I Love Bicis

Todos somos 'commuters'

Por: Pablo León

12 ene 2012

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Commuter: persona que viaja diariamente una distancia considerable entre su lugar de residencia y su trabajo.

No existe traducción para este concepto estadounidense que deriva de los comienzos del ferrocarril en América. A mediados de 1800, el tren generó los primeros suburbios: pequeñas localidades alejadas de grandes ciudades como Nueva York, Filadelfia, Boston o Chicago pero gracias a las vías, bien comunicadas con las mismas. Como los usuarios realizaban viajes diarios a las urbes, la compañía ofrecía la commuted fare, una tarifa reducida o abono para los usuarios regulares. Con el tiempo, el coche, y su asociación con el desarrollo y el estatus social, se estableció como el vehículo perfecto para los commuters que conseguían disminuir el tiempo que invertían en el viaje. Antes del siglo XIX, casi la totalidad de los trabajadores vivían a menos de una hora de sus puestos de trabajo. En la actualidad, se considera afortunado a aquel que tiene menos de media hora de  trayecto para llegar a su oficina. Hoy en día, de una manera o de otra, todos somos commuters


En la cultura sajona el término está muy extendido; en Estados Unidos muchos trabajadores recorren cientos de kilómetros para acudir a su puesto de trabajo. Aunque en España, y en general en Europa, la idea no estaba tan aceptada, la cultura del ladrillo y las casas en las afueras la hicieron realidad. Alcalá de Henares está a 33 kilómetros de Madrid. María Jesús Martín vive muy cerca de la ciudad de Cervantes, en Azuqueca, un pequeño pueblo en dirección Guadalajara que en los últimos años ha crecido debido a su cercanía a Madrid. Su despertador suena a las 6.30. Abandona su hogar a las 7.00, tiene que estar sentada en su despacho a las 8.30. Por la noche, no llega a casa antes de las 20.00. Si se descuenta el tiempo de vacaciones, los recorridos anuales de Marichu, como la llaman, se resumen en un mes. “Si voy en coche y evito el atasco, puedo ir de puerta a puerta en media hora.  A lo que hay que sumarle unos 15 minutos para aparcar”, dice.

Con el commuting, como con el sexo o las horas de sueño, todo el mundo miente. Se dice que los médicos, cuando te preguntan cuánto bebes, duplican tu respuesta. Cuando un commuter dice: "Es una hora, de puerta a puerta", hay que sumarle veinte minutos. A la gente le gusta compararse y así se quejan o se jactan del tiempo que tardan en llegar a trabajar. Si su orgullo deriva de la miseria del viaje o de la eficiencia del mismo, exagerarán la longitud o brevedad de su recorrido. En España invertimos una media de 57 minutos en ir y volver del trabajo. Lo que implica un 3,5% del PIB en cuestión de tiempo, según un estudio sobre movilidad financiado por La Caixa de 2008.

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Una tarde cualquiera, Marichu cruza el vestíbulo de su oficina, en la zona de O´Donnell. Son las 18.30, tiene el tiempo justo para caminar hasta la parada de metro (10 minutos) y saltar en la línea 6 hasta la estación de Sainz de Baranda (seis minutos). Ahí cambia y continúa con un tren a Vicálvaro (16 minutos) donde se monta en el Cercanías. En el de las 19.05; si lo pierde tiene que esperar 15 minutos. Tras un recorrido de 33 minutos llega a la estación y camina un cuarto de hora hasta su casa. Por eso, y aunque tiene su viaje calculado, no puede entretenerse ni a tomar una caña, ni a mirar una tienda ni a sentarse un segundo.

Los commuters desarrollan aptitudes muy particulares. Una de ellas es controlar perfectamente el tiempo: el número de minutos que les lleva afeitarse, los segundos que necesitan para mirarse en el espejo, la demora entre dos estaciones concretas o lo que tarda un semáforo en cambiar a verde. Algunos, además, conocen a la perfección cuál es el vagón del metro que optimiza su viaje, ese que les permite salir lo más rápido posible en la dirección que desean. Así, cuando entran en la estación, caminan hasta un letrero, una marca de la vía o una mancha del suelo que les indica su posición. Marichu también lo hace. Ella no lo sabe pero es casi una commuter extrema; es decir, una persona que invierte noventa minutos o más en acudir a su trabajo. En Estados Unidos hay 3,5 millones, el doble que en 1990. Un colectivo que ha crecido a la sombra de los salarios de la construcción, las tasas de interés bajo y los préstamos sin límites. Son los oyentes de la radio, el público objetivo de las vallas publicitarias y algunos de ellos grandes consumidores de gasolina. Muchos no ven las noticias de las 21 porque no llegan a tiempo. 


Marichu acude a Madrid a trabajar porque cuando buscaba trabajo consideró que tendría más oportunidades en la capital. Al año se deja casi la mitad del salario de un mes (unos 800 euros) en abono transporte. Su sueldo no supera los 20.000 euros anuales y paga 71,30 euros mensuales por la tarjeta. Tiene el abono B3. Campaña del Metro de Madrid con precios de los billetes y salarios mediosLa zonificación tarifaria del transporte madrileño llega hasta la categoría E2 con la que se puede viajar a Guadalajara (a 60 kilómetros de la capital) o a Toledo (a 80 kilómetros), en Castilla La Mancha por 114,80 euros al mes. Y si existe es porque hay demanda. Una persona que reside en Toledo y viaja en coche a Madrid a diario, recorre 800 kilómetros a la semana; unos 3.200 kilómetros al mes y, según el modelo de coche y las maneras de conducción, 350 euros de gasolina.

Una vez a la semana, cuando Marichu llega a casa conduce hasta el centro comercial que tiene a cinco minutos. Hace la compra y cuando vuelve saca a pasear a su perro y junto a su marido cocina algo para cenar. Termina y se tumba en el sofá para ver un episodio de CSI, The Walking Dead o Águila Roja, según el día. Esa es su rutina; una síntesis de su vida. En ella se pueden ver las costumbres, las decisiones y los valores que primaron en un individuo a la hora de decidir dónde vivir, en qué lugar trabajar y como relacionarse con la ciudad en la que habita. En este caso, el tiempo es la moneda de cambio: cuánto se gasta y cómo se invierte revela mucho acerca de lo que cada uno cree que vale la pena en la vida.

Hay 19 Comentarios

No sabia que commuter significaba eso! Tengo una ebici que se llama Commuter, ahora entiendo todo! jajaj
La commuter es una bici electrica que se pliega y la puedes llevar en el metro/tren/bus, a trabajar.. etc a mi me va genial, es esta http://www.efimarket.com/tienda/ebici-commuter

....buenas, he intentado encontrar una via de contacto con l@s autor@s pero no la ví. os dejo dos enlaces interesantes sobre el origen del carril bici en holanda:
http://www.medioambiente.org/2012/01/historia-de-los-carriles-bicis.html
y de "bicimáquinas" en guatemala por si quereis hacer un post....
saludos

@krmakrma

Vivienda y lugar de trabajo no siempre pueden estar cerca. No todos trabajan en zonas donde vivir puede ser agradable. Imaginen vivir cerca de un polígono, cerca de un aeropuerto o al lado de un muelle de carga de un puerto, hay personas que tienen trabajos en zonas poco agradables para vivir y no es tanto la distancia como el medio de transporte y el tiempo empleado. Dichoso el que puede permitirse pillar la bici o las piernas para ir al trabajo en menos de quince minutos.

María, por supuesto tienes razón, la vivienda está por las nubes, pero lo que quería decir es que si sacrificas la idea de propiedad resulta que de alquiler puedes vivir más cerca de tu trabajo y tu vida puede ser diferente. Yo así lo he hecho y de sufrir para ir al trabajo por la mañana he pasado a disfrutar de un paseo ciclista todas las mañanas. Un saludo.

Yo vivo y trabajo en el centro de Barcelona, y tardo entre 8 y 10 minutos en llegar al trabajo en bici, dependiendo del tráfico de bicis y si me toca alguna lenta delante.

El año pasado vivía en otro sitio, y el trayecto en bici eran unos 30 minutos, pero me compensaba igualmente el ejercicio y además era el camino más rápido.

En todo caso me siento muy afortunado.

“Si voy en coche y evito el atasco, puedo ir de puerta a puerta en media hora. A lo que hay que sumarle unos 15 minutos para aparcar”,


Como se autoengaña la gente

Si se apoyara el desarrollo empresarial en pequeñas y medianas ciudades esto no pasaría.

Tendríamos pequeña industria en ciudades como guadalajara, ávila o Soria. La gente podría vivir en el centro de estas ciudades, y no perdería años de su vida en esos largos desplazamientos. Pero nuestros queridos gobiernos y empresas se centran en montarlo todo en Barcelona y Madrid.

Por otro lado, está la cuestión de la velocidad de la bici. Tuve una experiencia gratificante hace unas semanas: http://elciclistaurbano.wordpress.com/2012/01/05/cambiar-las-costumbres/
Los de Londres tienen una tolerancia increíble para largos "commutes". Tengo amigos que viven allí y llaman para quedar, dejando hasta 90 minutos para el viaje para quedar a tomar un té. Con la bici he perdido esa paciencia.

Además del cálculo de kilómetros y dinero para el coche, también podrías haber hecho un cálculo del coste ecológico, en CO2. 3200km * 200g/km = 640kg CO2 sólo para este desplazamiento, que son casi ocho toneladas anuales en emisiones, dos veces y medio lo que se considera "sostenible" para las emisiones de una persona.

Sobre lo de los pisos no hablo de compra, hablo de alquiler.

Una de las razones por la que la gente vive en las afueras es que los pisos del centro suelen ser o antiguos o caros, por lo que la opción si queremos mantener el nivel (alto) es irse fuera.
Mi caso es contrario, vivo en el centro (habitación en piso compartido) y me desplazo a Tres Cantos. Mi razón para no irme a vivir allí es la temporalidad de mi trabajo; no quiero tener que estar haciendo mudanzas constantemente...
De todos modos, no me quejo. Hay trayectos dentro de las capitales en transporte público que también te llevan media hora y creo que es un tiempo considerable. Igual que en mi pueblo de origen en Asturias: ir a Gijón o a Oviedo te quita 45 minutos en coche, algo más en transporte público.

Hay un montón de gente que deja el ecoche y se va en eléctrica y tarda menos (y la amortiza en muy pocos meses)... también hay quien se compra una plegable y hace un mixto de tranporte público y bici.
http://bicicleta-electrica.blogspot.com/

@Maria Cuanto te ahorras? Si vives en Madrid y trabajas en Madrid no vas a necesitar coche...400€ que te ahorras. Tantisimo te ahorras vivendo en el quito cuerno? El tiempo que pierdes de alguna forma tambien lo tienes que valorar.

No, mira, Pablo, no es que el término esté muy extendido en la cultura sajona sino que se utiliza mucho en el vocabulario de los sajones, que es distinto. Mientras otros dicen que les lleva una hora llegar al trabajo, los sajones, por seguir el ejemplo que propones, le ponen un nombre, que ya existía, a eso: commuters. Eso es todo, no quieras hacer una montaña de un grano de arena, como haces siempre. Explícame cómo alguien puede recorrer cientos de kilómetros cada día para ir a su trabajo. Si es en avión me vale. El párrafo de las mentiras me ha llegado al alma, es inmejorable. Estoy con Carlos V. María, no tengo ni pajotera idea de por qué vive la gente en las afueras, pero tal y como se están poniendo las ciudades de catetas yo estoy por decidirme uno de estos días.

Yo ya me estoy cansando del Madridcentrismo, si no te gusta esa vida, vete a las provincias, y si crees que aqui no hay futuro es que no has buscado bien.

Fdo: Un Manchego cansado y Ciclista, que vive en la quinta ciudad Española donde mas se usa la bici.

carlosv, el alquiler no está precisamente barato en Madrid capital, por eso mucha gente no tiene más remedio que vivir a las afueras ¿o crees que lo hacen por gusto?

yo no encajo en ninguna estadistica.... ¿seré raro?

¡Qué stress, xDios!
La solución es el alquiler, nada de gastarse tus ahorros de toda la vida para comprar un minipiso a 20km, vives cerca del trabajo y ganas una hora todos los días y si te trasladan, te trasladas a vivir cerca del nuevo curro. Y ya si usas la bici, puedes vivir a 5 km del trabajo y te das unos agradables paseos todos los días.

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Sobre el blog

I love bicis se acerca a la realidad de la bici urbana, sinónimo de modernidad, responsabilidad ambiental y otro tipo de movilidad. Carriles bicis, políticas de desarrollo, alforjas para ir a la última o las luces más cool. Todo con ganas de reivindicar los pedales.

Sobre el autor

Paco Nadal

Pablo León es reportero y ciclista urbano. Escribe en El País desde 2009 y comenzó con la bici por las calles de Berlín, donde vivió varios años. Desde entonces, pedalea en cada ciudad por la que pasa. En 2010 arrancó este blog dedicado no solo a las bicicletas sino también a la movilidad y a los retos a los que se enfrentan las ciudades del futuro.

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