Foto de Moeh Atitar
De Lavapiés a La Elipa atravesando El Retiro. Ese es el trayecto que la actriz Celia Bermejo mejor conoce de Madrid. Por lo menos el que más veces ha hecho sobre su "antigua pero nueva" Orbea blanca. Con ella también va a algunos castings para películas, obras de teatro o anuncios. "Hace poco rodé un spot con Tom Hooper [director de El discurso del Rey]", dice con un brillo en los ojos. Fernando León, Rodrigo García, Lluis Pascual o Azucena García son otros de los directores con los que ha trabajado. En sus 30 años de carrera ha hecho cine, teatro, cortos, actuaciones callejeras e incluso ha rodado con Pe. Sus papeles: republicanas, quinquis, putas, señoras fascistas, brujas o muchachas shakesperianas.
Su bici también roza las tres décadas; ella lleva pedaleando en ella seis meses. Se la regalaron. "Además de actriz doy clase de circo en la carpa de Carampa en la Casa de Campo. Un día, por el barrio, me encontré a uno de los chavales con su padre en la bici. 'Qué envidia me da', les dije. El padre me comentó que tenía un taller de bicicletas y que con unos cuantos restos me hacía una. A la semana siguiente apareció con la Orbea", rememora con emoción en su voz y un suave movimiento de sus brazos. No pedaleaba desde que era una niña así que la carretera le agobia. "Voy por las aceras", reconoce, "y por los pocos carriles bici que encuentro", añade. Fuerza y tenacidad. Las mismas que ha necesitado en su oficio. "Es duro", remarca desde una de las plazas de Lavapiés, su barrio. Aunque nació en Horcajuelo de la Sierra, se trasladó a la capital con siete años y desde hace más de una década tiene un piso en la zona más multikulti de Madrid. "Si me sale un papel protagonista en una serie lo termino de pagar", comenta medio en broma, medio en serio.
El año pasado no trabajó casi nada; la crisis. Pero ni en los momentos más duros ha querido renunciar a su pasión por los escenarios. "La primera vez que me subí a actuar supe que era lo que quería hacer", aclara. Por eso, en 1979, dejó la carrera de Psicología para meterse en la Real Escuela de Arte Dramático. Su familia no terminaba de entenderlo pero ella quería ser actriz. Lo demuestra posando y mostrando una expresiva sonrisa. Mirada ingenua, gesto duro, sonrisa brillante.
Cuando le dieron la bici le puso las luces, el timbre y una cestita. "Es reciclada", aclara. También es artista entre bastidores; en su rutina diaria recupera objetos o muebles y los transforma. Dibuja sobre pañuelos de seda, pinta cajitas de metal o engarza pendientes. No se pasa horas en Facebook ni descarga películas, "la pantalla grande es especial". Medianoche en París es la última película que vio en el cine; en los Ideal, casi sin salir del barrio. "La gente fantasea sobre lo peligrosa que es esta zona. No es una realidad. Hay algunos robos pero es un ejemplo de mezcolanza, vida y convivencia. Cuesta tiempo y esfuerzo pero el barrio es ahora un bullicio muy interesante".
Aunque es la primera vez que le hacen fotos con su bici tiene que marcharse. Va a pasar por Tabacalera, donde con la charanga toca el bombardino, y a prepararse el papel que rueda esta semana para Cuéntame. "Últimamente también estoy haciendo personajes para La República o Águila Roja pero tengo ganas de cine", agrega. Lynch, Campanella, Amenábar o Coixet son algunos de los directores con los que le apasionaría trabajar. Lavapiés está semivacío. Como el Sol ha caído, es el momento en el que los practicantes del Ramadán pueden comer y celebrar; las calles son de Celia.
Retratos en bici es una sección semanal de I love bicis que quiere reflejar la diversidad, en imágenes, de los ciclistas madrileños. Moeh Atitar, compañero periodista de El País y fotógrafo, lleva la cámara. La idea de la sección surgió tras la entrevista a Dmitri Gudkov, fotógrafo afincado en Nueva York, que, en febrero de 2010, empezó una serie de retratos a ciudadanos de la ciudad norteamericana con su bici. A cada imagen le pone el 'hashtag' #BikeNYC. Esto es, con nuestro estilo, #BikeMAD.