Lluis Bassets

No basta con las urnas

Por: | 31 de mayo de 2014

No hay nada como las urnas. Lo demuestran las dos mayores elecciones democráticas de la historia celebradas en India, entre el 20 de abril y el 10 de mayo, y en la Unión Europea, entre el 22 y el 25 de mayo, utilizadas por cientos de millones de ciudadanos para cambiar el paisaje político e incluso determinar la orientación de sus gobiernos.

Pero las urnas solas no bastan. Si unos 670 millones de indios y 380 millones de europeos han configurado con su voto o su abstención el rumbo de ambos conjuntos políticos, exactamente lo contrario es lo que han podido hacer los 53 millones de egipcios, convocados esta misma semana meramente para corroborar la elección de un presidente salido de las mismas fuerzas armadas que derrocaron a Mohamed Morsi, elegido en unos comicios libres en junio de 2012 y destituido el 3 de julio de 2013.

En un caso son el instrumento para expresar la voluntad de la ciudadanía y en el otro un mero trámite formal para dar apariencia de democracia a un régimen que no lo es, ni por su origen en un golpe militar, ni por el ejercicio de limitación de las libertades públicas y sobre todo la ilegalización de sus adversarios. El vencedor en las elecciones egipcias, el ex mariscal Abdel Fatah Al Sisi, con el 93'3 por ciento de los votos emitidos, fue quien derrocó y detuvo a Morsi, ilegalizó a los Hermanos Musulmanes y terminó abandonando la carrera militar para presentarse a las elecciones presidenciales. Quítate tú que me pongo yo.

Al Sisi ha obtenido 23'9 millones de votos sobre una participación del 47 por ciento, en una elección sin competencia efectiva en la que su único rival obtuvo el 4 por ciento de los votos. Morsi obtuvo 13'2 millones de votos con una participación del 52 por ciento en unas elecciones a dos vueltas altamente competitivas y con multitud de candidatos, en las que anduvo codo a codo con su principal rival, Ahmed Shafik.

El régimen tuvo que añadir un tercer día de votación a los dos establecidos para conseguir que el nuevo presidente electo superara ampliamente al presidente derrocado en el número de votos obtenidos. No es ni mucho menos la única irregularidad de esta elección presidencial. Millares de militantes de la cofradía de los Hermanos Musulmanes se hallan en prisión, varios cientos han sido condenados a muerte y desde el golpe de Estado han fallecido unas 1.400 personas en la represión de las protestas.

Desde el derrocamiento de Mubarak, el 11 de febrero de 2011, los egipcios han celebrado dos elecciones generales, dos presidenciales y un referéndum constitucional. A pesar de ir tantas veces a las urnas, ahora se encuentran de nuevo en la casilla de partida, con un militar como Al Sisi elegido plebiscitariamente, al igual como era elegido una y otra vez otro militar como Mubarak; hasta que la plaza Tahrir terminó con sus 30 años de poder personal.

Hay 5 Comentarios

Fecha histórica, amigo mío. Luego viene Felipe VI. Los Borbones tienen una curiosa tendencia histórica en la historia contemporánea: el hijo que recibe la corona de una abdicación, la pierde durante su reinado. Véase la circunstancia de Alfonso XII y Alfonso XIII...
Felipe , "el príncipe republicano”, veremos que tal traga el sapo de un país que está despertando de sus mitos y quitándose lentamente la venda.
Cuando la generación que vivió la Transición y votó la Monarquía ( la otra opción era la dictadura) esté descansando en el sueño del que nunca se vuelve, España ya será bastante distinta . Quién sabe qué ciclo dará comienzo entonces, en un mundo de petróleo caro y nuevas tecnologías, y sobre todo, escasa cohesión social.

Hoy, dos de junio de 2014, abdica el Rey de España, Juan Carlos de Borbón, en favor de su hijo, Felipe de Borbón. Y bueno, no hay elección que valga. Cuánto de tutoría tiene un reinado y cuánto de pupilos los súbditos. Qué atraso, que la jefatura de un Estado se transmita de padres a hijos como si de un negocio familiar se tratara. Y en el siglo XXI. Dejen votar a las gentes, hombre, y que ellas decidan si quieren ser una monarquía o una república. Si es que no podemos decir nada a nadie. Con el buen momento que sería el de ahora, un rey que se va voluntariamente en su peor momento de popularidad, para elegir libremente la forma de la jefatura del Estado. Qué país, yo no discuto que Cataluña se independice, sino el quién debe decidirlo. Pero es que tampoco se decide la forma de la jefatura del Estado. En unos casos se discute por el qué y el quiénes, unos admiten el qué pero divergen en el quiénes. Y luego hay asuntos en que estando claro el quiénes no hay forma de aceptar el qué. ¿Por qué?

Y es que, como dicen en un pueblo, para ir y volver, mejor no ir. Si les hacen votar para votar lo único que se puede votar, mejor no votar. Qué pasaría si no votara nadie. Esa sí que sería buena. Creo que era Saramago el que jugaba con la posibilidad de la abstención absoluta.

Ya lo he dicho en varias ocasiones, este tipo de procesos reversibles siempre me recuerdan a esa película, "Despertares", en el que se aplica un fármaco novedoso que recupera a pacientes durante un tiempo pero pasado su efecto, vuelta al pasado, vuelta al mal.

Vamos, que tras revolver toda la mezcla, como cuando se hace en un vaso con líquidos de distinta densidad, pasado un tiempo de reposo, llámenle primavera o cómo quieran, cada líquido vuelve a ocupar su sitio, los más pesados abajo y los más ligeros arriba. En el caso egipcio, son los pesos pesados los que ascienden. Y es que las leyes físicas en la política mira que son difíciles de cumplir.

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es periodista. Director adjunto y columnista de EL PAÍS. Tiene a su cargo la edición de Cataluña.

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