Tarde de tormenta, al fin. Las capas grises que cubrían las ciudades se disipan. Huele a lluvia y vuelve el frío. Último guiño del invierno que deja una tarde propia de café lectura. Voy a la estantería y los lomos amarillos de la colección deTintín me incitan. Los cigarros del faraón y, su conclusión, El Loto Azul son los elegidos. En un momento de la aventura, cuando Tintín intenta escapar de la policía japonesa, el periodista del mechón elige la bicicleta como medio de transporte. Y al verle huir, con Milú, a pedales, me he puesto a recordar cómics con bicicletas.
Mortadelo y Filemón, Bulma de Bola de Dragón, Spirou... en muchos tebeos aparecen velocípedos.
En algunos casos son un recurso humorístico, en otros un sorprendente medio perfecto para eludir un lío (situación parecida las ciudades modernas). A veces forman parte de la historia y en ocasiones son protagonistas. Caída de bici, tituó Etienne Davodeau su última y loada creación (editada en España por Ponent Mon). Utiliza la bici como símil de la infancia, de la familia y sus (des)encuentros.
Yehuda Moon va un paso más allá. Montó la Kickstand Cyclery, tienda de bicis de Ohio, y dibuja cómics. Como vive en bici (montando y en el trabajo) sus viñetas hablan de carriles, de baches, de consultas surrealistas, del ciclista ninja o de su antagonista el hipocondriaco. Crónicas diarias en bicicleta con bocadillos. Publicaba online y, ante el éxito, lanza un libro con sus ocurrencias bicicleteras desde 2008. Todavía quieda algo del invierno, todavía hay tiempo para encargarlo y pasarse una tarde leyéndolo.

p.d: Astérix y Obélix montaban en camello, volaban en alfombra e iban en carreta. En bici no recuerdo ninguna aventura.