Estamos tan habituados al derrotismo, que apenas captamos los perfiles positivos de los acontecimientos políticos. Sucede en el ámbito de las naciones pero también en la escena internacional. Y no sobran razones para la depresión cuando ya son tópicos el desgobierno del mundo y los conflictos incontrolados, de los que la guerra sigilosa de Ucrania y el Estado Islámico son las últimas y más preocupantes pruebas.
También podría incorporarse a la lista el fracaso de las negociaciones del grupo llamado P5+1 con Irán que debía evitar la aparición de una nueva potencia con el arma atómica. Durante un año han estado negociando los cinco países del Consejo de Seguridad más Alemania con el nuevo Gobierno instalado en Teherán sin que hayan conseguido el acuerdo definitivo que hubiera permitido a los iraníes proseguir con su fabricación de energía civil y gozar de una economía sin sanciones internacionales, y al resto del planeta respirar con alivio ante la desaparición del actual peligro de proliferación nuclear, que constituye un estímulo para que países como Egipto o Arabia Saudí se doten también de este tipo de armas.