Boston. Noche. Cinco treintañeros salen de un local de comida rápida. Mientras caminan por la calle, se cruzan con un retorcido aparcabicis, dañado semanas antes tras el impacto de un coche. Tras unos minutos de discusión, los cinco se enzarzan con los hierros. Un cuarto de hora después, el aparcabicis luce recto de nuevo. “Esa acción denota un impresionantes sentido de lo público”, comenta jocoso un edil del ayuntamiento de la ciudad estadounidense tras ver una grabación de circuito interno que registró la acción de los cinco hombres. Un gesto casi activista. El activismo en bicicleta posee muchas facetas. En ciudades agresivas con las dos ruedas, casi todo el que pedalea es un militante; en las urbes más amables, la militancia se demuestra mediante otros canales. En España, últimamente, el colectivo ciclista se ha sentido muy atacado. Su respuesta: organizarse y actuar más allá de los Me gusta en Facebook o los retuits. Así han florecido marchas, concentraciones o charlas en torno a los pedales.