Lluis Bassets

Una patada en el hormiguero

Por: | 08 de diciembre de 2016

Mao
Para Trump no hay principio inmutable ni idea que no merezca ser cuestionada. Ahora hay que poner en duda la política de Una Sola China, el axioma acordado en 1972 en Pekín entre Mao y Nixon y respetado por las cuatro generaciones de sucesores del Gran Timonel y ocho presidentes de los Estados Unidos.

Henry Kissinger fue el artífice de aquel viaje presidencial y de la apertura que situó de nuevo a China en el mundo, sentó las bases de la globalización y condujo a la Unión Soviética al jaque mate. Sus fundamentos están recogidos en un medido texto de conclusiones, el Comunicado de Shanghai, donde se dice que "EEUU reconocen que todos los chinos de ambos lados del estrecho de Taiwán sostienen que no hay más que una China y que Taiwán forma parte de esta última". La declaración condujo a la apertura de relaciones diplomáticas con Pekín y a la marginación de la China nacionalista, que había combatido y perdido la guerra civil frente a los comunistas, convertida en un mero socio oficioso y receptor de ayuda defensiva estadounidense.


Cuando Kissinger escribió su libro Sobre China, en 2011, advirtió que el equilibrio mantenido durante 40 años "exigirá habilidad y sentido de Estado para evitar una deriva hacia un punto en el que ambas partes se sientan obligadas a poner a prueba la firmeza y la naturaleza de las convicciones mutuas". Esto es lo que acaba de suceder con la llamada de la presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen, a Donald Trump, la primera de tan alto nivel que se produce desde 1979, inmediatamente leída en Pekín, en Taipéi y naturalmente en Washington, como un abierto cuestionamiento de la política de Una Sola China.

Además de su política hacia China, Trump ha extendido sus dudas sobre al menos otras cinco piezas cruciales de la estabilidad global, como son el artículo 5 del Tratado Atlántico, por el que sus firmantes se comprometen a defender a cualquiera de los socios en caso de ataque; el Pacto con Japón, por el que Washington extiende su paraguas de seguridad sobre el país nipón; el Tratado de No proliferación de Armas Nucleares, erosionado por sus declaraciones en favor de que Japón y Corea del Sur se defiendan por su cuenta; la relación equilibrada respecto a India y Pakistán, que mantienen un virulento contencioso territorial y cuentan con el arma nuclear; y el mantenimiento del actual estatus de Jerusalén como ciudad compartida por árabes y judíos.

El carácter imprevisible y errático de Trump no es únicamente un elemento perturbador que impide hacer previsiones sobre el futuro, sino que ya se ha revelado como un buen instrumento para quienes quieren destruir el actual status quo, sean grupos ideológicos o de presión estadounidenses o sean intereses extranjeros, como pueden ser los de Rusia o Taiwán, a veces bien representados en Washington. Solo con su campaña electoral y sus primeros gestos como presidente electo ha conseguido socavar los pilares conceptuales del actual orden. Si algo sabemos ya de su política exterior es que será profundamente revisionista y que pasará a la historia al menos como el presidente que dio la patada en el hormiguero.

Hay 2 Comentarios

“Para Trump no hay principio inmutable ni idea que no merezca ser cuestionada.” De la misma manera, a Barack Obama no se le cuestiona ni tampoco tiene principios con la constitución norteamericana con la cual se limpió docenas de veces…. Obama no se inmuta al haber compartido un tecito-árabe con los hermanos islámicos en la casa blanca, ni se inmuta con el rio de sangre que deja en el medio oriente para que su sucesor lo limpie. Tampoco se inmuta de haber favorecido la política de Hugo Chaves, de haber dado la mano a los hermanos Castros sin importarle la voz protestante de millones de americanos, de haber soltado asesinos de Guantamo que decenas volvieron las filas del terrorismo internacional. De haberse metido en Libia, en Yemen, y de permitir el avance imperial de Putin en el medio oriente y Balcanes. Tampoco se inmuta, el hombre, del horrible pacto nuclear Irán + los cinco, de haber apoyado la política emigratoria de Merkel con un millón y medio desparramado por toda la Europa, de su obsesiva simpatía por la menguante izquierda internacional y de llevar una política a base del racismo-ideológico, clase social y de género en su propio país. Recordemos que la casa blanca estuvo ocho años bajo su mandato y pudo haber cambiado para mejor el curso de la historia de su país y del resto del planeta ahora globalizado, tal como lo hizo la diplomacia de Kissinger, Nixon o Reagan que cambiaron en su tiempo la política internacional de Europa dela ex soviética y china. Me parece que hacer demagogia con un presidente-electo que no ha llegado a la casa blanca todavía es un tanto patético, apresurado por crucificar a alguien sin saber a ciencia cierta cuál será el camino final que bien lo lleva al destierro de la ignominia o al éxito final como presidente.

Conocer el pasado es importante, pero sobre todo hay que conocer el presente, para poder encajar el futuro con acierto.


El mundo ha cambiado mucho desde 1972. Hoy, indiscutiblemente, la principal amenaza es el terrorismo islamista, amenaza que se materializa en hechos dramáticos, atentados, y no se combate con la intensidad que se debiera debido a que cuenta con importantes apoyos occidentales. El artículo 5 de la NATO hace tiempo que no se respecta. Con el tiempo todo se acaba corrompiendo, incluso importantes organizaciones. La NATO no se ha librado, en estos momentos no tiene objetivos comunes, y carece de lo fundamental, voluntad de vencer, como ha quedado claro en numerosas ocasiones, por ejemplo, en los denominados conflictos de los Balcanes, por ejemplo, en Afganistán donde el fracaso militar ha sido total, no lográndose los objetivos marcados. Y más recientemente con el asunto de Siria. La actual NATO es que no sirve ni para proteger las fronteras exteriores europeas, como ha quedado de manifiesto en la crisis de los refugiados. La NATO se ha corrompido pasando a estar al servicio de unas cuantas familias que la dirigen y controlan.


Hasta hace poco, España ha tenido como JEMAD a una persona, el ex general Julio Rodríguez, que ahora es miembro de un partido de la órbita del comunismo internacional, Podemos, y dice ser anti NATO y contrario en numerosos temas a la posición oficial de esa organización. ¿De qué articulo 5 estamos hablando?


La amenaza del expansionismo chino es innegable, y el daño que su economía, basada en salarios muy bajos, está haciendo con sus exportaciones a las economías de países desarrollados, también.

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Sobre el autor

es periodista. Director adjunto y columnista de EL PAÍS. Tiene a su cargo la edición de Cataluña.

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