Lluis Bassets

Ciudad sin Estado

Por: | 12 de abril de 2014

Esta es una ciudad extraña. Con vocación de capital, pero sin gobierno y ni siquiera Estado que la tome en consideración durante siglos. Provinciana solo administrativamente, ha sido abierta, europea y cosmopolita incluso en sus épocas más oscuras. El alejamiento de la milicia, la justicia y la administración es un hecho normal en larguísimas etapas de su historia. La gente iba a lo suyo, a sus negocios particulares, ajenos a los empleos y presupuestos públicos. Se diría casi una sociedad sin Estado o sin apenas vocación de tenerlo, propensa al individualismo burgués y a la anarquía proletaria.

Es verdad que últimamente ha cambiado. Tiene Gobierno, aunque no colme su ambición de autogobernarse; funcionarios propios, entre los que descuellan esos policías de los que históricamente había carecido; su lengua y su cultura, que brillan en lo más alto, reconocidas y difundidas como nunca en su historia, a pesar de que algunos las vean arrastradas por el barro; presupuesto y ahora mismo endeudamiento; y muchas cosas más, buenas y malas.

Pero hay una que permanece intacta a lo largo de los siglos, salvo un breve paréntesis. Barcelona no da a España jefes de Estado o de Gobierno, como tampoco lo hace Cataluña. No los ha dado nunca, salvo los tres personajes consecutivos que lideraron la experiencia revolucionaria y republicana desde 1869 hasta 1873: el reusense Joan Prim y los barceloneses Estanislao Figueras y Francesc Pi i Margall. Esta anomalía viene subrayada ahora por el nombramiento de un barcelonés, hijo del barrio de Horta, con raíces y abundantes amigos y parientes en Barcelona, como primer ministro de Francia. Barcelona da a la República Francesa, con toda normalidad, lo que Barcelona solo ha dado a España en aquel remoto interludio de la Gloriosa y la Primera República.

Es poco, ciertamente, apenas una referencia en una biografía: aunque de familia catalana, Manuel Valls es francés por los cuatro costados y lo es por elección, que es como mejor se adquiere la ciudadanía; y lo es además con fervor patriótico y entrega admirada a la grandeur de Francia. A la vez es mucho: Valls no es hijo de inmigrante ni de exiliado republicano, sino de un pintor que se trasladó a vivir a París en pleno franquismo a respirar la libertad que exige el arte, como hacían los artistas barceloneses ya en el siglo XIX, en una avanzada de la idea de Europa e incluso del mundo mestizo en el que estamos ya entrando.

Valls es la demostración de que la Francia quejumbrosa por la decadencia no lleva razón. Su nombramiento dice mucho de la capacidad de la escuela francesa y de la eficacia de la República para fabricar ciudadanos y proyectarlos hasta lo más alto. Europa entera debiera ser eso que ha sido Francia para Valls y que todavía no son cada uno de sus países miembros, a veces ni siquiera de puertas hacia dentro.

Hay 18 Comentarios

Manuel Valls? El ex-ministro de interior frances que ha hecho mejor que Sarkozy en materia de expulsion de ciudadanos EUROPEOS rumanos y bulgaros?
Francia? El pais que vota a Marine LePensin complejos y que sin duda alguna, a condicion de presentarse a la eleccion votaria por un violador y proxeneta (DSK)?
J'emmerde cette France là...

Por que esa mania de comparar todo el tiempo Madrid con Barcelona, cada una tiene sus particularidades, sus cosas interesantes y otras no tanto, y si en lugar rivalizar las dos se ponen a trabajar para dar a sus ciudadanos una mejor calidad de vida, sabiendo que son ciudades españolas donde cualquier español se encontrarà bien. Hice los primeros años del bachillerato en Madrid y termine mis estudios en Barcelona, de eso hace mucho tiempo cuando la unica rivalidad era futbolistica, no fomentemos lo que puede separarnos sino apoyemos lo que nos une y tenemos en comun
Jose Luis Espargebra Meco un español desde Buenos Aires

Aunque en el Rosellón, la lengua catalana se encuentra en peores condiciones que en Catalunya.
Incluso en Alsacia, la asimilación lingüística se ha producido en pocas décadas.

La frustración de Barcelona no es su ausencia de poder local, sino su ausencia de poder político sobre el resto de España. Es el famoso encaje, que no es más que una ausencia de poder político no equiparable al poder económico, aunque esa falta de poder no se debe al resto de España sino al predominio del nacionalismo. En 1977 Barcelona eligió el camino de Montreal en vez de el de Milán. Y los que conozcan el Canadá ya saben cual ha sido el resultado. Por lo demás la ciudad se está convirtiendo en un parque de atracciones de cruceristas de un día y amigos del alcohol, aunque mantiene el atractivo de los que la desarrollaron no pensando en la independencia precisamente.

Hay quien comenta que la única manera de que un catalán pueda gobernar España es negando que España sea un estado plurinacional, es decir, negando la realidad, que además está reflejada en la Constitución. Es decir, solo se puede gobernar España negando a España. Yo creo que tiene razón, motivo por el cual, Cataluña está en un proceso hacia su independencia.

(...)"su lengua y su cultura, que brillan en lo más alto, reconocidas y difundidas como nunca en su historia..."

Parece sacado del siglo XIX, Lluís. Está muy bien esos discursos de manos de un político, pero de un periodista suenan a ...

Será Barcelona la única ciudad cosmopolita del mundo que tenga 1 lengua y 1 cultura en lugar de muchas lenguas y muchas culturas conviviendo.
Irrisoria esta apología de Barcelona. ¿A cuento de qué Lluís? ¿La consejería de turismo le ha asignado algún cargo?
Sin acritud. Barcelona es encantadora como tantas otras ciudades en España y en el mundo.

Dudo que un blog dentro de un periódico nacional como El País sea el lugar adecuado para tanta propaganda nacionalista e independentista.

Mezclar churras sin duda... Valls, Barcelona, autogobierno y derecho a votar.

Igual, siguiendo tal disparate. Deberíamos preguntarle al primer ministro francés a ver qué opina de la independencia catalana o de la victoria del régimen Franquista en la guerra civil española.

Yo también admiro profundamente a Francia, su sistema electoral con unas primarias que impiden que partidos con escas representación hagan de árbitros de la política nacional, aprovechando para medrar y darse una importancia que no tienen, y sobre todo su sistema educativo en el que en todo el país se habla la lengua oficial por muchos dialectos que haya, que los hay.

Manuel Valls de origen catalán y culé, su tío agüelo compuso el himno del barça, dice que los gitanos, búlgaros, y rumanos que viven en Francia tiene modos de vida extremadamente diferentes, que generan mendicidad y delincuencia. Debe ser por eso que desmanteló campamentos donde vivían y los echó de Francia. Luego se enorgullecía de haber expulsado a 5.000 gitanos, el solito. Supongo que este calentón patriótico del ministro, habrá tenido en cuenta los derechos de los ciudadanos expulsados. Un figura este Valls de origen catalán. Tengo dudas de si esté pseudocatalán dará la medida en un diario tan bien pensante y tan políticamente correcto como el país, tan sensibilizado con los abusos de poder y tan escandalizado por los brotes verdes de xenofobia y racismo que hay en Europa. Aunque siendo francés es posible que salve el expediente, deslumbrados como estamos por nuestros vecinos, desde que encendieron las luces de la ilustración. Si además de medio catalán creo que tendrá nota alta. El caso es que los brotes verdes son algo más. El auge de la extrema derecha en Francia es tan preocupante que los socialista han tenido que desempolvar a una figura defenestrada de las primarias (fue el penúltimo de los seis candidatos que se presentaron a primarias), pero más avanzado es siempre lo último, y lo último es una política de mano dura con los inmigrantes, lo que hace ganar votos en lasdemocracias de hoy. Si además de esta virtud el eminente ministro es socialista, es que no se puede pedir más. Manuel Valls, de origen catalán, puede con una visión avanzada sobre inmigración. Avanzada digo por los tiempos que corren. Dado que lo incluso llegar a ser presidente de Francia, sin bien es cierto que no por el camino más limpio en democracia. En su carnet biológicodemocático se detectan sustancias dopantes, con un resultado nefasto en las primarias de su propio partido, ha llegado a ministro sin pasar por las urnas. Algo que se ha puesto muy de moda últimamente en los Avanzados Estados Democráticos de Europa.

Sr. Bassets, se olvida que Miquel Roca, angelito, intentó su aventura española, con un partido de cuyo nombre ni me acuerdo y alcanzó un rotundo fracaso. No sé si ni siquiera consiguió un escaño. En cuanto a Valls, como usted mismo dice, es francés por elección, la mejor manera de ser de cualquier sitio, pero no por los cuatro costados, ni siquiera por dos. Consiguió la nacionalidad cuando ya tenía 20 años. Très bien por la France pero la niña rumana a la que Valls expulsó en una acción vergonzosa, ya nunca llegará a primer ministro o a alcaldesa de París.
Y una pregunta en serio, sin maldad aunque pueda parecerlo ¿por qué los ex-presidentes de España que no han nacido en Madrid continúan viviendo allí pero no en sus ciudades de origen, León por ejemplo? Bien pensado, me contesto: Será que tienen más oportunidades en la Villa y Corte que en "provincias". Como decían antes los artistas: voy a Madrid para triunfar.

Seguramente los del Comité Olímpico Internacional sabrían ilustrarnos sobre las diferencias entre ese encantador poblachón manchego que es Madrid y esa amable ciudad internacional que es Barcelona.

El tema da para escribir un rato, enumerando la historia nacional española y los episodios catalanes.
Mi abuelo decía que un catalán sacaba pan de las piedras, haciendo referencia al empeño, que en general tiene la gente catalana por el trabajo, el arraigo, su tierra, y el buen orden administrativo para hacer rentable lo que se tiene.
Y producir con los medios a mano al menor coste.
Hoy, a la vista de los hechos que a diario constatamos los españoles lo que vemos es dispendio.
Alegría en el gasto, mala gestión.
Y lo peor, engaño, malversación y una actitud de falta de seriedad y descrédito político.
Una actitud despectiva con la gente ciudadana, y con el erario público que nos ha metido en una deuda mayúscula, es lo que nos dicen las noticias.
Algo contrario al talante catalán.
Esa política casquivana que banaliza la rectitud y el respeto de la ley y de criterios con lo público en política, con un todo vale con tal de agarrar el poder.
No casa con el sentir catalán.
Por eso los catalanes no sirven para liderar la política nacional, porque no interesan los criterios de solvencia, lo que interesa es tirar balones fuera.
Como esas frases agarradas por las hojas para jalear los sentires patrios en plan barato.
Para congraciarse con la gente sencilla.
Para ser graciosos, o graciosas.
Para sacar votos fáciles, con la política de dar pan y circo.
Como los antiguos césares romanos.
A la gente hay que darle fiesta y jolgorio para que piense poco y no se den cuenta de que se les lleva al huerto.
Solo que hoy la gente está informada, y sin que nos demos cuenta casi todo el mundo somos un poco catalanes.
En lo referente de que todos y todas contamos lo que cuesta comprar la cesta en el supermercado.
Y que no llegamos a fin de mes.
En ese aspecto somos todo el mundo catalanes.

También nos llevamos todo el oro y la plata de Latinoamérica y de Cataluña.

También nos llevamos todo el oro y la plata de Latinoamérica y de Cataluña.

Sí Sr Bassets, los españoles somos muy malos. Encerramos a millones de judíos en campos de concentración también.

Sr. Bassets, se pregunta por qué un barcelonés de nacimiento puede llegar a ser primer ministro de Francia y haya tan contados ejemplos de ello en el caso español, cuando se está contestando en el mismo artículo: Valls se considera francés al 100º/º, no dice que Francia sea una "nación de naciones" ni un "estado plurinacional", tiene una visión de estado tan por encima de los particularismos regionales que está dispuesto a modificar el mapa regional y suprimir regiones en función de criterios de eficiencia económica y administrativa del Estado, al margen de cualquier consideración particularista... Cuando un político barcelonés o de cualquier otro lugar de Cataluña adopte una posición similar a este lado de los Pirineos España le abrirá todas las puertas como ha hecho Francia con Valls.

Dos cosas. La primera es que como bien dice el Sr. Bassets el Sr. Valls se siente francés por los cuatro costados. Si con independencia de haber nacido en Barcelona se sintiera español por los cuatro costados tal vez hubiera llegado a ser presidente de España. Pero es difícil presidir una nación o un país renegando de él cada día, que es lo que suele haber ocurrido con los élites catalanas respecto a España durante los últimos cien años. Por ejemplo, los gallegos han gobernado y gobiernan sin problemas en Madrid. Rajoy es gallego. Franco también.
En segundo lugar ignoro dónde vive Ciro pero decir que Madrid no le llega a Barcelona ni a la suela de la zapatilla es, simple y llanamente, una estupidez. ¿A qué se refiere? ¿A renta per cápita?¿A resultados en el informe educativo Pisa?¿Al transporte público? ¿A las universidades? ¿Al clima tal vez?¿A que es una ciudad que tiene lo que según el propio Sr Bassets lamenta que no tenga Barcelona? Las comparaciones o se fundan en elementos objetivos o solo demuestran los prejuicios cuando no la falta de ecuanimidad y de inteligencia del que habla. Por cierto, soy de Madrid y me encanta Barcelona. Entiendo que ambas ciudades rivalicen. Pero si realmente Madrid no le llegara a Barcelona a la suela del zapato ¿por qué se empeñan tanto en compararlas?. Uno solo se compara con aquellos a los que intenta emular o a los que temen que les hagan sombra.

Bueno, a mi que soy de Badajoz lo de "ciudad sin gobierno ni estado que la tome en consideración ni perrito que la ladre" nos suena a pitorreo. Anda, que le iban a organizar unos juegos olímpicos a Soria, por ejemplo, o poner un AVE a Teruel. Barcelona "da" un primer ministro francés y Cádiz una alcaldesa de París, estarán orgullosos de algo, como Mongolia, que ha dado un primer ministro español.

Fuera el tema político, reconozco que Barcelona, hoy, es para mí la mejor ciudad de España. No me importaría vivir en ella. Es más, es la única ciudad del país a la que me iría de cabeza sin pensar. Siempre que la visito me encuentro con una ciudad viva y llena de juventud, o eso me parece a mí. Quizás porque uno ve lo que quiere ver. Una ciudad cosmopolita, moderna, innovadora, mediterránea, luminosa, cálida, de buen yantar y mejor beber, gastronómica, culta, repleta de atractivos culturales y artísticos. La pena es que todavía se me hace caro comprar un piso. Y la pena, dos, es que el desprecio de algunos, no muchos, pero destacados españoles la hace cada vez más antiespañola. Pero fuera de eso, qué duda cabe que Madrid no le llega ni a la suela de la zapatilla.

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Sobre el autor

es periodista. Director adjunto y columnista de EL PAÍS. Tiene a su cargo la edición de Cataluña.

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