“No puedes pasar con la bicicleta; no tienes plaza de garaje”, avisa el guardia de seguridad desde la puerta de acceso al parking de El País. Con cierto enfado, ese día aparqué la bicicleta fuera del periódico. Solo ese día. Tras varias visitas a diversos responsables, esa vieja mountain bike comenzó a pasar la jornada laboral en el interior del aparcamiento. En aquella época, mucha gente preguntaba los motivos por los que alguien se movía a pedales en una ciudad. Sostenibilidad, eficiencia, conciencia social, reivindicación ambiental, salud o economía eran algunas de las respuestas más comunes. En aquella época, ir en bici requería una aclaración. Cuando el periódico se planteó lanzar un blog sobre movilidad, una persona, que me había visto entrar y salir con la bici y que había oído varias veces las razones por las que la usaba, se acordó de mi. "Si queremos hacer algo relacionado con la movilidad y los pedales, que lo haga el pesado de la bici", debió de pensar. Han pasado tres años desde entonces. En el parking del periódico aparecen cada mañana varios velocípedos; en algunos barrios de grandes ciudades, se ha convertido en moda y en muchas ciudades, en norma. No solo moverse en bicicleta ha pasado a ser más normal en España sino que el mundo ha vivido un cambio de paradigma con respecto a la movilidad: la bicicleta ha encontrado su espacio.