Lluis Bassets

Sobre el autor

es periodista. Director adjunto y columnista de EL PAÍS. Tiene a su cargo la edición de Cataluña.

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Mis libros

Cinc minuts abans de decidir

Cinc minuts abans de decidir

Enmig del vendaval independentista

Un llibre que explica, qüestiona i contextualitza com s’ha esdevingut, setmana a setmana, el canvi radical que els darrers quatre anys ha sotragat Catalunya. Des d’abans de la sentència del Tribunal Constitucional, fins avui, quan l’independentisme és en primer pla del debat polític i social.

L'any de la revolució

L'any de la revolució

Com els àrabs estan enderrocant els seus tirans

Crònica, anàlisi i atlas de les revoltes de la dignitat, que van conmocionar al món àrab durant 2011, amb referències i comentaris a tots els països on els joves van aixecar-se en protesta contra l'autoritarisme i les dictadures. Amb un nou epíleg per l'edició catalana.

El último que apague la luz

El último que apague la luz

Sobre la extinción del periodismo

Una reflexión sobre los últimos años de la industria de la prensa escrita, las dificultades para seguir haciendo periodismo de calidad y la indisoluble relación entre periodismo y democracia.

El año de la Revolución

El año de la Revolución

Cómo los árabes están derrocando a sus tiranos

Balance, atlas político y análisis de las causas de las revueltas de 2011, que han derrocado a cuatro dictadores, encendido enfrentamientos civiles y provocado reformas y convulsiones políticas en la entera geografía árabe.

¿AUN PODEMOS ENTENDERNOS?

¿Aun podemos entendernos?

Conversaciones sobre Cataluña, España y Europa
REIVINDICACION DE LA POLÍTICA

Reivindicación de la política

Veinte años de relaciones internacionales
La oca del señor Bush

La oca del señor Bush

Como la Casa Blanca ha destruido el orden internacional

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Últimas entradas

El principio democrático

Por: | 31 de marzo de 2014

Un nuevo protagonista acaba de irrumpir en el proceso soberanista catalán. Es ni más ni menos que el Tribunal Constitucional, la primera institución que había dejado todos los pelos de su prestigio y autoridad en la gatera del recurso contra el Estatuto catalán, con una sentencia sobre la que hay prácticamente consenso respecto a su carácter de causa inmediata o al menos punto de partida de todos las dificultades de entendimiento entre catalanes y españoles.

La sentencia que todos esperaban ahora iba a ser un mero trámite de anulación de la declaración de soberanía, tal como solicitaba el Gobierno de Rajoy. La idea de unos y otros era que ya estaba en marcha y de forma implacable la máquina de neutralización legal del proceso soberanista por parte del Gobierno, con el instrumento constitucional del artículo segundo --en concreto la parte que considera “la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles” como fundamento de la Carta Magna-- en el centro de la interpretación de la legalidad a disposición del Tribunal.

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El emperador y el Papa

Por: | 29 de marzo de 2014

El chispazo entre estos dos hombres tiene siempre algo de excepcional. Uno representa el mayor poder terrenal y el otro el mayor poder espiritual. El primero se mide por su riqueza económica, tecnológica y científica, poderío militar y capacidad de penetración cultural. El segundo por el número de seguidores, la fuerza histórica del mensaje espiritual y la influencia moral que ejerce más allá de su propia religión.

No es fácil la sintonía entre dos poderes tan extraordinarios, pero que se despliegan en planos distintos y a veces contradictorios. En cuestiones de paz y de guerra, casi nunca consiguen encontrarse, ni siquiera cuando ambos se hallan exactamente en la misma longitud de onda. Las disonancias son frecuentes en cuestión de costumbres y moral sexual. También en política internacional, donde Estados Unidos tiende al unilateralismo mientras que el Vaticano es multilateralista por definición. Pero cuando Washington y Roma entran en resonancia, cosa que sucede en pocas pero excepcionales ocasiones, el desorden del mundo parece súbitamente compensado.

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Resurrección atlántica

Por: | 27 de marzo de 2014

El mensaje de Obama es inequívoco. La OTAN vuelve a tener sentido. El objetivo fundacional de disuadir y repeler cualquier agresión que pudiera llegar del Pacto de Varsovia, la alianza simétrica organizada por Moscú, regresa al frontispicio de la organización. Animada por tales propósitos, consiguió adquirir el prestigio de la alianza militar más exitosa de la historia, puesto que 42 años después de su fundación acabó por vencer a su adversario, desaparecido en 1991, sin un solo disparo.

Pocos dirigentes atlánticos quieren reconocerlo, pero desde la desaparición de la Unión Soviética la alianza buscaba un sentido a su vida. Nada había conseguido llenar el vacío que produce la desaparición de un verdadero enemigo, aunque fuera más por autodisolución y debilidad que por una auténtica victoria. Con la paradoja de que al éxito que acompañó la época fría, sin disparos, le suceden operaciones calientes, casi todas controvertidas y no siempre con desenlace claro, como las intervenciones en los Balcanes, luego en Afganistán, en Libia o en la costa de Somalia contra los piratas.

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Quiebro estratégico

Por: | 22 de marzo de 2014

Del golpe de mano de Putin va a salir un mundo nuevo. Probablemente más peligroso y en todo caso peor que el anterior. La fulgurante crisis ucrania no ha sido una acumulación de desgracias y despropósitos fruto de la casualidad, sino la erupción de un volcán que yacía dormido esperando el momento propicio para abrirse camino por las grietas de la tierra. Pronto nos daremos cuenta de que ya no sirven las viejas ideas.

La multipolaridad, el G-2 formado por Estados Unidos y China, el mundo de nadie, están caducando a toda prisa mientras emergen dos grandes bloques, más permeables que los de la guerra fría, menos polarizados, pero dispuestos a pelearse a cara de perro por la hegemonía, es decir, por el dominio y la influencia territorial, la capacidad de disuasión militar y el control de recursos naturales, materias primas y fuentes de energía.

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Quiebro estratégico

Por: | 22 de marzo de 2014

Del golpe de mano de Putin va a salir un mundo nuevo. Probablemente más peligroso y en todo caso peor que el anterior. La fulgurante crisis ucrania no ha sido una acumulación de desgracias y despropósitos fruto de la casualidad, sino la erupción de un volcán que yacía dormido esperando el momento propicio para abrirse camino por las grietas de la tierra. Pronto nos daremos cuenta de que ya no sirven las viejas ideas.

La multipolaridad, el G-2 formado por Estados Unidos y China, el mundo de nadie, están caducando a toda prisa mientras emergen dos grandes bloques, más permeables que los de la guerra fría, menos polarizados, pero dispuestos a pelearse a cara de perro por la hegemonía, es decir, por el dominio y la influencia territorial, la capacidad de disuasión militar y el control de recursos naturales, materias primas y fuentes de energía.

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Como en un espejo

Por: | 20 de marzo de 2014

Todos nos miramos en Crimea. "Como en un espejo, la situación en Ucrania refleja lo que está sucediendo y lo que ha sucedido en el mundo en las últimas décadas". Lo dijo Putin en el discurso de la anexión. El golpe, perpetrado con celeridad prodigiosa para "corregir un error de la historia", es el acontecimiento geopolítico de mayor trascendencia desde la disolución de la Unión Soviética, réplica a la vez de aquel movimiento sísmico que terminó con el mundo bipolar e intento de restauración que pretende corregir la catástrofe que para Putin significó el hundimiento soviético.

El espejo ilumina una época caracterizada en la visión del presidente ruso por la inestabilidad del mundo y la degradación de las instituciones internacionales, exactamente lo contrario del nuevo orden mundial prometido por Bush padre. No tiene dudas el señor del Kremlin sobre quiénes son los responsables del desorden: "Nuestros socios occidentales, encabezados por Estados Unidos". Rusia observa la guerra fría con ojos similares a cómo la Alemania de Weimar veía la paz de Versalles, incluida la idea de la puñalada por la espalda. Washington y sus aliados han utilizado la legalidad internacional como les ha convenido, "forzando resoluciones de los organismos internacionales y cuando no se consigue ignorando al Consejo de Seguridad".

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Cataluña no es Crimea

Por: | 17 de marzo de 2014

Hay momentos miméticos y hay otros en que se busca la máxima singularidad. La vía catalana se inspiró en la vía báltica. La división entre independentistas y unionistas, en el modelo irlandés. Hay que ver cómo han pesado los modelos canadiense y escocés en el debate sobre la consulta legal y autorizada. La separación entre checos y eslovacos y la independencia de Noruega han servido de contraejemplos de las secesiones violentas, especialmente las balcánicas, de cuya experiencia surge el adjetivo amenazador que Aznar esgrimió con gran anticipación. Kosovo, cuya independencia nunca ha reconocido Madrid, ha gravitado permanentemente sobre el proceso catalán.

Así son las cosas. Lo normal es comparar e imitar. Unos y otros buscamos los ejemplos que nos sirven y cerramos los ojos ante los que nos molestan. Esta semana hemos visto que Cataluña no es Ucrania y tampoco es Crimea. Respecto al referéndum de ayer, además, las dudas son insultos. La Assemblea Nacional Catalana se propone celebrar su consulta “con todas las garantías y exquisitez democrática”, mientras que la convocatoria a las urnas realizada en Crimea por las autoridades pro-rusas no cumple ni uno solo de los requisitos exigibles internacionalmente y se limita a ratificar una independencia que ya ha declarado previamente y bajo coacción el parlamento regional.

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Noticias del frente

Por: | 15 de marzo de 2014

Tras las guerras geoeconómicas —por cierto, libradas también entre democracias amigas— llega esta nueva guerra todavía sin nombre. Es la nueva guerra fría o incluso una pequeña guerra fría, según George Friedman, una buena denominación para designar la repetición atenuada, o quizás la continuación, del enfrentamiento bipolar entre Washington y Moscú que ocupó buena parte del siglo XX. Pero todas las definiciones son insuficientes, porque subrayan continuidades cuando lo más interesante, al menos para el periodismo, son las discontinuidades, es decir, las noticias.

Y la novedad de esta guerra sorda y muda, además de fría, son las tropas anónimas. Hemos conocido muchos tipos de ejércitos informales, desde los mercenarios de antiquísima genealogía, tan frecuentes en las guerras de la descolonización, hasta los contratistas de Blackwater que hicieron la mitad de la guerra de Irak. En la época de la privatización de la seguridad, el uso de ejércitos privados por parte de los magnates es más que una posibilidad. Es fácil imaginar la entrada en el juego geopolítico de estos días de los oligarcas ucranios cada uno con sus respectivas formaciones paramilitares a su servicio.

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La escalada

Por: | 13 de marzo de 2014

Cada tanto sube al marcador como una victoria definitiva, pero luego la perspectiva lo sitúa como una jugada más de una larga partida. El primer punto fue para Putin cuando consiguió que Yanukóvich renunciara al acuerdo de asociación con la Unión Europea. El segundo se lo apuntó la oposición ucrania cuando convirtió la renuncia en la chispa del Maidán: uno a uno. El tercero fue de nuevo para la oposición: Yanukóvich huyó y fue destituido: uno a dos y tanteo muy desfavorable para Moscú, pues significaba que Ucrania y Kiev, la vieja capital medieval de los rusos, salen de su área de influencia histórica.

Pero se equivocó quien se precipitó en el balance: la súbita invasión de Crimea, desde dentro, mediante un ejército anónimo desplegado por Rusia, situó de nuevo las cosas en empate, territorial incluso, una vez el Parlamento declara la independencia de la península y el pueblo soberano la ratifica este domingo. Otra pérdida, probablemente sin marcha atrás: Ucrania se quedará sin Crimea. Será difícil que esta baza entre en una futura negociación, que partirá al menos de la realidad rusófona de la península, de su peso simbólico para Moscú y de la permanencia de la flota rusa.

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El tejido de la explotación invisible

Por: | 10 de marzo de 2014

Pocas ramas de la producción industrial reflejan de forma tan inquietante las características de la globalización como el de la fabricación de prendas de vestir. Sus multinacionales utilizan las tecnologías de la información, y especialmente las redes sociales, para organizar la producción, la distribución y la venta según parámetros perfectamente ajustados a los gustos de los clientes y a las variaciones de los stocks directamente a disposición del público, consiguiendo así enormes niveles de eficiencia comercial y de ajuste entre oferta y demanda; pero añaden a este tipo de actividades con directas repercusiones en la competitividad, a las que dedican, junto a la publicidad y las relaciones públicas, la mayor parte de las inversiones, una constante presión a la baja sobre los costes salariales a la hora de formar el precio de sus productos, hasta tal punto que esta constituye una de las claves menos visible de su negocio.

El punto de partida del éxito de esta rama de producción a gran escala es la deslocalización de los talleres de confección a países en los que se dispone de una gran cantidad de mano de obra sin cualificar, a la que se puede exigir largas jornadas laborales, a cambio de salarios de subsistencia, en condiciones de salubridad e incluso de seguridad ínfimas. Esto sucede en países que apenas han empezado a salir del subdesarrollo, en entornos poco o mal urbanizados, con abundante población joven y femenina de origen agrario y sin apenas escolarizar. El marco de flexibilidad que ofrece la globalización permite incluso la competencia entre ellos, de forma que se producen rápidos movimientos de deslocalización, trasladando la producción desde los países donde han empezado a producirse incrementos salariales, han mejorado las condiciones del trabajo o han empezado a surgir controles públicos o sindicales a otros donde apenas hay regulaciones ni controles. Así es como el grueso de la producción, que es la que garantiza finalmente que los estantes de las tiendas de los centros comerciales de todo el mundo se hallarán permanentemente surtidos, termina derivando hacia los países más pobres y desasistidos donde podrá mantenerse el bajo nivel de precios, que es lo que hemos visto en las últimas dos décadas, en que la subcontratación ha derivado de la Europa oriental y el Magreb hacia China o Indonesia y de China e Indonesia hacia el sur y Sudeste asiático.

(Este texto puede leerse sobre papel en el número 12 la revista Alternativas Económicas correspondiente al mes de marzo).

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El País

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