No hay nada como las urnas. Lo demuestran las dos mayores elecciones democráticas de la historia celebradas en India, entre el 20 de abril y el 10 de mayo, y en la Unión Europea, entre el 22 y el 25 de mayo, utilizadas por cientos de millones de ciudadanos para cambiar el paisaje político e incluso determinar la orientación de sus gobiernos.
Pero las urnas solas no bastan. Si unos 670 millones de indios y 380 millones de europeos han configurado con su voto o su abstención el rumbo de ambos conjuntos políticos, exactamente lo contrario es lo que han podido hacer los 53 millones de egipcios, convocados esta misma semana meramente para corroborar la elección de un presidente salido de las mismas fuerzas armadas que derrocaron a Mohamed Morsi, elegido en unos comicios libres en junio de 2012 y destituido el 3 de julio de 2013.