No cabe duda que correr es un ejercicio fenomenal para todo aquel que no tenga contraindicación alguna y desarrolle su actividad de una forma correcta. Sin embargo, no puede considerarse la carrera como un ejercicio suficientemente completo como para asegurarnos un alto nivel de salud física a largo plazo, al contrario, si solamente corremos, tenemos grandes posibilidades de sufrir a medio plazo lesiones debidas a la sobrecarga que esta actividad supone en diferentes estructuras de nuestro cuerpo.

Correr implica muchos miles de impactos de nuestros pies en el suelo, impactos que se transmitirán al resto del cuerpo a través de nuestra cadena cinética, entendiendo esta como un sistema de eslabones óseos rígidos interconectados por articulaciones como las del pie, el tobillo, la rodilla, la cadera, la articulación sacro-ilíaca y todas las articulaciones vertebrales.

Esas articulaciones (las superficies articulares, los cartílagos y los ligamentos) son por tanto receptoras y transmisoras del impulso que les llega desde el suelo a través del hueso que la une con la articulación inmediatamente inferior; por ejemplo la rodilla transmite a la cadera a través del fémur el impulso que le llega del tobillo a través de la tibia y el peroné. A todo este entramado de estructuras lo conocemos como aparato locomotor pasivo porque no es quien genera el impulso sino simplemente quien lo transmite. Pero esa transmisión de fuerzas nunca es del 100% sino que tras cada apoyo se produce en todas las articulaciones cierta disipación de las fuerzas, una “fuga” de fuerzas que será conveniente minimizar por cuestiones tanto técnicas (hablaremos de ello en otra entrada) como de salud física.

La fuerza de una cadena está determinada por la fuerza de su eslabón más débil; la demostración de esta afirmación es bien sencilla: si en mitad de una cadena capaz de arrastrar un camión añadiéramos un eslabón de plástico (del malo), es obvio que esa cadena no podría arrastrar ni un coche sin romperse por su eslabón débil.

Una dosis adecuada de impacto beneficia tanto a nuestros huesos como a nuestras articulaciones, sin embargo, cuando el impacto es excesivo se dañan esas estructuras, algo que normalmente sólo notaremos en el largo plazo cuando probablemente la (siempre grave) lesión ya sea inevitable. Los eslabones de nuestra cadena cinética, las estructuras de nuestro aparato locomotor pasivo, son las más susceptibles de sufrir lesiones graves. Para evitar la existencia de eslabones débiles y con ello atenuar el impacto de la carrera en nuestras articulaciones, debemos fortalecer todas las estructuras que las rodean para compactarlas y, así, estabilizarlas; estas son: músculos, tendones y ligamentos. Queda clara por tanto la necesidad de realizar un mínimo de preparación física general pero ¿Cómo hacerlo?

No prescribiré desde aquí un completo plan de preparación física, eso es algo que debe hacer un profesional personalizando el entrenamiento para cada caso, me limitaré a exponer unos pocos ejercicios básicos realizables casi en cualquier lugar para no iniciados en esta cuestión. Inicialmente, aconsejaría la realización de estos ejercicios un par de días o tres (no consecutivos) a la semana. No me parece una mala idea sacrificar en esos días 15 minutos de carrera para hacer nuestras tareas de preparación física general básica, preferiblemente al final de la sesión.

Realiza 2 ejercicios del grupo 1 y los 2 del grupo 2 en cada sesión de preparación física asegurándote haberlos hecho todos cada 3 sesiones. Es importante que seas muy pulcro/a en la ejecución de todos estos sencillos ejercicios.

Grupo 1: Ejercicios de fuerza para el tren inferior

Triceps sural (gemelos y sóleo): 1-2 series de 8-10 repeticiones con cada pie.

 

Con este ejercicio acondicionamos de forma específica estos músculos y su tendón común, el tendón de Aquiles, con el fin de prevenir (en la medida de lo posible) su tan habitual inflamación (tendinitis). 

Saltitos pliométricos: 2 series de 20-40 saltos variando el tipo de salto cada 10 saltos.

  

 No se trata en estos ejercicios de saltar muy alto sino de ser muy reactivos en el apoyo, de rebotar sin apenas flexión de las rodillas y sin que se apoye el talón. Este ejercicio va fundamentalmente dirigido al fortalecimiento de los tendones rotuliano y de Aquiles que tienen que frenar la carga que sufren evitando que se flexionen sus respectivas articulaciones, el tobillo y la rodilla. Además, la realización de saltos en diferentes direcciones contribuye a fortalecer los mecanismos estabilizadores de estas articulaciones.

Conviene evitar realizar este ejercicio despues de haber hecho el anterior.

½ sentadilla: (2 series de 12-30 repeticiones)

  

Este ejercicio va fundamentalmente dirigido al fortalecimiento del cuádriceps y de su tendón común, el rotuliano, y del glúteo.

Si tienes dudas acerca de la colocación de tu cadera, consulta la entrada anterior.

Marcha en Split: (2 series de 12-20 repeticiones)

  

Este es un ejercicio muy completo y específico para los corredores. Trabaja gran parte de los músculos de la mitad superior del tren inferior ya sean estos anteriores o posteriores. Es conveniente empezar siempre este ejercicio realizando zancadas cortas ya que tiene cierto componente excéntrico (de frenado) que lo hace potencialmente lesivo si se hace con una intensidad excesiva. En cualquier caso, nunca provocará lesiones graves pero si tenemos cuidado podemos evitarlas. Eso sí, si notamos alguna molestia, debemos parar el ejercicio inmediatamente.

Subida a banco: (2 series de 8-20 repeticiones con cada pierna)

  

Este ejercicio es de la familia del anterior, menos “agresivo” y con un componente más vertical; aconsejo hacer ambos ejercicios en la misma sesión.

Propiocepcion básica de tren inferior: (2 series de 30-60 segundos con cada pierna)

  

Con este ejercicio pretendemos trabajar la estabilización de las articulaciones del tren inferior.

Grupo 2: Ejercicios para la zona central del cuerpo

Tabla: (2 series de 15-60 segundos)

Ejercicio que estabilizador de la columna vertebral, las articulaciones de la pelvis y la rodilla. También fortalece el músculo transverso del abdomen, músculo básico para la buena salud de nuestra columna lumbar. Si padeces hipertensión (no severa) o tienes tendencia a ella, reduce los tiempos de ejecución de este ejercicio a no más de 20 segundos y añade una serie más.

Ejercicio básico fortalecimiento de la espalda: (2 series de 20-30 repeticiones)

  

Clásico de los programas de fortalecimiento y rehabilitación de la espalda por su excelencia a la hora de fortalecer los músculos claves para la estabilización de la columna vertebral. Es importante mantener durante toda su ejecución las líneas de hombros y caderas totalmente paralelas al suelo evitando cualquier rotación de estas por poca que sea. También podemos ejecutar el ejercicio más lenta y controladamente manteniendo la posición alineada en cada posición durante unos segundos. En caso de hacerlo así, rebaja sensiblemente el número de repeticiones.

Cuida tu salud, coloca tu cadera

Por: | 28 de febrero de 2014

Hay determinados detalles a los que no se suele dar demasiada importancia y que sin embargo son claves tanto para optimizar nuestra técnica como para prevenir lesiones. Un claro ejemplo de esto es la posición en la que debe encontrarse nuestra cadera mientras corremos. 

Como puedes ver en estas imágenes, la cadera tiene la capacidad de bascular hacia delante o hacia atrás. Cuando bascula hacia delante (anteversión) se nos arquea la zona lumbar mientras que basculando la cadera hacia atrás (retroversión) la zona lumbar mantiene su posición correcta.

Pero según el gesto que vayamos a hacer, nos interesará que la cadera esté situada en una u otra posición, por ejemplo, para levantar un peso del suelo, deberemos fijar la cadera en anteversión, flexionar las rodillas para involucrar las piernas en el levantamiento y mantener el tronco lo más vertical posible para evitar dañarnos la espalda.

Como coger peso

Sin embargo, también para proteger nuestra zona lumbar, tanto la hora de trabajar otros ejercicios de fuerza como para la realización de la mayor parte del resto de actividades diarias como andar o correr la cadera debe estar en retroversión. El problema es que para que la cadera se mantenga por si sola en esta posición, necesitamos:

1.- Tener una musculatura abdominal correctamente tonificada. Insisto en lo de “correctamente” ya que un inadecuado trabajo abdominal, algo lamentablemente demasiado común, produce sobre la posición de la cadera exactamente el efecto contrario al que pretendemos al provocar el acortamiento del músculo psoas ilíaco.

Es también muy habitual ver como las personas que, además, tienen un exceso de peso en su abdomen (mujeres embarazadas o “tripas cerveceras”) tienden a la anteversión de cadera con el consiguiente peligro para la espalda.

Anteversion embarazo

2.- Un psoas iliaco que no esté excesivamente acortado. El psoas es un músculo que sirve, entre otras cosas para flexionar la cadera elevando la rodilla o flexionando el tronco. Tiene un punto de inserción superior en las vértebras lumbares y en la última dorsal y otro inferior en una pequeña protuberancia que se encuentra en la cara postero-interna de la parte superior del fémur, el trocánter menor. Si este músculo se acorta en exceso traccionará enormemente hacia delante de las vértebras en las que se inserta provocando un arqueo excesivo de la columna lumbar.

3.- Observar de vez en cuando la posición en la que se encuentra nuestra cadera cuando andamos o corremos mientras no estemos seguros de que somos capaces de mantenerla de forma natural en su posición correcta.

Sólo con la cadera adecuadamente colocada podemos pretender correr de una forma técnicamente correcta y realmente saludable así que te sugiero que empieces por aprender a sentir la posición de tu pelvis colocándola y descolocándola mediante estos ejercicios y que una vez identificada la posición correcta trates de mantenerla durante todo el día.

Al principio quizás te resulte extraño pero pronto te acostumbrarás a las nuevas sensaciones. Además, verás que una correcta colocación de la cadera implica cierto trabajo abdominal por lo que también estarás avanzando en este sentido.

Podría... pero prefiero...

Por: | 21 de febrero de 2014

La preparación para correr no consiste solamente en entrenar los músculos. Aunque a muchos les pueda parecer sorprendente, el cerebro tiene una labor muy importante en el rendimiento atlético. Y para alimentar el cerebro con una energía positiva que nos motive, nada mejor que estas reflexiones escritas por Aurora Pérez Gutiérrez, una de nuestras grandes atletas, que actualmente compite en la categoría de veteranas.

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Aeróbico-anaeróbico: cuestión de combustibles

Por: | 14 de febrero de 2014


ATP





Hace ya un tiempo hablamos acerca de la maravillosa máquina que tenemos entre manos, nuestro organismo. En aquel post dejamos clara nuestra enorme capacidad de adaptación al esfuerzo cuando este es razonable y los beneficios que de él podemos obtener. Hoy vamos a abundar en esto explicando de la forma más sencilla posible de qué se alimenta nuestro cuerpo para poder superar los diferentes tipos de esfuerzo.

¿Te imaginas un coche capaz de cambiar de combustible en función del rendimiento que se le solicite? Apenas hace unos años que aparecieron los primeros coches híbridos, sin embargo hace ya muchos miles de años que la naturaleza hizo capaces a los animales, entre ellos nosotros, de usar diferentes sustratos energéticos para conseguir crear el combustible básico que necesitamos para vivir y movernos: el adenosin trifosfato, más conocido como ATP.

Por tanto, a diferencia de los coches que pueden tener un depósito de energía o dos, nosotros tenemos nada menos que cinco: un pequeñísimo depósito de ATP en estado puro y un depósito apenas más grande de fosfocreatina (PC), ambos situados en los músculos. Además, disponemos de depósitos de glucógeno en nuestros músculos y en nuestro hígado, un depósito de grasa repartido aquí y allá en diferentes partes de nuestro cuerpo y, finalmente, un depósito de proteínas, nuestros propios músculos, al que sólo recurriremos para sobrevivir cuando hayamos agotado los depósitos de grasa en situaciones muy extremas de inanición o inactividad física.

¿Pero a qué viene tanto depósito de energía? Como vemos, cada depósito tiene una capacidad diferente siendo el contenido de los más grandes el de combustión más lenta y viceversa, lo que supone que la intensidad del ejercicio que se puede desarrollar en cada caso sea muy distinta. Por tanto, utilizaremos prioritariamente un sustrato energético u otro en función del volumen y la intensidad de nuestro ejercicio. Si esta intensidad es nula o muy escasa, por ejemplo mientras dormimos, andamos o mientras corremos despacio, necesitaremos un carburante de combustión lenta, por ello usaremos principalmente parte de lo almacenado en nuestros enormes depósitos de grasa. Como la inmensa mayoría de nuestros esfuerzos diarios son de este tipo, el cuerpo se esmera en almacenar grasa suficiente para cubrir nuestras necesidades. El problema viene cuando nos empeñamos en facilitarle al cuerpo esa tarea malcomiendo y/o manteniéndonos excesivamente inactivos.

Para obtener ATP, descomponemos las grasas (lipolisis) con ayuda del oxígeno que obtenemos a través de la respiración de ahí que podamos considerar este ejercicio como aeróbico. La limitación de esta vía de producción de energía es que, si bien el depósito de grasa de nuestro cuerpo da para un enorme volumen de ejercicio, la intensidad de ejercicio que se puede desarrollar a través de ella es relativamente escasa debido a la lentitud con la que se produce ATP a partir de la grasa.

Conforme vayamos aumentando la intensidad de nuestro esfuerzo, iremos necesitando paulatinamente un carburante de combustión más rápida. El siguiente en la “jerarquía” después de la grasa es la glucosa que obtenemos de los hidratos de carbono de nuestra alimentación y almacenamos en forma de glucógeno. La “fabricación” de ATP a partir del glucógeno (glucolisis) se puede realizar de 2 maneras diferentes:

    1. Glucolisis aeróbica: se produce al comienzo de ejercicios de baja intensidad debido al retraso en el inicio de la combustión de las grasas y cuando la intensidad del ejercicio es demasiado alta para que el ATP se pueda obtener de la combinación de las grasas con el oxígeno pero aun suficientemente baja como para que el oxígeno que obtenemos a través de la respiración se pueda combinar con la glucosa que circula por nuestra sangre. Al ser esta una vía aeróbica de producción de energía, nos permite desarrollar esfuerzos relativamente largos aunque limitados en el tiempo a la cantidad de glucógeno almacenado en nuestros músculos e hígado. Hay que añadir que, al igual que la combustión de gasolina por parte de los coches produce gases que se expulsan a través del tubo de escape, este tipo de esfuerzos produce también un gas de escape, el CO2, que es expulsado por los pulmones durante la espiración.

    2. Glucolisis anaeróbica: se produce cuando la intensidad del ejercicio es tal que el aporte de oxígeno no basta para cubrir la demanda energética. Esta vía produce ATP de una forma más rápida que durante un esfuerzo aeróbico, por eso la intensidad del ejercicio puede ser mayor; sin embargo, este aumento de intensidad no es gratuito, el tributo a pagar es la aparición de una profunda fatiga muscular tradicional y erroneamente atribuida a la concentración de lactato en sangre. Aunque aun no está del todo claro, dicha fatiga muscular que, de mantenerse el ejercicio a este nivel de intensidad llevará al musculo a la tetanización, parece ser el producto de 3 factores diferentes:

        a) la propia estructura muscular y sus limitaciones para producir contracciones intensas,

        b) las reacciones quimicas que ocurren en el seno del músculo y

        c) el comportamiento del "gran gobernador" del organismo, el cerebro, que hará lo necesario para "cortar la inyección" de energía a nuestros músculos antes de que se produzcan daños biológicos importantes.

Finalmente, para los esfuerzos de intensidad máxima, aquellos que sólo pueden durar unos pocos segundos, la energía se obtendrá directamente de los diminutos depósitos de ATP del músculo y, según se agoten estos, se sintetizará ATP muy rápidamente a partir de los también reducidos depósitos musculares de fosfocreatina.

Es importante señalar que nuestros diferentes motores están permanentemente encendidos y que el uso de uno de ellos no excluye necesariamente a los demás sino que en cada tipo de esfuerzo se combinan diferentes vías. Por tanto, lo que ocurre en realidad es un predominio más o menos claro de una vía de obtención de energía sobre las demás.

Es obvio que para el running lo que nos interesa es el desarrollo de las vías aeróbicas de trabajo, la glucolisis aeróbica y, sobre todo, la oxidación de las grasas. Para su mejora deberemos tener en cuenta 2 factores: la alimentación y el entrenamiento.

Parar mejorar en el ámbito de la glucolisis aeróbica, deberemos realizar periódicamente entrenamientos en el entorno de estas intensidades asegurándonos la reposición de los depósitos de glucógeno a través de la ingesta de hidratos de carbono complejos o de absorción lenta. Es importante señalar que las personas con escaso historial de entrenamiento aeróbico reciente no deben abusar de este tipo de trabajo por el nivel de intensidad requerido. En cuanto al trabajo en el ámbito de la oxidación de las grasas, el trabajo prioritario en atletas populares, no será necesario aumentar los depósitos de grasa, como ya comentamos antes de eso ya se encarga el cuerpo, sino que deberemos fortalecer nuestro sistema cardiovascular con el fin de hacer más eficiente la producción aeróbica de energía. En cualquier caso, es importante señalar que estudios recientes han demostrado importantes diferencias en la tasa máxima de oxidación de las grasas entre hombres y mujeres. Estas consiguen dicho valor a intensidades sensiblemente superiores a la de los varones por lo que será necesario que hombres y mujeres entrenen a intensidades relativas diferentes. Finalmente, también será conveniente vigilar el aporte de hierro en nuestra dieta ya que facilitará el correcto aporte de oxígeno a nuestros músculos.

Comentarios de diciembre y enero

Por: | 31 de enero de 2014

Pregunta-respuesta

Hoy toca repasar los que considero los comentarios más relevantes para el interés general de los últimos dos meses de este blog.

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Plan de trabajo para novatos II

Por: | 24 de enero de 2014

Plan

Si has seguido nuestro plan de trabajo para novatos desde que se publicó hace unos meses, habrás llegado ya a su finalización. Aquí tienes la continuación:

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Para no desmotivarte, ponle freno a tu motivación

Por: | 17 de enero de 2014

Zapatillas
Volvemos a estar inmersos en un periodo del año en el que abundan los propósitos de enmienda en el que seguro que no serán pocos los que hayan decidido echarse a la calle a correr desafiándose a sí mismos con el fin de convertirse en personas más activas y saludables. Sin embargo, ya sabemos lo fácil que es fracasar en estos nuevos propósitos si no sabemos gestionar bien la relación entre nuestra motivación y nuestro nuevo hábito. A veces, cuando nuestro deseo de cambio de conducta es muy fuerte, entramos en una especie de estado de “euforia motivacional” en la que somos capaces de visualizar sin ningún atisbo de duda nuestro cambio de conducta, sin embargo, hay que advertir que este “calentón inicial” puede terminar en frustración si no somos capaces de moderarlo a tiempo.

Por ello tiendo a no confiar en exceso en los novatos hipermotivados, los que se sienten muy seguros de sí mismos, los que lo tienen todo clarísimo, etc. Lo más habitual con este tipo de personas es que se queden por el camino más pronto que tarde y pierdan la oportunidad de disfrutar de todo lo bueno que les puede aportar una vida activa. Por eso es preferible tener dudas y tener claro que ponerse a correr de forma habitual no va a ser un camino de rosas desde el principio sino que para llegar a cogerle gusto, tendrá que pasar un poco de tiempo y que a veces ese camino será física y mentalmente costoso. Con lo bien que se está sentado en el sofá, ¿a quien le puede apetecer salir a correr? Y eso no sólo les ocurre a los novatos sino casi a cualquiera que lleve una temporada larga sin moverse. El cuerpo y la mente se acomodan fácilmente al descanso y les cuesta salir de él. En mi opinión, es para luchar contra esa pereza para lo que debemos motivarnos por encima de todo.

Para conseguirlo, el inicio o el reinicio de la actividad debe ser suave, tan suave como sea necesario para no sufrir en exceso. Si eres novato o estás retomándolo tras una larga temporada de parón, probablemente al empezar a correr te falte el aliento muy pronto porque hayas empezado demasiado rápido para tu capacidad actual, tendrás la sensación de que se te van a salir los pulmones por la boca. No pasa nada, deja de correr y echa a andar hasta recuperarte. Si eres de los que pensaban que podías empezar corriendo de continuo desde la primera sesión y resulta que no es así, te sugiero que consultes el plan de entrenamiento para novatos que os propuse tiempo atrás (por cierto, en breve publicaré la continuación).

¿Y después de correr? Puede que durante las primeras semanas te sientas bastante cansado a ratos, no es nada anormal, estás falto de resistencia pero la irás adquiriendo poco a poco y esa sensación desaparecerá e incluso se cambiará por una sensación de vitalidad aumentada. En cuando al día siguiente de los primeros días de carrera, puede que tengas agujetas a gogó y que te duelan hasta las pestañas al levantarte de la cama pero estas molestias también se irán pasando a lo largo del día conforme te vayas moviendo y se vaya “engrasando tu maquinaria”. Eso sí, al margen de esas pequeñas molestias, sentirás una satisfacción enorme por haber iniciado un nuevo hábito saludable.

Aunque te cueste un poco el principio (algo muy probable), ten claro que estás en el camino correcto. Tómatelo todo con mucha calma para no hacerte daño, plantéatelo todo a largo plazo haciendo lo que sea necesario para ponértelo fácil (corre en compañía, escucha música, etc.) y avanza de manera muy progresiva sin querer comerte el mundo en el primer bocado. Tengas el nivel que tengas, no hay nada indigno en mezclar marcha y carrera al principio ni en sentir agujetas tras un periodo de inactividad.

Para terminar, si no lo has hecho ya te aconsejo la lectura de los post anteriores de este blog que te ayudarán a situarte en tu nuevo hábito. 

 

Ciencia, intuición y entrenamiento

Por: | 10 de enero de 2014

Acuerdo-desacuerdo
No es la primera vez que redactando una respuesta a un comentario de alguna entrada de este blog decido finalmente hacer de esa respuesta una nueva entrada por considerarla suficientemente relevante. En este caso, la respuesta iba dirigida a mis “revisores científicos” que en el post anterior me tacharon, por decirlo de alguna manera, de poco riguroso.

Creo que, por su complejidad, no hay quien lo sepa todo sobre el entrenamiento, ya que esta actividad aúna aspectos de ciencias tan dispares como las biológicas, la pedagogía, la psicología o la mecánica. Sin necesidad de ser un especialista total en ninguno de ellos, el entrenador debe conocer con la mayor profundidad que le sea posible las partes de estas ciencias que afecten a su trabajo para poder manejarlas y gestionarlas del mejor modo posible en la práctica. Insisto, en la práctica, en el campo, no en el laboratorio ni desde la teoría. Y ahí, en el campo, basándose en tanto en su experiencia como en la permanente reflexión acerca de la misma, el buen entrenador tiene que fiarse a menudo de la intuición para engranar de la mejor manera posible sus conocimientos teóricos y optimizar así su aplicación práctica. Poco conocedores del contexto del entrenamiento, a algunos especialistas en las materias antes citadas a veces les cuesta entenderlo y por ello en determinadas ocasiones el choque con ellos es inevitable.

Por supuesto, si el (buen) entrenador tiene medios en su entorno, puede que trabaje con un equipo multidisciplinar de colegas (médico, fisioterapeuta, psicólogo…) pero nunca podrá delegar en ellos su responsabilidad y a él le corresponderá siempre en última instancia tomar las decisiones importantes.

Por todo esto, a mi juicio, el primer y más importante investigador en materia de entrenamiento deportivo es el propio entrenador ya que día a día experimenta individualmente con cada uno de sus pupilos desde su bagaje vital, científico y no científico, y desde la responsabilidad que conlleva empujar seres humanos hacia sus límites.

Soy una persona que admite bien la crítica de mis colegas por lo que de ella pueda aprender, sin embargo pienso que la crítica vacía, la crítica por la crítica, aunque legítima, no aporta nada no solamente a mí, sino sobre todo a los lectores. No acostumbro a responder a ese tipo de críticas pero hoy quiero comentar las últimas aparecidas en el post anterior. Por lo que entiendo de lo que dicen, quienes las realizan piensan que mi actitud es poco científica por decir que tengo ciertas intuiciones acerca de hechos que observo en mi entorno. Ahí va mi opinión para que sirva de declaración de intenciones:

1. No discuto el saber científico, sencillamente no creo que sea ni deba ser la única guía para un entrenador. Tampoco lo es la intuición, la cual, basada en la experiencia (reflexionada) no se puede despreciar tampoco sin más.

2. Por otro lado, no me fío –como hacen cada vez más científicos- de todo lo que publican las revistas científicas. Creo que se ha creado un sistema perverso en torno al mal llamado “factor de impacto” de dichas revistas, que ha hecho que muchas publicaciones sean un fin en sí mismas y no un medio de aportar conocimiento a la sociedad. Esto no lo digo solamente yo, lo dice, entre otros, Randy Schekman, el último premio Nobel de medicina. 

3. Creo que ningún entrenador debería renegar de aquellas intuiciones que sean el fruto, siempre imperfecto eso sí, de su experiencia y su formación académica/científica (desde luego, yo no pienso hacerlo). A mi modo de ver, es en la integración total de estos dos conceptos, la experiencia (insisto: y la reflexión permanente que debe acompañarla) y la formación, donde reside la sabiduría de los mejores entrenadores. Una y otra no se excluyen, es justo lo contrario.

4. Un comentarista del post anterior comentaba muy acertadamente: ¿Qué son las hipótesis de las que parten los estudios científicos si no especulaciones, intuiciones, conjeturas…?

Los pies de Bikila no es ni pretende ser un blog científico sino un espacio divulgativo, respetuoso con los conocimientos científicos, que mejore los hábitos saludables de nuestros lectores en torno al running. Me parece un error valorar las entradas de este blog como si de un artículo científico se tratara. Además, creo que mis “revisores científicos” tampoco aciertan al argumentar la falta de solidez científica de mis argumentos, ya que no se han presentado en una publicación científica. Me parece obvio que cuando uno habla de sus experiencias e intuiciones no va contra la ciencia ni reclama que sus palabras sean consideradas como si fueran científicas. En cualquier caso, durante el pasado post, por si acaso, procuré escrupulosamente no realizar afirmaciones categóricas sino que utilicé expresiones del tipo “es muy posible que…” o “puede que…”siempre dejando la puerta abierta a que eso pueda no ser así.

Lo que me apena de este asunto es que personas con formación (porque imagino que quién haga una crítica semejante debe tenerla) se limiten a tratar de incendiar los comentarios del blog en lugar de aportar sus conocimientos, desde la crítica basada en sus estudios científicos o sus experiencias profesionales. Tal y como comenté en los inicios de este blog, me gustaría que los pies de Bikila fuera un espacio en el que entre todos fuéramos capaces de generar criterio en nuestros lectores aportando lo mucho o lo poco que sepamos (o creamos saber) y aprendamos lo mucho que a todos nos falta por aprender; de vosotros depende.

Pasa por el taller al menos una vez al año

Por: | 03 de enero de 2014

ErgoespirometriaA pesar de lo informal del título, el presente post está lejos de ser una frivolidad, todo lo contrario. Lo aeróbico -el running, el spinning, el triatlón- está muy de moda por razones muy diversas que van desde el reto personal a la necesidad de controlar el peso corporal pero resulta un tanto alarmante la cantidad de noticias de muertes súbitas que ocurren en las diferentes carreras que se desarrollan en España, las últimas en días pasados.

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Lección técnica nº 3: ejercicios básicos de técnica de carrera

Por: | 27 de diciembre de 2013

Bikila

Lo prometido es deuda y terminé la entrada anterior comentando que la siguiente estaría dedicada a algunos ejercicios básicos de técnica de carrera especialmente dedicados a los corredores “pendulares” que quieran dejar de serlo.

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Los pies de Bikila

Sobre el blog

Correr no solo consiste en ponerse unas zapatillas y moverse. La realidad es que casi nadie corre correctamente de forma natural. En este blog queremos que los aficionados a la carrera aprendan a correr correctamente, a entrenar de la mejor manera posible y a prevenir las siempre inoportunas lesiones, para optimizar los beneficios del ejercicio.

Sobre el autor

Carlos Alberto Cordente. Doctor en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, exdecatleta internacional y actualmente profesor del INEF (Universidad Politécnica de Madrid), el autor es experto en atletismo y en actividad física para la salud. Aspira a aportar su granito de arena para que España se convierta en un país con una verdadera cultura deportiva (no solo del resultado deportivo) y, en este sentido, se declara enamorado de la ciudad en la que creció, Gijón, por ser, en su opinión, la ciudad más deportiva de nuestro país.

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