De momento, la crisis, desde septiembre de 2008, se ha llevado por delante dirigentes o mayorías en 11 de los 17 países de la Eurozona, incluido a Zapatero en España. Aunque solo el resultado real cuenta, los sondeos, que se estrechan, apuntan a que el domingo podría añadir otra presa de importancia: Sarkozy en Francia. De hecho, fue Hollande el primero que puso en circulación la idea de “sentir llegar la ola”. Esta ola hace perder elecciones, más que las ganen otros. En Grecia, que también vota el domingo, el viento de la crisis habrá tumbado ya a dos jefes de Gobierno (o tres con el tecnócrata Papademos) y parece que va a dejar a los socialistas del PASOK reducidos. Y probablemente también por segunda vez en Holanda, tras la caída de Rutte, al retirarle el apoyo el islamófogo y antieuropeo Wilders. Pues el viento ya está creado una segunda oleada de caídas políticas.
Fuera de la Eurozona, la situación no es mejor. El pez más gordo en caer fue el laborista británico Gordon Brown, el que realmente llevó al batuta en el G-20 al principio y logró que la recesión entonces no se convirtiera en una depresión, algo que también consiguió Obama (pero a los políticos se les juzga más por lo que han hecho que por los males que han evitado). Berlusconi (como Papandreu) tuvo que dejar el Gobierno sin elecciones. Ha habido otros casos más pequeños (Rumania, Eslovaquia, etc,.), aunque algunos por escándalos internos. Excesos que se toleraban antes de la crisis, ya no los aceptan los ciudadanos. Tampoco en España.
El castigos de los electorados a los gobernantes, sean del signo que sean, a falta de generales, se ha producido también en elecciones municipales y regionales. Ocurrió en España el 20 de mayo de 2011 que presagió la derrota del PSOE el 20-N. En Francia, el partido de Sarkozy ha venido perdiendo municipales y regionales. Los conservadores de Cameron (y más aún sus socios, los liberales de Clegg), según las proyecciones nacionales de la BBC, sufrieron ayer un castigo en las municipales británicas.Un voto contra los recortes, aunque con una baja participación.
Más lejos, también el viento levantó olas, de forma repetida. Pues si la caída de Lehman Brothers impulsó definitivamente a Obama y a los demócratas en EE UU en las elecciones de noviembre de 2008, dos años después, ya como responsable al frente del país, el Presidente perdía la mayoría en el Congreso. Y de cara a noviembre próximo Obama no tiene aún asegurada su relección, ni los demócratas el Senado ni la Cámara de Representantes.
Naturalmente cada caso es diferente. Cuenta la idiosincrasia de cada candidato, de cada sociedad y del efecto de la crisis en ella. Pero está claro que el que está en el poder, lo paga políticamente. Hay pocas excepciones. La principal, en Europa, es la de la propia Merkel en Alemania, que ganó en 2009 aunque para gobernar con otra coalición, con los liberales en vez de con los socialdemócratas. Sin embargo, ha ido perdiendo una elección regional tras otra. El otro gran superviviente es el conservador social Fredrik Reinfeldt en una Suecia, que vivió anticipadamente su crisis financiera. La izquierda socialdemócrata se siente más tocada por varias razones que ya hemos examinado, pero, sobre todo por la idea de que ha tenido que traicionar sus principios en la gestión de esta recesión en dos etapas. Pero la rueda gira. En Rumanía, el socialista Victor Ponta se ha hecho con el Gobierno.
En estos años, los electorados han entendido, según demuestran diversas encuestas, la necesidad de la austeridad. El principio lo ha apoyado más de un 60% en España, tanto en tiempos de Zapatero como de Rajoy. Pero cuando se desgranan los recortes concretos, entonces el rechazo es notable. Y en los últimos tiempos parecen haber girado el viento, haciendo crecer un rechazo a unos recortes cada vez mayores. Lo están entiendo (casi) todos los Gobiernos.
En Irlanda, donde hay una rebelión fiscal contra el nuevo impuesto sobre la propiedad inmobiliaria (es uno de los pocos países de la UE donde no existía) es el Sinn Fein exbrazo político del IRA, el que más capitaliza el rechazo al Pacto Fiscal europeo que se someterá a referéndum el 31 de mayo (aunque esta vez sin que tenga derecho de veto) . De momento va ganando el sí, pero Sinn Fein se ha convertido, en intención de voto, en el segundo partido.
El aspecto positivo es que la crisis ha llevado a que se hablara mucho más de la Unión Europea y de algunos de sus países en cada una de las sociedades, y en las demás. Las presidenciales francesas se están viviendo fuera de Francia como unas elecciones de alcance europeo. La crisis habrá tenido ese efecto no buscado de crear un espacio de debate público europeo. Hay que aprovecharlo.
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