española o la griega están en recesión y llevan ya cinco años de sufrimiento. Estas diferencias bastan, aunque hay más, para dejar claro que nada tiene que ver la protesta desencadenada en la plaza Taksim de Estambul con las primaveras árabes o con los indignados del 15-M español.
El juego de las diferencias no es una banalidad. No es lo mismo una revuelta para derrocar una dictadura que una protesta contra el rigor presupuestario. Pero a veces subrayar las diferencias sirve más para ocultar que para conocer. Veamos si tienen sentido las semejanzas, que las hay.
Respecto al mundo árabe hay una primera y de fondo: la pirámide de edad. Nada favorece más la protesta e incluso la revolución como la existencia de una abundante población joven y educada. En ambas cuestiones los turcos están más cerca de los países árabes que de los envejecidos países europeos, aunque no lo estén en riqueza y en costumbres.
Y en relación con esta nueva forma de comunicación individual, que es a la vez colectiva y masiva, otra semejanza matizada: la avería de los medios de comunicación tradicionales. Por mal funcionamiento allí donde hay democracia, o por bloqueo sistémico, como en el Túnez monolítico de Ben Ali o en el Egipto de Mubarak, autocrático aunque algo más tolerante con la disidencia periodística.
En las actuales protestas turcas, la prensa y la televisión han reaccionado tarde y mal ante el estallido, pero no mucho mejor que lo que sucedió en España con los indignados. Con la salvedad de que la democracia turca maltrata a los periodistas como en pocos lugares: 49 están en la cárcel, a los que se añaden ahora los tuiteros detenidos.
Llegamos así al punto en común más relevante. Occupy Wall Street, los indignados españoles, la generación a rasca portuguesa, la primavera árabe o el amago de primavera rusa de principios de 2012 confluyen en una enfermedad que comparten democracias, dictaduras y medio pensionistas, como es la crisis de representación política y el divorcio entre las instituciones y los ciudadanos.
Esta crisis es más evidente y explosiva allí donde la ausencia de libertad era absoluta, como en las dictaduras árabes, por supuesto. Es descarada aunque no tan explosiva en la democracia soberana con que se disfraza Putin. Pero también es rotunda y de nuevo similar a las democracias occidentales en el caso de Erdogan, el personaje en el que se concentra todo el problema del divorcio turco y que constituye el auténtico hecho diferencial.
El primer ministro turco está atrapado en la trampa del éxito, de su éxito. La mayoría en las urnas que exhibe en desafío a los manifestantes es el corsé que le impide reaccionar de forma inteligente, como ya están haciendo otros dirigentes del AKP.
Su deslumbrante carrera política ha dado tres mayorías sucesivas y crecientes al islamismo democrático; ha conducido al país a una senda de crecimiento continuado en la década que lleva en el poder; y ha situado a Turquía en el mapa emergente, entre la Unión Europea, la Conferencia Islámica y la Alianza Atlántica, como protagonista central del complejo tablero donde se unen Europa, Asia Central y Oriente Medio.
Pero tiene un carácter intratable. Es arrogante, intimidatorio y provocador. Su ideología islamista es entrometedora. Y le corroe una voracidad política sin mesura, que le impulsa a perpetuarse en el poder y a eludir cualquier forma de contrapoderes.
Con este conflicto está echando dos pulsos secretos, uno con su partido y otro con los jóvenes laicos urbanos, hartos de prohibiciones y limitaciones en su vida cotidiana. Erdogan quiere que sean piadosos musulmanes y que ejerzan su libertad dentro del estricto cumplimiento de los preceptos y las costumbres fijadas por el islam.
Muchos jóvenes desde Marruecos hasta Egipto estarán observando con atención este enfrentamiento. Y también muchos islamistas, que ya están introduciendo restricciones similares en sus países. Según como caigan los dados, Erdogan se parecerá a Morsi o incluso a Putin. Y no exportará entonces el modelo turco a otros países islámicos sino que importará de Egipto el de los Hermanos Musulmanes.
Hay 11 Comentarios
Todos los estados temen el desorden. El desorden genera entropía, lo que en términos políticos significa incertidumbre. En los estados, así llamados democráticos, las concentraciones que se salen de los cauces que el sistema prevé pone muy nerviosos a los políticos que no saben con que tipo de material deben lidiar Lo primero que hay que decir es que si la casta política representa parte, de aquel el 1% que dirige el mundo, los concentrados en las plazas no representan el 99% restante. Lo que ocurre es que la realidad vista desde el foco del periodismo tiene que desenfocar el océano adyacente a un hecho para poder enfocar el hecho en sí mismo. No se trata de mala fe, es una simple cuestión física. El movimiento de los indignados o el de Occupy wall street, no representan el 99% de la población, eso es un mito promovido por ellos mismos, la verdad es que solo se representan a ellos. El tratamiento que se da a estas concentraciones es diferente en función de los intereses que promueva el que trata la información. Lo de Túnez, Egipto y Libia de una manera y lo de Estambul, Madrid, o New York de otra. Un estado bien pertrechado puede combatir mejor el caos que un estado débil y desprotegido. Los estados, así llamados democráticos, invocan la santa democracia para frenar las demandas de los manifestantes que no tienen afiliación política, que son considerados al margen de la legalidad o en una línea muy fina que divide esta; “¡¡¡preséntense ustedes a las elecciones a ver que tal, sean democráticosl!!!” Es el discurso de los políticos, que ven como unos pocos individuos les roban el protagonismo de la actualidad. Los países del Medio Oriente y África mediterránea están peor preparados para combatir el caos, y son más vulnerables a la manipulación de sus plazas y concentraciones para fines políticos, desde fuera o desde dentro. El desorden se combate de manera parecida en todos los estados, sea cual fuere su condición, una semejanza muy elocuente; cargas policiales, con abuso de autoridad incluida según el caso. Los resultados en cada caso son inciertos, en Madrid, New York, o Estambul la repercusión de estas movilizaciones es escasa. En Oriente Medio es más transcendental, si bien las revoluciones de colores no han logrado los supuestos objetivos pretendidos, a saber; “una vida mejor para sus ciudadanos”. Por el contrario, las cosas en muchos casos han ido a peor, en comparación con el momento que se produjeron las concentraciones. Una conclusión, por otro lado, esperada
Publicado por: orin | 09/06/2013 18:48:39
En Siria hay dos grupos enfrentados, por un lado está el régimen con dos aliados que lo defenderán a muerte, Hezbollah y el Ejercito Revolucionario iraní, y por el otro lado están la oposición interna y externa. La primera más política que defensora de los combates y rechaza la intervención o la ayuda de terceros. La segunda, todo lo contrario, hasta ha demostrado inclinación de pedir la ayuda del declarado enemigo de todo los árabes, Israel. Son los rebeldes, ejército libre, o revolucionarios, llámese como quiera, representados por un grupo de disertados militares y 10 frentes islamistas siendo los más reconocidos Al Nasra, Ahrar el Sham y alFarouk y por último el partido de Unión Democrática de origen kurdo. Cada uno con una agenda que vela por los intereses del país que le da el apoyo financiero.
En Turquía (por lo menos hasta ahora, aunque el PM Erdogan acusa a elementos ajenos al pueblo turco detrás de las violencias), como en Siria sucedió a igual manera que en los demás países de la primavera árabe, las manifestaciones se iniciaron con carácter pacífico y luego se extendieron las manos extranjeras con una agenda que no oculta su objetivo, derrocar al régimen aunque con ello lleguen a destruir la nación. En política la arrogancia ofusca la consciencia de las personas y les hace ignorar la existencia del otro al que describen como “ratas del desierto”, “pingüinos “… etc. y cuando recapacitan y quieren sentarse a negociar sería tarde. Todo se ha echado a perder y el crimen contra el pueblo se habría cometido ya.
¿Sería Erdogan tan sabio para salirse de esta antes de que sea muy tarde?
Publicado por: Pablo Nik | 08/06/2013 12:22:30
Después de observar detenidamente el panorama turco, podemos observar que hay bastante diferencia en torno a la cosmovisión de Turquía entre, pongamos, un campesino de Anatolia y un joven universitario de Estambul o Ankara. Erdogan encuentra su mayor caladero de votos en un entorno rural conservador , que suele emigrar a las ciudades en busca de una mejoría en el estatus social y económico. Erdogan es un buen gestor, tiene bastante experiencia (gobierno de Estambul), y relativamente moderado. Sin embargo, desde que es presidente del país, su ideología musulmana le hace tomar disposiciones que confrontan el legado kemalista, que de una u otra forma, es el que ha permitido a los turcos tener presente la laicidad del Estado frente a la profesión de fe. Si hay algo desastroso siempre, es cuando la religión empieza a dirigir la vida social y legal de un país. Porque en ese proceso, se deja de lado la singularidad del individuo para ponerlo bajo la óptica omnímoda de un forma de ver la sociedad.
Los españoles de más edad lo recordarán, esa forma en la que el Régimen y la Iglesia se justificaban mutuamente.
Por eso, que el gobierno de Erdogan considere que hay que forzar a los turcos a no tomar alcohol o la presencia del hiyab (que es un símbolo religioso) en lugares neutros, así como la construcción de mezquitas en lugares públicos como universidades, junto con la concesión a las escuelas religiosas (normalmente privadas o concertadas) para enseñar a partir de los ocho años (antes era a partir de los doce), hacen temer que el laicismo del Estado turco pueda desaparecer en favor de una interpretación musulmana conservadora, como podría inferirse de un 60% de la población, que es suní. Por supuesto, este sería un proceso a largo plazo.
¿Se considera Erdogan un reverso de Atatürk? Podría serlo, pues está considerando usar el peso político del AKP para reformar la Constitución, de forma que se derive hacia un sistema presidencialista. Esto le permitiría renovar mandatos, e incluso ver el centenario de la revolución de Atatürk desde una cómoda tribuna política en el 2025.
Publicado por: Lambda | 07/06/2013 21:34:42
Los jóvenes laicos urbanos son una especie existente creada ad hoc por el periodismo sin fronteras. Otra semejanza pues, el joven laico apolítico, desde el ocupa de wall street, hasta el de la plaza de Taksim, pasando por el de la puerta del sol. Son jóvenes cuya religión es twitter, facebook y su iglesia la red social. Todos tienen algo en común, no piden un mundo mejor, ni más justo. Todos en general quieren vivir mejor, eso sí. Esto es un afán muy comprensible en la biología de cualquier ser vivo. En general piden; más libertad, mejor educación, y un porvenir. Nos son como los antiguos jipis, dispuestos a cambiar el mundo. Los jóvenes de hoy adoran el mundo donde viven, aquel que les permite su dosis diaria de Twitter y Factbook intravenosa, enganchados como zombis a la red social. Ellos no han creado la red, la red fue en sus principios un artefacto militar, pero ellos no lo saben. Lo militar y lo social tienen axones que son los estados, que ahora utilizan el cordón umbilical de la red para nutrirse de información. No hay violación de la intimidad porque la red es pública. Esto es lo que aún no entienden los países no democráticos, que la red de redes beneficia sus intereses en vez de ir contra ellos. Los estados, así llamados democráticos, lo han entendido muy bien. Las redes, como los periódicos, tienen dueños, y por tanto son accesibles. Si bien al joven laico y urbano (o esa figura mitificada que acaso no existe), le parece un mundo paralelo sin conexión directa con la realidad, sin entender que la red es, sobre todo, un instrumento del poder. Claro que no siempre estos instrumentos son suficientes para conseguir los objetivos. Los jóvenes de Tiananmen (otra plaza que casualidad), no consiguieron derrocar a Deng al estilo de la operación Ajax, los iniciados eran los mártires sobre los que debía construirse la destrucción de Deng Xiaoping. Las redes sociales son fábricas de emociones, aquellas que los axones políticos de todo el mundo necesitan para movilizar las fuerzas en el sentido deseado. Si no existen o se niegan, hay mezquitas e imanes que las sustituyen. Aquí, se habrán dado cuenta ya, la semejanza son las plazas, marmitas donde se cocinan las emociones, también llamadas revoluciones de colores o primaveras, el flower power de los años sesenta. En otra plaza. En la de Tahrir, lo que se cocinó fueron hojas de loto, servidas en primicia a la opinión pública por la prensa sin fronteras. Un cambio de régimen no garantiza un cambio en las estructuras sociales. Las revoluciones de colores son operaciones de maquillaje, y el maquillaje es también una estrategia de supervivencia.
Publicado por: orin | 07/06/2013 21:19:18
Una de las semejanzas oportunas es por cierto la corrupción. En un sistema dictatorial militar o monárquico de perfil represivo, la corrupción económica se entiende es parte del sistema. Pero hete aquí que en los sistemas democráticos también hay corrupción, y robo sistemático al contribuyente y sus ahorros. Además el sistema económico global, ha permitido un expolio de proporciones planetarias. No podemos decir que la corrupción de un sistema democrático sea menor que la de un sistema dictatorial al uso. Al menos en sus cifras y repercusiones, empobrecimiento extraordinario de la población, suicidios incluidos. La violencia es otra semejanza oportuna que iguala los sistemas democráticos de los que no lo son. Pena de muerte, cárceles abarrotadas, terrorismo, masacres en colegios, son algunos de los actos violentos internos de los países democráticos. De cara al exterior; abuso de poder, exterminio sociedades enteras, guerras por el control energético, presentadas como lucha contra el terrorismo y por la libertad de los otros (que imaginación), que traen miseria muerte y destrucción y poca o ninguna libertad. El curriculum de los países democráticos en cuanto a la violencia y corrupción, nada tiene que envidiar a los llamados dictaduras militares, repúblicas islámicas, y monarquías árabes represivas. En fin, todos somos organismos vivos pateando en el tubo de ensayo.
Publicado por: orin | 07/06/2013 10:11:23
A pesar de tanta semejanza, por lo menos su espontaneidad, aparente entre las revueltas turcas y las revueltas de la llamada primavera árabe, también se encuentre tanta diferencia entre la naturaleza y motivos entre las mismas, siendo las árabes en contra de dictadura corruptas fracasadas en cada uno de sus objetivos y promesas. Mientras Turquía es un país con buen índice de desarrollo y crecimiento a todos los niveles.
Hay una similitud entre lo que se ve en Turquía y lo que fue de manifestaciones en Nueva York, Londres y otras ciudades occidentales de protestas sindicales jóvenes y las políticas económicas actuales. Incluso cuando Thatcher se enfrentó en un conflicto emergente entre las fuerzas emergentes y otras en declive.
No hay que olvidar que Turquía fue gobernada durante más de ocho décadas por una elite laica Kemalista que trabajó duro para excluir e, incluso, para abolir la competencia de las otras elites islamistas y conservadoras.
Recordemos la ejecución de Adnan Menderes después del golpe de Estado en 1960, y posteriormente alejó a Erbakan y resolvió su partido en varias ocasiones, y el mismo Erdogan sufrió de la encarcelación y la privación de sus derechos civiles, antes de convertirse en primer ministro electo.
La política de Erdogan cambió realmente el mapa político del país, lo posicionó en número 6 a nivel europeo y 15 de la economía mundial. Mejoró el estatus de los pobres pero también a expensas de otros. Estas elites kemalistas se vieron frente a la mayor amenaza tras el reciente acuerdo entre el gobierno y los líderes kurdos, ya que la exclusión de los kurdos, con la exclusión de los símbolos del Islam, fueron los componentes más importantes de las doctrinas kemalista.
Sin olvidar por último el neoliberalismo que se intentan algunos a describir la política de Erdogan, junto a la violencia y dureza de mano policial con que enfrentaron a los primeros jóvenes en manifestarse contra el daño ecológico que supondría la construcción del centro comercial. Esta mano dura fue más que suficientes para incitar a los manifestantes a responder con vandalismo y desafío claro en más de una ciudad. Pero, ¿dónde está la democracia que nos obliga protestar pacíficamente y a través de las elecciones?
Es la desesperación juvenil acumulada y de universitarios la que es capaz de cambiarlo todo.
Publicado por: Pablo Nik | 07/06/2013 0:24:34
Con el buen progreso que consiguió el país gracias a la democratización, sin quitarle el carácter islámico, también hay que reconocer otros dos importantes hechos: la pacificación con los kurdos y el alejamiento del dominio político de los militares. ¿Habrán sido estos con la políica económica del gobierno lo que provocaron estas revuelts?
Publicado por: Pablo Nik | 07/06/2013 0:09:09
Es verdad, también a mi se me ocurren semejazas y diferencia. Es un terreno pantanoso donde no se sabe quién es qué o para qué. Ya era un clamor lo que ahora es una realidad. Para mi la democracia ya no es “el modelo”. Cuando comparo, busco diferencias y semejanzas, ya no me parece que la democracia sea un patrón válido. Una democracia también puede ser injusta con sus ciudadanos, terrible y mortal para sus enemigos, criminal y brutal. En general los países democráticos utilizan la retórica de la libertad para hacer de su capa un sayo, y con la bandera democrática masacrar literalmente países. Todo este lío, este juego de máscaras, desaparece si se mira por el microscopio científico de los organismos vivos. Es entonces cuando las semejanzas se acentúan y las diferencias se comprenden mejor. Mirar la humanidad por el microscopio biológico me reconcilia con ella. Todos somos organismos pateando en un tubo de ensayo que es este mundo. Todo cobra sentido entonces.
Publicado por: orin | 06/06/2013 23:59:53
Uy, que me parece que los dirigentes turcos y españoles no solo comparten el invento de la Alianza de las Civilizaciones. Aquella idea la compartió Zapatero con Erdogan y ahora parece que Rajoy quiere compartir con él el de la fanatización, cada uno por la vía sagrada que les es más afín. Una verdadera alianza de incivilizados.
Publicado por: Ciro2 | 06/06/2013 16:28:29
¿Puede Turquía entrar en la UE, realmente? A mí me parece que si lo hace la Unión quedará como un Cristo con dos pistolas. Otra cosa es que nosotros nos islamicemos y así desentone menos, que entre la islamización erdoganiana y la cristianización rajoyana no hay tanta diferencia. Quién sabe, igual nos echan a nosotros también.
Publicado por: Ciro | 06/06/2013 16:15:43
En vez de poner una diferencia yo pondría - salvando todas las distancias - una similitud entre España y la actual Turquía, la injerencia de la religión - la que sea - en las estructuras del estado. Mezclar ambas cosas no favorece la democracia y las creencias religiosas - las que sean - deberian quedarse en sus templos y dejar al estado solo en su laicidad. Mezclar ambas cosas solo favorece a los intereses de las altas jerarquías religiosas, nunca a los abnegados ciudadanos.
Publicado por: paloma | 06/06/2013 10:46:44