Lluis Bassets

Sobre el autor

es periodista. Director adjunto y columnista de EL PAÍS. Tiene a su cargo la edición de Cataluña.

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Mis libros

Cinc minuts abans de decidir

Cinc minuts abans de decidir

Enmig del vendaval independentista

Un llibre que explica, qüestiona i contextualitza com s’ha esdevingut, setmana a setmana, el canvi radical que els darrers quatre anys ha sotragat Catalunya. Des d’abans de la sentència del Tribunal Constitucional, fins avui, quan l’independentisme és en primer pla del debat polític i social.

L'any de la revolució

L'any de la revolució

Com els àrabs estan enderrocant els seus tirans

Crònica, anàlisi i atlas de les revoltes de la dignitat, que van conmocionar al món àrab durant 2011, amb referències i comentaris a tots els països on els joves van aixecar-se en protesta contra l'autoritarisme i les dictadures. Amb un nou epíleg per l'edició catalana.

El último que apague la luz

El último que apague la luz

Sobre la extinción del periodismo

Una reflexión sobre los últimos años de la industria de la prensa escrita, las dificultades para seguir haciendo periodismo de calidad y la indisoluble relación entre periodismo y democracia.

El año de la Revolución

El año de la Revolución

Cómo los árabes están derrocando a sus tiranos

Balance, atlas político y análisis de las causas de las revueltas de 2011, que han derrocado a cuatro dictadores, encendido enfrentamientos civiles y provocado reformas y convulsiones políticas en la entera geografía árabe.

¿AUN PODEMOS ENTENDERNOS?

¿Aun podemos entendernos?

Conversaciones sobre Cataluña, España y Europa
REIVINDICACION DE LA POLÍTICA

Reivindicación de la política

Veinte años de relaciones internacionales
La oca del señor Bush

La oca del señor Bush

Como la Casa Blanca ha destruido el orden internacional

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Dos goles iraníes

Por: | 29 de octubre de 2015

Ya van dos. En julio, el acuerdo nuclear. Ahora, a partir de hoy, la negociación sobre el futuro de Siria. La República Islámica de Irán, regida desde hace dos años por el equipo reformista de Hasán Rohani, ha dado en cuatro meses dos pasos de gigante como potencia regional, consolidando así en sus relaciones internacionales la ventaja geopolítica que obtuvo de la destrucción del régimen sunita de Sadam Husein y de su sustitución por un nuevo régimen democrático de hegemonía chiita.

Son solo dos puntos de una larga partida, en la que Teherán se reintegra en la comunidad internacional, después de 35 años de anormalidad, provocada por la ruptura de relaciones con Estados Unidos, y conquista dos casillas estratégicas como potencia islámica en competencia directa con Arabia Saudí.

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El mandato electoral del 27S

Por: | 26 de octubre de 2015

Puede parecer un ejercicio ocioso ante la escandalera del 3% y el creciente pesimismo instalado en las filas de Junts pel Sí acerca de la investidura de Artur Mas, pero no hay que dar por cerrada todavía la discusión sobre el mandato electoral surgido de las elecciones del 27S. Sobre todo porque no hay nada que permita aceptar, como a veces pretenden los más entusiastas y querrán reflejar incluso en una declaración del Parlamento, que de las últimas elecciones autonómicas haya surgido algo parecido a un mandato para proclamar la independencia.

Sin más del 50% de los votos a favor, por brillantes que sean los malabarismos, nadie puede entender dentro y fuera de España que JxSí tenga la obligación y el derecho contraídos en las urnas de aplicar su programa de independencia exprés en 18 meses y mucho menos de hacer una declaración unilateral tal como le piden los más aguerridos. La cruda realidad legal y constitucional, la única que se entiende en el escenario internacional, tratándose como es el caso de una democracia europea y un Estado de derecho, es que de momento no hay camino para conseguir así la independencia tal como propugnan JxSí y la CUP en su programa.

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¿Lobos solitarios o tercera Intifada?

Por: | 25 de octubre de 2015

La Intifada empieza como una rebelión espontánea, pero no adquiere carta de naturaleza hasta el momento en que alguien se hace cargo de su conducción. No es fácil definir lo que es una Intifada, palabra árabe que significa rebelión o levantamiento, sobre todo en una región tan disputada como es la que hay entre el río Jordán y el Mediterráneo, donde los enfrentamientos violentos y las guerras entre árabes e israelíes son la norma desde 1936, y los periodos de paz, una auténtica excepción.

Las Intifadas, como la primera revuelta árabe de 1936 a 1939, se dirigen contra la ocupación. En aquel primer levantamiento, los árabes tenían dos enemigos, la potencia colonial británica y los emigrantes judíos cuya llegada e instalación querían evitar. La ocupación que han combatido las Intifadas que hemos conocido desde 1987 es la israelí de los territorios palestinos de Gaza y Cisjordania, incluyendo Jerusalén Oriental, conquistados por Israel en 1967 tras la llamada Guerra de los Seis Días.

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La simetría del miedo

Por: | 22 de octubre de 2015

De un lado, miedo a salir de casa, a despertar sospechas solo por pisar la calle y a ser abatido como un perro rabioso. Del otro, miedo al merodeador de piel morena que habla árabe. Miedo cierto, fundamentado, documentado, que encaja simétricamente, cada uno por su lado, y arroja una cuenta siniestra desde que empezó este episodio: en apenas un mes, 47 palestinos abatidos y 8 judíos apuñalados.

¿Palestinos? Es un decir. No era palestino un asilado eritreo que murió linchado en Bersheva, confundido con un árabe apuñalador. ¿Judíos? No todos los israelíes lo son y también puede caer un druso o un árabe israelí bajo el cuchillo de ese hijo de la desesperación y del odio que es el lobo solitario.

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Catexit no sucederá

Por: | 16 de octubre de 2015

Grecia puede salir de Europa. El Reino Unido puede salir de Europa. Cataluña no: el Catexit es una contradicción en sus propios términos. Cataluña solo podría salir de Europa si Europa dejara de existir como realidad institucional y como proyecto e idea colectiva. Grecia formó parte de Europa, es decir, de las Comunidades Europeas y de la Alianza Atlántica, fundamentalmente por razones estratégicas vinculadas con el reparto de Europa en zonas de influencia. Atendiendo a las características del país, los títulos que tiene Grecia son muy parecidos a los de los países balcánicos, similares en todo caso a los que pudiera tener Turquía. Catexit es, insisto, una contradicción.

(El presidente del Banco de Sabadell, Josep Oliu, utilizó el término Catexit durante la XXXI Reunión del Círculo de Economía celebrada en Sitges en un debate con el economista del Financial Times, Martin Wolf. Josep M. Colomer también lo ha utilizado en un artículo en el diario El País y yo mismo lo utilicé, no sé exactamente si por primera vez, en una entrada de mi blog titulada “Catexit”, el 14 de noviembre de 2012).

Tampoco es exactamente Europa 
el Reino Unido aislado, con su relación transatlántica privilegiada, fruto de la inversión de una jerarquía de orden colonial, convertida en charnela de la paz gracias a las dos guerras mundiales. Lo es en todo y más su economía, su sociedad y sobre todo su sistema político, necesario para el equilibrio europeo pero con la inevitable distancia geopolítica insalvable que la aísla y a la vez la declara puente entre las dos orillas.

Cataluña, en cambio, solo puede ser europea. No hay ningún otro destino que la tiente ni ninguna otra bifurcación que la conduzca hacia otro horizonte. O Europa o nada. Lo es, naturalmente, por sus orígenes medievales más profundos, incluida la carolingia Marca Hispánica mitificada por el nacionalismo esencialista. Lo es, también, por la genealogía de
 la nación moderna construida a partir del romanticismo: nace en 1714, cuando muere la nación de las viejas constituciones, al culminar una guerra bien europea como fue la de Sucesión a la corona de España. Aún lo es más por el molde industrialista que la sitúa como líder de la revolución industrial en la península Ibérica.

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El modelo turco

Por: | 15 de octubre de 2015

De Turquía se esperaba en 2011 el modelo para que rimara, al fin, islamismo y democracia. Se trataba de que los islamistas participaran en elecciones y parlamentos, aceptaran una democracia constitucional inclusiva, y tras alcanzar el gobierno lo abandonaran con el mismo talante a indicación de las urnas.

Muchas eran las dudas respecto a un futuro tan radiante. Pesaba sobre estas esperanzas árabes la experiencia del Frente Islámico de Salvación argelino, que venció en las urnas en la primera vuelta de las elecciones legislativas en 1992, pero no llegó a la segunda porque el ejército dio un golpe de Estado al que siguieron diez años de una devastadora guerra civil con un balance de decenas de miles de muertos.

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Unas elecciones ilegibles

Por: | 13 de octubre de 2015

Esta vez no cuela. Nadie se traga las bolas de unos y otros sobre los resultados electorales. Casi todos repiten el habitual y tedioso ejercicio tergiversador, pero nadie se lo cree. Las elecciones del 27 de septiembre han dejado un paisaje desolador, principalmente en el espacio central de la política catalana. El podio esta vez es para los perdedores.

Ha perdido Artur Mas con sus pretensiones plebiscitarias, para sí mismo y para la independencia exprés en 18 meses, doblemente rechazadas por los electores catalanes: no al presidente, no a la independencia. Recordemos sus palabras y las de sus amigos, sin margen de ambigüedad. Quien no votara a las formaciones independentistas —Junts pel Sí y CUP— iba a sumar sus votos a los del PP contra la soberanía. No habría medias tintas: o se arriesgaban a votar independencia para luego conseguir el referéndum o se resignaban a apoyar el status quo, es decir, al gobierno de Rajoy y al PP. La lectura de las elecciones como plebiscito conducía a contar solo síes y solo noes.

El único resultado que valía para una apuesta tan alta era superar el 50% de los votos, esa cifra mágica que TV-3 en la noche electoral situaba ilusionadamente a dos escasas décimas en el sondeo a pie de urna en el que daba de 63 a 66 diputados a JpS. Las explicaciones posteriores, prodigadas incluso en artículos en la prensa internacional, son verdaderamente sonrojantes.

Tras proponer una lectura plebiscitaria antes de ir a las urnas, entre otras cosas para movilizar a su electorado, Artur Mas y los medios amigos se sacan de la manga una lectura en clave estrictamente de elecciones representativas para el parlamento autonómico, que les permite incluso proclamar su inexistente victoria. Adjudican a Catalunya Sí que es Pot un 11% de indecisos o indefinidos e invierten así el sentido del voto: el No pierde con el 38,5% frente a la curiosa victoria del Sí con el 47,8%. Una burda trampa que no cuela, lo siento. Quienes no votaron Sí, el 52,2%, rechazaron el plebiscito planteado por Mas para sí mismo y para su independencia con prisas. Haberlo dicho antes.

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Hitler tiene futuro

Por: | 12 de octubre de 2015

Muchos son los historiadores que han indagado sobre el exterminio de los judíos de Europa durante la Segunda Guerra Mundial, pero ninguno hasta ahora había estudiado el Holocausto como una posibilidad de futuro, es decir, como una advertencia. Es evidente la apelación moral –¡nunca más!– que siempre ha sugerido aquel genocidio organizado por el régimen nacionalsocialista alemán, pero el historiador estadounidense Timothy Snyder ha dado un paso más al convertirla en el estudio de las posibilidades materiales en que se podrían repetir en el futuro matanzas masivas como las que sufrió una parte de la población europea hace algo más de 70 años.

Su libro Tierra negra. El Holocausto como historia y advertencia sale en un momento especialmente oportuno, cuando Europa se enfrenta a la llegada de centenares de miles de refugiados a Europa, procedentes principalmente de Oriente Próximo, un acontecimiento que permite en buena medida verificar el grado de certeza de sus teorías. En su caso, la tarea del historiador –interpretar el pasado para mejor comprender el presente– adquiere una dimensión casi profética al convertirse además en una severa advertencia para el futuro.

Los genocidios no surgen por generación espontánea como una súbita erupción del mal en el mundo, sino que hay condiciones objetivas que los favorecen. La más evidente de todas, por paradójica que pueda parecer, es la debilidad o la retirada del Estado de los territorios sobre los que pende la amenaza. Snyder ha invertido el lugar común del Holocausto como el trabajo planificado de la maquinaria burocrática de un Estado totalitario alemán para describirlo como la acción desencadenada por una ideología criminal allí donde las poblaciones no cuentan con la protección del Estado y de la ley.

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El futuro de Europa pasa por Siria

Por: | 08 de octubre de 2015

Los refugiados cambiarán a Europa. Para bien si los países de acogida saben integrarles y contribuyen a superar el bache demográfico, a mantener los niveles de prosperidad y de bienestar y a construir una Europa pluricultural. Para mal, si continua la gestión desordenada de su llegada, y a la oleada de buenos sentimientos le sigue una resaca de populismo xenófobo. No es Siria la única fábrica de refugiados. Pero su contribución es ahora la más seria y la que más conmueve a los europeos.

Los cambios van a afectar desde la legislación hasta los valores, pasando por la economía, naturalmente. Para Alemania, según Angela Merkel, es el reto más serio desde la unificación y para ella, el que definirá su figura política, por cuanto ha apostado muy fuerte en favor de la recepción e integración de los refugiados ante las reticencias de su propia mayoría conservadora.

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El caso de los catalanes

Por: | 05 de octubre de 2015

La esperanza del soberanismo catalán es conseguir que desde fuera le ayuden a resolver lo que no consigue desde dentro. La mediación o al menos la presión internacional sobre el Gobierno de Rajoy es el clavo ardiendo al que se agarra el movimiento que encabeza Artur Mas. Para conseguirla ha desplegado ingentes recursos a través de un servicio diplomático oficioso, encargos a consultoras y agencias de relaciones públicas, así como notables esfuerzos en sus contactos con los medios de comunicación internacionales.

El resultado es satisfactorio en cuanto a resonancia, pero decepcionante en cuanto a la respuesta de Gobiernos e instituciones. Las grandes fechas soberanistas han situado el conflicto en el mapa internacional, manchando las primeras páginas y ocupando el prime time audiovisual con las noticias de Cataluña y notablemente con la última y más destacada, como ha sido la celebración de unas elecciones con propósitos plebiscitarios.

Si el balance en cuanto a presencia informativa es bueno, no lo es el de los artículos editoriales, reflejo de las ideas compartidas por las grandes formaciones políticas y los Gobiernos que cuentan en el mundo. La idea secesionista ha merecido reconvenciones más o menos explícitas desde los Ejecutivos de Estados Unidos, Alemania, Francia y Reino Unido, además de la Comisión Europea, en muchos casos bajo el mantra de que se trata de un asunto interno, exactamente el muro que pretende saltar el soberanismo con la idea de una intervención exterior.

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