Las mejores elecciones catalanas de la historia: en participación al menos. Este es un dato cualitativo tratándose de la democracia, la ley del número aplicada a la voluntad ciudadana. El motor de esta intensificación democrática es el proyecto independentista. El señuelo de la secesión, planteada como un proyecto a corto plazo, ha servido para movilizar a quienes la desean fervientemente pero también a quienes la viven como una pérdida y una catástrofe.
No es el único. Los ciudadanos han sido convocados también con propósitos de demolición, una pulsión más de castigo que de búsqueda de utopías a mano, impulsada por la corrupción, los recortes sociales, la desafección política, e incluso el cambio generacional. El resultado es un paisaje político nuevo, con el partido del Gobierno español en su porción congrua, Ciutadans convertido en el primer partido de la oposición y Podemos que no consigue similar proeza respecto al PSC ni devenir alternativa de Gobierno.