Lluis Bassets

Sobre el autor

es periodista. Director adjunto y columnista de EL PAÍS. Tiene a su cargo la edición de Cataluña.

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Mis libros

Cinc minuts abans de decidir

Cinc minuts abans de decidir

Enmig del vendaval independentista

Un llibre que explica, qüestiona i contextualitza com s’ha esdevingut, setmana a setmana, el canvi radical que els darrers quatre anys ha sotragat Catalunya. Des d’abans de la sentència del Tribunal Constitucional, fins avui, quan l’independentisme és en primer pla del debat polític i social.

L'any de la revolució

L'any de la revolució

Com els àrabs estan enderrocant els seus tirans

Crònica, anàlisi i atlas de les revoltes de la dignitat, que van conmocionar al món àrab durant 2011, amb referències i comentaris a tots els països on els joves van aixecar-se en protesta contra l'autoritarisme i les dictadures. Amb un nou epíleg per l'edició catalana.

El último que apague la luz

El último que apague la luz

Sobre la extinción del periodismo

Una reflexión sobre los últimos años de la industria de la prensa escrita, las dificultades para seguir haciendo periodismo de calidad y la indisoluble relación entre periodismo y democracia.

El año de la Revolución

El año de la Revolución

Cómo los árabes están derrocando a sus tiranos

Balance, atlas político y análisis de las causas de las revueltas de 2011, que han derrocado a cuatro dictadores, encendido enfrentamientos civiles y provocado reformas y convulsiones políticas en la entera geografía árabe.

¿AUN PODEMOS ENTENDERNOS?

¿Aun podemos entendernos?

Conversaciones sobre Cataluña, España y Europa
REIVINDICACION DE LA POLÍTICA

Reivindicación de la política

Veinte años de relaciones internacionales
La oca del señor Bush

La oca del señor Bush

Como la Casa Blanca ha destruido el orden internacional

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El mapa secreto del poder mundial

Por: | 31 de octubre de 2013

Josep Pla clasificaba a la gente según tres categorías: amigos, conocidos y saludados. Los espías de Estados Unidos hacen algo similar a la hora de negociar sus asuntos: con los amigos establecen una cooperación que denominan exhaustiva, con los aliados una cooperación a la que llaman focalizada y con los saludados una cooperación limitada. El resto son rivales o directamente enemigos, sujetos a un espionaje total y sin relación cooperativa alguna.

Creemos saber mucho de los servicios secretos, pero también debiéramos saber que siempre será poco lo que sabemos en comparación con lo que no sabemos: the unknown unknown, "lo desconocido que no conocemos" con que Donald Rumsfeld, secretario de Defensa de Bush, se refería a las inexistentes armas de destrucción masiva de Sadam Husein. Sabemos que el círculo más estrecho de los amigos de Washington se fraguó durante la Segunda Guerra Mundial, a partir de la Carta Atlántica, y fue luego denominada Five Eyes (Cinco ojos), un acuerdo entre estadounidenses y británicos para espiar sobre todo a los soviéticos, al que se añadieron más tarde Canadá, Australia y Nueva Zelanda. Pero poco sabíamos, hasta la irrupción de Edward Snowden con sus documentos y sus revelaciones, de los siguientes círculos de conocidos y saludados de Washington.

Hay muchos mapas del mundo. El geográfico trata del emplazamiento y la extensión de los países y es absolutamente superficial, aunque nos orienta sobre la cuestión crucial del espacio geopolítico, su vecindario o sus fronteras. El demográfico también nos explica mucho sobre el poder potencial de los países, escaso para los que tienen una pirámide de población que envejece y mayor para los que poseen un ancho zócalo de población joven. El económico —PIB, crecimiento, empleo, productividad— se acerca algo más a la realidad; como el militar —tanques, aviones, flota, tropa, cabezas nucleares—, bien revelador en las zonas o puntos calientes. También sigue valiendo el político, con sus colores ideológicos, instituciones y sistemas de alianzas, a pesar de las crisis de gobernanza.

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Pedagogía de la ciudad sin ley

Por: | 28 de octubre de 2013

Política es pedagogía, según expresión ya clásica del socialista catalán Rafael Campalans. Cada declaración, cada decisión, cada gesto o acción, a veces incluso la más formal y protocolaria, contiene una lección política impartida a los conciudadanos. El político que ejerce el papel de maestro proyecta, en estas clases que profesa sin apenas darse cuenta, su idea sobre cómo deben comportarse los ciudadanos y cómo debe ser la comunidad en la que se incluyen, la polis.

Esta idea vale para cualquier representante de los ciudadanos, para cualquier alto funcionario, a veces incluso para un policía o un juez. Un diputado corrupto, un alto funcionario venal, un policía violento o un juez prevaricador, además de cometer un delito imparten con su actuación una lección negativa a sus conciudadanos: si yo me comporto así, vea usted mismo como deberá comportarse para defender sus derechos y evitar que esta sociedad le arrolle.

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Hipocresía sin fin

Por: | 26 de octubre de 2013

El teléfono de Angela era una golosina. Nos dicen que lo pincharon los americanos, pero a cualquiera le viene a la cabeza que por la misma regla de tres también pudieron haberlo pinchado los rusos o los chinos. Es un escándalo, ciertamente. Sobre todo que la mujer más poderosa del mundo hable por un teléfono pinchable. Hay muchas piezas que no encajan en este rompecabezas. De hacer caso a las vestiduras rasgadas y a las exclamaciones escandalizadas, los Estados soberanos europeos no sabían nada de todo este asunto, jamás habían colaborado con Washington en estos menesteres y tenían a sus servicios de contraespionaje en el desempleo o de vacaciones.

La información es la sustancia de la que se nutre el poder y cuanto más privilegiada y exclusiva más poder suministra a quien la recibe. Imaginar un mundo en el que los gobiernos aliados y socios no se espían unos a otros es un ejercicio de inocencia e irrealismo. Los principios maquiavélicos que guían al poder, cruzados con el uso sin límite de las tecnologías para recoger y analizar información, dan los resultados que conocemos. Todo se puede saber si hay voluntad de saber. El único límite es que no te pillen con el carrito de los helados.

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El presidente discutidor

Por: | 24 de octubre de 2013

Obama es un presidente discutidor. No tan solo no elude el debate, sino que lo alienta. Lo que para unos es una virtud, para otros es inconveniente e incluso defecto. Discute porque cree en la fuerza de la palabra y en su capacidad de convicción.

El presidente discutidor no está ahora mismo en sus mejores horas. Ha pasado la maroma del cierre de la administración y del techo de deuda pero no ha asegurado el éxito de su reforma sanitaria y sabe que solo tiene asegurada la paz presupuestaria con los republicanos hasta enero de 2014. En el flanco exterior, todavía son más alarmantes su debilidad geopolítica y el desprestigio que le procuran el Gran Hermano digital que espía a todos sus amigos y aliados y la muerte a distancia que dispensa desde aviones teledirigidos sobre las regiones del planeta donde los terroristas se mueven más a sus anchas.

En mayo pasado, quiso poner un poco de orden en el capítulo antiterrorista, mediante uno de sus largos y sensacionales discursos, pronunciado en la Universidad Nacional de la Defensa, en el que se propuso "definir la naturaleza y el objetivo de este combate", para evitar que "en caso contrario sea este quien nos defina". Pesaba sobre Obama la guerra inconclusa de Afganistán , la guerra global contra el terror de Bush, el hiriente incumplimiento del cierre de Guantánamo y, sobre todo, su apuesta por los ataques selectivos contra objetivos terroristas y especialmente las efectuadas desde aviones teledirigidos o drones, a pesar de sus devastadores efectos sobre la población civil. "Estas muertes nos perseguirán mientras vivamos, al igual que nos perseguirán las víctimas civiles que se han producido en las guerras convencionales de Irak y de Afganistán", se permitió decir este presidente moralista y discutidor.

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En el ascensor con Manolo

Por: | 20 de octubre de 2013

Desde que empecé, me tropiezo con Manolo. Él tan callado, o mejor, circunspecto, educado, silencioso. Me lo encontré por primera vez en el ascensor. Y solo verle ya empecé a aprender y sacar partido de su presencia, su silencio, su mirada irónica, de alguien a quien se le está escapando siempre una sonrisa.

Aprendí de su escritura sobre todo: yo era por aquel entonces su corrector de pruebas, y todavía me devano los sesos pensando qué podía corregir aquel mocoso de los magníficos artículos de quien era ya un maestro, clandestino casi, pero maestro reconocido. Me cuesta datar el momento, pero debió ser hacia 1970, en la revista CAU, una espléndida e incluso lujosa publicación del colegio de Aparejadores de Barcelona en la que escribía la entera gauche divine.

El último es este, el mensaje desde Auckland de José Colmeiro, que es como sacar un trozo de papel escrito para mí de una botella que la ola deja a mis pies. Yo no soy especialista en la obra de Manolo, le digo. De hecho no soy especialista en nada. A título de colega, con los únicos títulos de mi admiración y mi aprecio a lo sumo. De compañero de cien mil batallitas periodísticas, desde el entusiasmo del antifranquismo hasta las decepciones de la democracia. De alguien con quien me fui tropezando en la vida, coincidiendo en experiencias y en ideas, también discrepando, e intercambiando sonrisas y frases concisas. Quizás esto sirva. No sé.

Todo esto me hace meditar: ya lo entiendo, éramos vecinos, barceloneses ambos, y por eso íbamos tropezándonos, como les sucede a los vecinos cuando bajan a buscar el periódico, a sacar el perro o a llevar el niño al cole. No vecinos de escalera: Manolo vivía en Vallvidrera, en el precioso barrio que hay al lado del Tibidabo, y yo vivía más abajo no lejos del campo del Barça, uno de los lugares de la teoría y también de la mitología montalbaniana. ¿Cómo no íbamos a encontrarnos?

No, no era esta escalera de la que hablo. Era la del oficio, la de las ideas, también la de la literatura. El ascensor de la revista Cau primero; luego enseguida le Escuela de Periodismo donde Manolo fue profesor y maestro de remotas generaciones, incluida la mía; más tarde el vespertino barcelonés Tele/expres, y al final la larga escalera de El País, desde 1984 hasta su muerte.

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El club de los perdedores

Por: | 19 de octubre de 2013

No hay vencedores. Lo ha dicho el presidente Obama, de quien se sabe que es un muy buen analista político, aunque todavía no haya conseguido convencernos de que sea tan bueno como presidente. Y es verdad: todos son perdedores.

El primero de todos, el Partido Republicano. Ha demostrado que no es un partido de Gobierno y que tiene escasas aspiraciones de volver a serlo. Quema a su gente y dilapida su capital político gracias a los extremistas que se han apoderado del partido. Pero ellos tampoco son los vencedores: los chantajistas dejan de serlo en cuanto nadie accede a someterse al chantaje. Les ha doblado el brazo Barack Obama, que no ha cedido ni un milímetro a sus exigencias.

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Héroes flexibles

Por: | 17 de octubre de 2013

Ha llegado la hora de Irán. Los primeros signos del deshielo se notaron en Nueva York, con motivo del viaje del nuevo presidente Hasan Rohaní para participar en la Asamblea General de Naciones Unidas. Pero los primeros pasos acaban de darse en Ginebra, donde su ministro de Exteriores, Mohamed Zarif ha presentado una primera agenda de negociación sólida y creíble.

Irán quiere jugar en la escena internacional. Su demografía, su historia, su peso económico y geopolítico, conducen a los dirigentes del país persa a una reflexión melancólica sobre el limitado lugar que ocupan ahora en el mundo. Justo cuando muchos países emergen desde el subdesarrollo con vocación de protagonismo global, la República Islámica de Irán no levanta cabeza debido a sus más de tres décadas de enemistad con Estados Unidos y, sobre todo, a las sanciones que están golpeando a su economía como castigo a su programa de enriquecimiento de uranio.

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Periodismo de camiseta

Por: | 14 de octubre de 2013

Vaya sorpresa se ha llevado Tata Martino. No sabía que aquí iba a encontrarse con el periodismo de camiseta, la modalidad que arrasa entre reporteros y cronistas deportivos y a la que muy pocos son capaces de sustraerse. O eres del Barça o eres del Madrid. Y todo lo que escribas, preguntes o comentes contará para la victoria de tu equipo y la derrota del contrario.

El periodismo de camiseta va más allá del periodismo de club o de filiación, porque ya no se somete a los intereses, como a veces sucede en este oficio, sino abiertamente a los propios sentimientos e ideas, y por eso es un periodismo de excepción. Lo que vale para el conjunto del oficio, en cuando a neutralidad, valores éticos o reglas de comprobación, queda en suspenso en cuanto entramos en esta región periodística tan peculiar y tan hispánica. En el fútbol, cada detalle cuenta para la victoria y, al final, lo único que cuenta es la victoria. De forma que no hay que desperdiciar energías a la hora de conceder méritos o puntos al adversario. Cualquier cosa puede influir en una futura victoria del equipo del periodista de camiseta. Así que pocas bromas.

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El partido de la Antieuropa

Por: | 12 de octubre de 2013

La izquierda copia a la derecha en economía. La derecha a la izquierda en divisiones y falta de liderazgos. Ambas copian a la extrema derecha en sus guiños contra Europa y contra la inmigración. Y ahí está el resultado: la extrema derecha gana unas elecciones parciales y se sitúa por primera vez en cabeza de los sondeos, concretamente para las elecciones europeas. Esto sucede en Francia, pero de forma menos escandalosa está sucediendo en todas partes.

La fórmula que funciona es la suma de tres factores: nacionalismo, rechazo del extranjero, abominación del establishment político. Quien la ha encontrado en Francia es el Frente Nacional, el partido tradicional de la ultraderecha, pero en otros países quienes declinan estos temas, todos juntos o de forma parcial, son una multitud de alternativas políticas, a veces perfectamente honorables, que prosperan en sondeos y elecciones cabalgando en la antipolítica y a costa de los partidos y de las ideologías tradicionales.

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Democracia secuestrada

Por: | 10 de octubre de 2013

El manual nos dice que hay que distinguir entre las reglas de juego, aceptadas por todos y a todos por igual aplicables, y luego el juego mismo. La experiencia nos indica luego que la realidad es exactamente al revés: el juego incluye el combate por modificar la regla a conveniencia de cada parte. De ahí la dificultad del consenso democrático y la necesidad de que existan árbitros con autoridad, los tribunales constitucionales, para desempatar unas partidas en las que constantemente se cuestiona el reglamento que sirve para jugarlas.

Un buen ejemplo nos lo ofrece estos días la democracia más antigua y sólida del mundo, que, sin duda, es la de los Estados Unidos de América. El partido republicano, con mayoría en la Cámara de Representantes, está boicoteando la aprobación de los presupuestos y se dispone a bloquear la autorización de endeudamiento al Tesoro, a menos que el presidente acceda a derogar, o al menos aplazar, la aplicación de la legislación conocida como Obamacare por la que los ciudadanos sin cobertura médica contarán con ayudas e incentivos de la administración para acceder a un seguro médico a precios razonables.

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