Lluis Bassets

Sobre el autor

es periodista. Director adjunto y columnista de EL PAÍS. Tiene a su cargo la edición de Cataluña.

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Mis libros

Cinc minuts abans de decidir

Cinc minuts abans de decidir

Enmig del vendaval independentista

Un llibre que explica, qüestiona i contextualitza com s’ha esdevingut, setmana a setmana, el canvi radical que els darrers quatre anys ha sotragat Catalunya. Des d’abans de la sentència del Tribunal Constitucional, fins avui, quan l’independentisme és en primer pla del debat polític i social.

L'any de la revolució

L'any de la revolució

Com els àrabs estan enderrocant els seus tirans

Crònica, anàlisi i atlas de les revoltes de la dignitat, que van conmocionar al món àrab durant 2011, amb referències i comentaris a tots els països on els joves van aixecar-se en protesta contra l'autoritarisme i les dictadures. Amb un nou epíleg per l'edició catalana.

El último que apague la luz

El último que apague la luz

Sobre la extinción del periodismo

Una reflexión sobre los últimos años de la industria de la prensa escrita, las dificultades para seguir haciendo periodismo de calidad y la indisoluble relación entre periodismo y democracia.

El año de la Revolución

El año de la Revolución

Cómo los árabes están derrocando a sus tiranos

Balance, atlas político y análisis de las causas de las revueltas de 2011, que han derrocado a cuatro dictadores, encendido enfrentamientos civiles y provocado reformas y convulsiones políticas en la entera geografía árabe.

¿AUN PODEMOS ENTENDERNOS?

¿Aun podemos entendernos?

Conversaciones sobre Cataluña, España y Europa
REIVINDICACION DE LA POLÍTICA

Reivindicación de la política

Veinte años de relaciones internacionales
La oca del señor Bush

La oca del señor Bush

Como la Casa Blanca ha destruido el orden internacional

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Algo definitivo y general

Por: | 12 de septiembre de 2016

Cinco jornadas ya. La ANC (Asamblea Nacional Catalana) es una formidable start-up nacida con la crisis. Sabe hacer bien las cosas. Combina la tozuda eficacia de las viejas empresas catalanas con la osadía imaginativa de las nuevas empresas digitales. Desde 2012 ha ido engarzando una manifestación tras otra con éxitos oceánicos en cuanto a número de asistentes y un espectacular impacto en los medios de comunicación.

No era fácil el de este año. Hay cansancio. Hay agotamiento de ideas. Y una tediosa sensación de recorrer una y otra vez los mismos caminos. Y, sin embargo, la ANC ha conseguido evitar el pinchazo, conjurar el declive, exhibir sus cinco concentraciones colmadas, y apuntarse su quinta demostración de fuerza.

La ANC sabe manejar las expectativas. Lo ha hecho en todas las ocasiones anteriores. Las amenazas son agua de mayo para sus debilidades. Los malos presagios, estímulos. Cada vez ha conseguido superar los pronósticos y deparar una sorpresa y un disgusto a sus adversarios. Sus éxitos reiterados son la evidencia del fracaso de quienes tienen enfrente, incapaces de imaginar una alternativa que compita por la popularidad y por la hegemonía en Cataluña. Solo los comunes, liderados por Ada Colau, han conseguido recortar su territorio y disputarles el voto y la adhesión, ciertamente a cambio de adherirse al soberanismo y al derecho a decidir, y también a la idea de la república catalana, la expresión más vitoreada en los discursos de la jornada.

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Once de Septiembre

Por: | 11 de septiembre de 2016

Barcelona, 1714. Santiago de Chile, 1973. Washington y Nueva York, 2001. Termina el sitio de la capital catalana en la guerra de Sucesión española, con victoria de las tropas borbónicas comandadas por el duque de Berwick sobre las milicias urbanas que defienden sus murallas. Golpe de Estado del ejército chileno, al mando del general Pinochet, con ataque de aviación y artillería al Palacio de La Moneda donde resiste el presidente democráticamente elegido, Salvador Allende. Atentados contra el Pentágono y las Torres Gemelas por parte de un grupo de combatientes de Al Qaeda que hacen secuestran y estrellan cuatro aviones de pasajeros.

La primera celebración (302 años) es estrictamente local catalana y con repercusión exclusivamente hispánica. La guerra de Sucesión está muy lejos. El independentismo oficial ha intentado humanizarla y ha encontrado en los restos arqueológicos y en la investigación histórica más competente un buen montón de datos para trasladar al presente el dolor y la pérdida de hace más de tres siglos. Uno de los responsables ha llegado a calificar el Born de Zona Cero de los catalanes, en un esfuerzo vano e imprudente de equiparar aquellas víctimas del cerco con los 2996 muertos y los más de 6000 heridos en los atentados del 11S estadounidense. Para el historiador militar israelí Azar Gat (‘Naciones. Una nueva historia del nacionalismo’, Barcelona 2914), el 1714 catalán es una demostración de la antigüedad de la nación catalana, mientras que para Hobsbawm (‘Naciones y nacionalismo desde 1870’, Barcelona 1991; y ‘La invención de la tradición’, 2012) no habría duda alguna de que es un caso de “invención de la tradición”, por parte de la “comunidad imaginada” que es toda nación (Benedict Anderson, ‘Comunidades imaginadas’, México 2013).

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La victoria del procesismo

Por: | 10 de septiembre de 2016

La noticia de la temporada es el procesismo. El independentismo sucedió al soberanismo y el procesismo está sucediendo al independentismo. Si el soberanismo se centraba en la consulta y el independentismo en la independencia, lo que al procesismo le ocupa y preocupa ahora es el propio proceso. Si no hay consulta y no hay independencia, ni por la vía unilateral ni por la acordada, y por el momento no asoma ninguna de las dos cabezas por el horizonte, entonces solo queda una alternativa y es hacer que el proceso siga vivo aunque esté muerto.

El procesismo es como una bicicleta: si cae se para. Hay que hacer algo, lo que sea, para que no se caiga. No hay más remedio que seguir pedaleando. Es un movimiento que ya se justifica por sí mismo y no por su improbable objetivo. Si no se puede hacer la DUI (declaración unilateral), pues nos conformamos con el RUI (referéndum unilateral); y si luego no puede ser el RUI, pues habrá que ir de nuevo a por la DUI. Y vuelta a empezar.

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Un balance de la globalización: conversación con Josep Piqué

Por: | 09 de septiembre de 2016

Josep Piqué es uno de los empresarios y políticos españoles con mayor experiencia e interés por la escena internacional, y especialmente por Asia, el continente más alejado y desatendido entre nosotros. Ha sido, entre otras cosas, ministro de Exteriores con José María Aznar, y actualmente preside distintas instituciones que vinculan España a Japón, Corea e India. Ha sido también consejero delegado y vicepresidente de la constructora OHL, y fue en su despacho en un rascacielos de la Castellana de Madrid donde tuvo lugar esta conversación el pasado 4 de abril. Este texto ha sido publicado en la revista bimensual 'La Maleta de Portbou' que dirige Josep Ramoneda en el número de julio/agosto de 2016.

Lluís Bassets.- Usted escribió hace tres años un libro, al que dio el título de ‘Cambio de era. Un mundo en movimiento: de Norte a Sur y de Oeste a Este’, en el que ofrece una visión del estado del mundo que contrasta respecto al momento actual por el punto de optimismo que entonces todavía mantenía sobre la globalización y sobre cómo está funcionando el orden internacional multipolar. ¿Lo matizaría ahora o incluso lo rechazaría?

Josep Piqué.- No hay que dejarse contaminar por la coyuntura cuando analizas las tendencias de evolución del mundo. La globalización no es una opción política, es un dato. Ha venido para quedarse y aunque pueda sufrir retrocesos y avances, ya es imparable. El mundo es cada vez más pequeño y asequible para todos. Por eso yo mantengo un cierto optimismo. Cada vez somos más, pero cada vez hay más personas que salen de la miseria, con mayor capacidad adquisitiva, acceso a la satisfacción de las necesidades básicas, como la educación o la sanidad. También por primera vez hay más gente que vive en las ciudades que en el campo. Somos más urbanos y burgueses. Y no es casualidad que a las grandes revoluciones democráticas y modernizadoras las llamemos revoluciones burguesas porque provienen de la libertad asociada a vivir en la ciudad y no en el campo. La dirección y la proyección estratégica son buenas.

Otra cosa son las dudas respecto a si somos capaces de reconstruir algún tipo de orden mundial. Teníamos un orden muy complicado y peligroso, basado en la división en dos bloques, que daba unos determinados niveles de certidumbre, pero se cayó y no ha sido sustituido. Hubo la ilusión que duró poco de un mundo unipolar, con una hiperpotencia y la idea de que los valores occidentales se esparcirían hasta la culminación o fin de la historia, tal como la describió Francis Fukuyama. Ahora hemos visto que eso no es así y estamos ante un momento de gran desconcierto, de forma que los poderes existentes en el concierto internacional, al que no puedo llamar orden, tienen serias dudas respecto a cuál tiene que ser su papel real en este siglo.

Hace poco he leído las reflexiones sobre política exterior que hace el presidente Obama [en la revista The Atlantic de marzo pasado]. Dice cosas muy novedosas respecto a cuál debe ser el papel de Estados Unidos en el mundo. Es clarísima la opción por Asia, el alejamiento estratégico y conceptual del mundo euromediterráneo, específicamente de Oriente Medio y el ninguneo del papel de Europa. Me interesa y comparto su reflexión sobre China, respecto a que debe sentirse estable y segura, porque así podrá desempeñar un papel positivo en la configuración de este nuevo orden. En caso contrario, puede acabar haciendo cosas que sean preocupantes para todos.

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El Brexit, visto desde Asia

Por: | 08 de septiembre de 2016

El ángulo de visión proporciona perspectivas distintas. No es lo mismo el Brexit visto desde Asia que desde Europa, desde Hangzhou, donde se ha celebrado la cumbre del G20, que reúne a las economías punteras y emergentes, que desde Bruselas, la capital de la integración europea.

Theresa May, la flamante primera ministra británica, ha hecho en la ciudad china lo que todos: vender su mercancía, en su caso la idea de unos tratados de libre comercio que sustituyan a la actual pertenencia a la Unión Europea entre 2019 y 2020. May es novata en cuestión de cumbres, de forma que su sola presencia y sus palabras constituían un atractivo, como lo era para otros tres novatos —el brasileño Michel Temer, el argentino Mauricio Macri, o el joven saudí Mohamed bin Salman, número tres del régimen, que se estrenó en la cumbre en representación del rey su padre— o para el veterano de diez cumbres que ahora se despide, que es Barack Obama.

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Una Europa de tres velocidades para que Londres no se vaya

Por: | 07 de septiembre de 2016

El proyecto que acaba de difundir Bruegel, el think tank europeo, gira alrededor de un concepto innovador para resolver el rompecabezas del Brexit. Le llama Asociación Continental (Continental Partnership) y consiste en una cooperación intergubernamental estructurada, que garantice la parte del Mercado Unico que le interesa a Reino Unido –las tres libertades de circulación de bienes, servicios y capitales— “sin derecho legal a la libre circulación de trabajadores pero sí un régimen de una cierta movilidad laboral controlada y una contribución al presupuesto de la UE”.

Bruegel propone abordar el problema a partir de una visión funcional y no política del Mercado Único, que igualmente obliga a la aceptación de numerosos capítulos del ‘acquis communautaire’ y a preservar el control de las ayudas de Estado, política de competencia y reglas comunes y estándares mínimos, cuestiones todas ellas que son de la incumbencia de la denostada Comisión Europea. Además de la participación funcional en el Mercado Único, la Asociación Continental también contempla una “estrecha cooperación en política exterior, seguridad y posiblemente defensa”, que es plenamente intergubernamental.

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El modelo de la ingobernabilidad

Por: | 06 de septiembre de 2016

A la vista de la actual evolución de la política española, me atreviría a escribir que todo empezó hace muchos años, unos 40, con Convergència.

Convergència era un artefacto especial que llegó a suscitar mayorías oceánicas en Cataluña y una admiración no menos extensa en el resto de España. Combinaba una mezcla extraña: unas ideas particulares que la definían en su identidad de partido y otras ideas generales que la habilitaban para convertirse en la gran formación política que fue y que ya no existe.

Pujol y Roca personifican la dualidad, aunque sería injusta la identificación completa, puesto que ambos a su vez comparten las dos facetas que caracterizaron a la difunta formación política ahora tan añorada. De una parte, una vocación específicamente catalana, profunda y radicalmente catalana, que llevaba a sus gentes a trabajar para la recuperación de la lengua, la cultura, las instituciones y el autogobierno en los niveles máximos posibles. De la otra, una vocación genuinamente española, que conducía a influir en la política española e incluso facilitar en Madrid la gobernabilidad --hábil neologismo introducido por Miquel Roca no sin los reglamentarios sarcasmos e incompresiones anticatalanas-- a cambio naturalmente de jugosos pactos que contribuían a reforzar la genuina vocación particular (y, a lo que se ha visto, reforzaban también el patrimonio de algunos de los pactantes).

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Un lugar para el Reino Unido en Europa

Por: | 05 de septiembre de 2016

Todavía no hemos superado el trauma. Ni unos ni otros. Los brexiters, encabezados ahora por Theresa May, más sensata que Farage, Johnson y compañía, aclaran que no habrá segundo referéndum ni regreso a la UE por la puerta de atrás y repiten como un mantra para atraer la lluvia que Brexit es Brexit, una tautología hipnótica que nada significa mientras nadie sepa aclararnos qué es o puede ser realmente el Brexit.

La Unión Europea se enfrenta a dos dificultades para salir a su vez de la conmoción. La primera es empezar a olvidarse de que el Brexit es una catástrofe, aunque efectivamente lo sea, para empezar a buscar salida al disparate. La segunda es evitar que todo los esfuerzos de la UE a partir de ahora se dediquen exclusiva y únicamente a enzarzarse con Londres para ver quién sale ganando de la pelea.

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Politizar el cuerpo femenino

Por: | 04 de septiembre de 2016

El contraste es duro. Hay fotos de las costas europeas de los años 60 en los que se puede ver a policías que multan a jóvenes en bikini. Este verano, 50 años después, hemos visto las fotos de gendarmes franceses que obligaban a una mujer a despojarse de su bañador integral, el llamado burkini, en una playa de la Costa Azul. Hace medio siglo, en pueblos agrícolas de Italia y España, había todavía mujeres vestidas de negro y con la cabeza cubierta, mientras que en ciudades como El Cairo, Beirut o Argel, muchas mujeres vestían “a la occidental”, con faldas cortas y cabeza descubierta.

Ha sucedido en Francia, en una región donde tiene una implantación muy fuerte el Frente Nacional de Marine Le Pen, y después del terrible atentado de la noche del 14 de julio en Niza, que dejó 85 muertos y 303 heridos sobre el asfalto y a los franceses en un estado de shock que todavía no han superado. Son 31 los ayuntamientos los que han publicado bandos que prohíben el burkini, objeto de los recursos, primero administrativo y luego ante el Consejo de Estado, equivalente a un Tribunal Constitucional, por parte de la Liga de los Derechos del Hombre, a la que se añadió luego el Comité contra la Islamofobia en Francia.

El burkini no es un burka o niqab, es decir, un velo que cubre el rostro de la mujer. Este último está prohibido en Francia por razones de seguridad, como está prohibido el mero uso del velo por parte de los funcionarios o en las escuelas públicas. La prohibición del bañador completo de pies a la cabeza, pero con el rostro descubierto, tal como han pretendido varios ayuntamientos de la Costa Azul, sería un paso más en contra de los signos religiosos en el espacio público, previo a la prohibición mucho más polémica del velo. Es lo que pretenden varios partidos de extrema derecha con sus programas de desislamización de Europa, que significa la expulsión de la religión musulmana del espacio público y podría llegar incluso a la prohibición de difusión del Corán.

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Sobre la Revolución húngara de 1956

Por: | 02 de septiembre de 2016

Budapest
La revista Foreign Affairs me recuerda que ahora se cumplen 60 años de la revolución antisoviética de Hungría. Lo hace en un espléndido artículo en el que relaciona el combate de los revolucionarios húngaros, comunistas muchos de ellos opuestos a la dominación soviética, con los ideales europeístas que el actual primer ministro Viktor Orban está traicionando. Hace diez años, con motivo del 50 aniversario, escribí un artículo, titulado ‘Como gatitos ciegos’, que ahora he releído y que me parece que puede ser de interés para los lectores. A veces creemos que todo cambia pero luego vemos que han pasado diez años y algunas cosas siguen exactamente igual, o peor.

Como gatitos ciegos

Todo estaba preparado, hoy hace 50 años, para aplastar la Revolución. Diez divisiones, con 5.000 carros y 150.000 hombres, más un nutrido apoyo aéreo, se había desplegado por toda Hungría, había bloqueado las fronteras con Occidente y organizado una tenaza sobre Budapest, que iba a cerrarse en la madrugada del 4 de noviembre. El embajador de Moscú en Hungría era Yuri Andropov, el hombre que en 1982 se convertiría en el máximo dirigente de una Unión Soviética gerontocrática que ya se hallaba sin saberlo en fase de inmediato desmoronamiento. Andropov fue el elemento decisivo de aquella operación militar que terminó con una Revolución protagonizada por los jóvenes húngaros, estudiantes y obreros, en su gran mayoría de ideología izquierdista y comunista, pero dispuestos a morir por la libertad y la independencia de su país. El primer intento de ahogar la revuelta, el 25 de octubre, se hizo con una fuerza de unos 20.000 soldados y apenas un millar de carros, preparados para los combates urbanos contra un ejército enemigo, como el alemán, al estilo de lo que había sucedido en la Guerra Mundial. Pero no para enfrentarse a una improvisada guerrilla urbana, con barricadas y cócteles molotov, que obligó al segundo ejército del mundo a replegarse y prometer conversaciones con el nuevo Gobierno pluralista y democrático, encabezado por el comunista reformista Imre Nagy.

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El País

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