Grecia puede salir de Europa. El Reino Unido puede salir de Europa. Cataluña no: el Catexit es una contradicción en sus propios términos. Cataluña solo podría salir de Europa si Europa dejara de existir como realidad institucional y como proyecto e idea colectiva. Grecia formó parte de Europa, es decir, de las Comunidades Europeas y de la Alianza Atlántica, fundamentalmente por razones estratégicas vinculadas con el reparto de Europa en zonas de influencia. Atendiendo a las características del país, los títulos que tiene Grecia son muy parecidos a los de los países balcánicos, similares en todo caso a los que pudiera tener Turquía. Catexit es, insisto, una contradicción.
(El presidente del Banco de Sabadell, Josep Oliu, utilizó el término Catexit durante la XXXI Reunión del Círculo de Economía celebrada en Sitges en un debate con el economista del Financial Times, Martin Wolf. Josep M. Colomer también lo ha utilizado en un artículo en el diario El País y yo mismo lo utilicé, no sé exactamente si por primera vez, en una entrada de mi blog titulada “Catexit”, el 14 de noviembre de 2012).
Tampoco es exactamente Europa
el Reino Unido aislado, con su relación transatlántica privilegiada, fruto de la inversión de una jerarquía de orden colonial, convertida en charnela de la paz gracias a las dos guerras mundiales. Lo es en todo y más su economía, su sociedad y sobre todo su sistema político, necesario para el equilibrio europeo pero con la inevitable distancia geopolítica insalvable que la aísla y a la vez la declara puente entre las dos orillas.
Cataluña, en cambio, solo puede ser europea. No hay ningún otro destino que la tiente ni ninguna otra bifurcación que la conduzca hacia otro horizonte. O Europa o nada. Lo es, naturalmente, por sus orígenes medievales más profundos, incluida la carolingia Marca Hispánica mitificada por el nacionalismo esencialista. Lo es, también, por la genealogía de
la nación moderna construida a partir del romanticismo: nace en 1714, cuando muere la nación de las viejas constituciones, al culminar una guerra bien europea como fue la de Sucesión a la corona de España. Aún lo es más por el molde industrialista que la sitúa como líder de la revolución industrial en la península Ibérica.