La mañana de Oliver empezó de lo más normal. Desayunó con sus dos hijas, se preparó, las montó en su bicicleta y se las llevo al colegio. Mientras circulaba, con las dos niñas en una bici con soporte homologado, se cruzó con un coche negro que llamó su atención. No le dio importancia y siguió su camino hasta el colegio en el que estudian las pequeñas, de cinco y dos años, de Pozuelo de Alarcón. Cuando horas después fue a recoger a sus pequeñas con su vehículo; en la puerta del colegio estaba apostado el mismo coche negro con el que se había cruzado esa mañana. “No está permitido llevar a dos menores en la bici”, le dijo uno de los policías secretas que se bajó del opaco vehículo mientras le pedía la ficha técnica de la bicicleta. Tras una discusión -no existe tal ficha o la obligación de llevarla- Oliver fue denunciado; falta leve. “Esto no es Dinamarca”, concluyó el agente su alegato.