Los pies de Bikila

Sobre el blog

Correr no solo consiste en ponerse unas zapatillas y moverse. La realidad es que casi nadie corre correctamente de forma natural. En este blog queremos que los aficionados a la carrera aprendan a correr correctamente, a entrenar de la mejor manera posible y a prevenir las siempre inoportunas lesiones, para optimizar los beneficios del ejercicio.

Sobre el autor

Carlos Alberto Cordente. Doctor en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, exdecatleta internacional y actualmente profesor del INEF (Universidad Politécnica de Madrid), el autor es experto en atletismo y en actividad física para la salud. Aspira a aportar su granito de arena para que España se convierta en un país con una verdadera cultura deportiva (no solo del resultado deportivo) y, en este sentido, se declara enamorado de la ciudad en la que creció, Gijón, por ser, en su opinión, la ciudad más deportiva de nuestro país.

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Cuida tu salud, coloca tu cadera

Por: | 28 de febrero de 2014

Hay determinados detalles a los que no se suele dar demasiada importancia y que sin embargo son claves tanto para optimizar nuestra técnica como para prevenir lesiones. Un claro ejemplo de esto es la posición en la que debe encontrarse nuestra cadera mientras corremos. 

Como puedes ver en estas imágenes, la cadera tiene la capacidad de bascular hacia delante o hacia atrás. Cuando bascula hacia delante (anteversión) se nos arquea la zona lumbar mientras que basculando la cadera hacia atrás (retroversión) la zona lumbar mantiene su posición correcta.

Pero según el gesto que vayamos a hacer, nos interesará que la cadera esté situada en una u otra posición, por ejemplo, para levantar un peso del suelo, deberemos fijar la cadera en anteversión, flexionar las rodillas para involucrar las piernas en el levantamiento y mantener el tronco lo más vertical posible para evitar dañarnos la espalda.

Como coger peso

Sin embargo, también para proteger nuestra zona lumbar, tanto la hora de trabajar otros ejercicios de fuerza como para la realización de la mayor parte del resto de actividades diarias como andar o correr la cadera debe estar en retroversión. El problema es que para que la cadera se mantenga por si sola en esta posición, necesitamos:

1.- Tener una musculatura abdominal correctamente tonificada. Insisto en lo de “correctamente” ya que un inadecuado trabajo abdominal, algo lamentablemente demasiado común, produce sobre la posición de la cadera exactamente el efecto contrario al que pretendemos al provocar el acortamiento del músculo psoas ilíaco.

Es también muy habitual ver como las personas que, además, tienen un exceso de peso en su abdomen (mujeres embarazadas o “tripas cerveceras”) tienden a la anteversión de cadera con el consiguiente peligro para la espalda.

Anteversion embarazo

2.- Un psoas iliaco que no esté excesivamente acortado. El psoas es un músculo que sirve, entre otras cosas para flexionar la cadera elevando la rodilla o flexionando el tronco. Tiene un punto de inserción superior en las vértebras lumbares y en la última dorsal y otro inferior en una pequeña protuberancia que se encuentra en la cara postero-interna de la parte superior del fémur, el trocánter menor. Si este músculo se acorta en exceso traccionará enormemente hacia delante de las vértebras en las que se inserta provocando un arqueo excesivo de la columna lumbar.

3.- Observar de vez en cuando la posición en la que se encuentra nuestra cadera cuando andamos o corremos mientras no estemos seguros de que somos capaces de mantenerla de forma natural en su posición correcta.

Sólo con la cadera adecuadamente colocada podemos pretender correr de una forma técnicamente correcta y realmente saludable así que te sugiero que empieces por aprender a sentir la posición de tu pelvis colocándola y descolocándola mediante estos ejercicios y que una vez identificada la posición correcta trates de mantenerla durante todo el día.

Al principio quizás te resulte extraño pero pronto te acostumbrarás a las nuevas sensaciones. Además, verás que una correcta colocación de la cadera implica cierto trabajo abdominal por lo que también estarás avanzando en este sentido.

Podría... pero prefiero...

Por: | 21 de febrero de 2014

La preparación para correr no consiste solamente en entrenar los músculos. Aunque a muchos les pueda parecer sorprendente, el cerebro tiene una labor muy importante en el rendimiento atlético. Y para alimentar el cerebro con una energía positiva que nos motive, nada mejor que estas reflexiones escritas por Aurora Pérez Gutiérrez, una de nuestras grandes atletas, que actualmente compite en la categoría de veteranas.

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Aeróbico-anaeróbico: cuestión de combustibles

Por: | 14 de febrero de 2014


ATP





Hace ya un tiempo hablamos acerca de la maravillosa máquina que tenemos entre manos, nuestro organismo. En aquel post dejamos clara nuestra enorme capacidad de adaptación al esfuerzo cuando este es razonable y los beneficios que de él podemos obtener. Hoy vamos a abundar en esto explicando de la forma más sencilla posible de qué se alimenta nuestro cuerpo para poder superar los diferentes tipos de esfuerzo.

¿Te imaginas un coche capaz de cambiar de combustible en función del rendimiento que se le solicite? Apenas hace unos años que aparecieron los primeros coches híbridos, sin embargo hace ya muchos miles de años que la naturaleza hizo capaces a los animales, entre ellos nosotros, de usar diferentes sustratos energéticos para conseguir crear el combustible básico que necesitamos para vivir y movernos: el adenosin trifosfato, más conocido como ATP.

Por tanto, a diferencia de los coches que pueden tener un depósito de energía o dos, nosotros tenemos nada menos que cinco: un pequeñísimo depósito de ATP en estado puro y un depósito apenas más grande de fosfocreatina (PC), ambos situados en los músculos. Además, disponemos de depósitos de glucógeno en nuestros músculos y en nuestro hígado, un depósito de grasa repartido aquí y allá en diferentes partes de nuestro cuerpo y, finalmente, un depósito de proteínas, nuestros propios músculos, al que sólo recurriremos para sobrevivir cuando hayamos agotado los depósitos de grasa en situaciones muy extremas de inanición o inactividad física.

¿Pero a qué viene tanto depósito de energía? Como vemos, cada depósito tiene una capacidad diferente siendo el contenido de los más grandes el de combustión más lenta y viceversa, lo que supone que la intensidad del ejercicio que se puede desarrollar en cada caso sea muy distinta. Por tanto, utilizaremos prioritariamente un sustrato energético u otro en función del volumen y la intensidad de nuestro ejercicio. Si esta intensidad es nula o muy escasa, por ejemplo mientras dormimos, andamos o mientras corremos despacio, necesitaremos un carburante de combustión lenta, por ello usaremos principalmente parte de lo almacenado en nuestros enormes depósitos de grasa. Como la inmensa mayoría de nuestros esfuerzos diarios son de este tipo, el cuerpo se esmera en almacenar grasa suficiente para cubrir nuestras necesidades. El problema viene cuando nos empeñamos en facilitarle al cuerpo esa tarea malcomiendo y/o manteniéndonos excesivamente inactivos.

Para obtener ATP, descomponemos las grasas (lipolisis) con ayuda del oxígeno que obtenemos a través de la respiración de ahí que podamos considerar este ejercicio como aeróbico. La limitación de esta vía de producción de energía es que, si bien el depósito de grasa de nuestro cuerpo da para un enorme volumen de ejercicio, la intensidad de ejercicio que se puede desarrollar a través de ella es relativamente escasa debido a la lentitud con la que se produce ATP a partir de la grasa.

Conforme vayamos aumentando la intensidad de nuestro esfuerzo, iremos necesitando paulatinamente un carburante de combustión más rápida. El siguiente en la “jerarquía” después de la grasa es la glucosa que obtenemos de los hidratos de carbono de nuestra alimentación y almacenamos en forma de glucógeno. La “fabricación” de ATP a partir del glucógeno (glucolisis) se puede realizar de 2 maneras diferentes:

    1. Glucolisis aeróbica: se produce al comienzo de ejercicios de baja intensidad debido al retraso en el inicio de la combustión de las grasas y cuando la intensidad del ejercicio es demasiado alta para que el ATP se pueda obtener de la combinación de las grasas con el oxígeno pero aun suficientemente baja como para que el oxígeno que obtenemos a través de la respiración se pueda combinar con la glucosa que circula por nuestra sangre. Al ser esta una vía aeróbica de producción de energía, nos permite desarrollar esfuerzos relativamente largos aunque limitados en el tiempo a la cantidad de glucógeno almacenado en nuestros músculos e hígado. Hay que añadir que, al igual que la combustión de gasolina por parte de los coches produce gases que se expulsan a través del tubo de escape, este tipo de esfuerzos produce también un gas de escape, el CO2, que es expulsado por los pulmones durante la espiración.

    2. Glucolisis anaeróbica: se produce cuando la intensidad del ejercicio es tal que el aporte de oxígeno no basta para cubrir la demanda energética. Esta vía produce ATP de una forma más rápida que durante un esfuerzo aeróbico, por eso la intensidad del ejercicio puede ser mayor; sin embargo, este aumento de intensidad no es gratuito, el tributo a pagar es la aparición de una profunda fatiga muscular tradicional y erroneamente atribuida a la concentración de lactato en sangre. Aunque aun no está del todo claro, dicha fatiga muscular que, de mantenerse el ejercicio a este nivel de intensidad llevará al musculo a la tetanización, parece ser el producto de 3 factores diferentes:

        a) la propia estructura muscular y sus limitaciones para producir contracciones intensas,

        b) las reacciones quimicas que ocurren en el seno del músculo y

        c) el comportamiento del "gran gobernador" del organismo, el cerebro, que hará lo necesario para "cortar la inyección" de energía a nuestros músculos antes de que se produzcan daños biológicos importantes.

Finalmente, para los esfuerzos de intensidad máxima, aquellos que sólo pueden durar unos pocos segundos, la energía se obtendrá directamente de los diminutos depósitos de ATP del músculo y, según se agoten estos, se sintetizará ATP muy rápidamente a partir de los también reducidos depósitos musculares de fosfocreatina.

Es importante señalar que nuestros diferentes motores están permanentemente encendidos y que el uso de uno de ellos no excluye necesariamente a los demás sino que en cada tipo de esfuerzo se combinan diferentes vías. Por tanto, lo que ocurre en realidad es un predominio más o menos claro de una vía de obtención de energía sobre las demás.

Es obvio que para el running lo que nos interesa es el desarrollo de las vías aeróbicas de trabajo, la glucolisis aeróbica y, sobre todo, la oxidación de las grasas. Para su mejora deberemos tener en cuenta 2 factores: la alimentación y el entrenamiento.

Parar mejorar en el ámbito de la glucolisis aeróbica, deberemos realizar periódicamente entrenamientos en el entorno de estas intensidades asegurándonos la reposición de los depósitos de glucógeno a través de la ingesta de hidratos de carbono complejos o de absorción lenta. Es importante señalar que las personas con escaso historial de entrenamiento aeróbico reciente no deben abusar de este tipo de trabajo por el nivel de intensidad requerido. En cuanto al trabajo en el ámbito de la oxidación de las grasas, el trabajo prioritario en atletas populares, no será necesario aumentar los depósitos de grasa, como ya comentamos antes de eso ya se encarga el cuerpo, sino que deberemos fortalecer nuestro sistema cardiovascular con el fin de hacer más eficiente la producción aeróbica de energía. En cualquier caso, es importante señalar que estudios recientes han demostrado importantes diferencias en la tasa máxima de oxidación de las grasas entre hombres y mujeres. Estas consiguen dicho valor a intensidades sensiblemente superiores a la de los varones por lo que será necesario que hombres y mujeres entrenen a intensidades relativas diferentes. Finalmente, también será conveniente vigilar el aporte de hierro en nuestra dieta ya que facilitará el correcto aporte de oxígeno a nuestros músculos.

El País

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