Puede que la actual situación no sea la mejor para plantearlo, pero "una gran crisis es como una inspección: expone las fallas de un sistema social y promueve la búsqueda de alternativas", señalan Robert y Edward Skidelsky. Además, explican, es necesario diferenciar entre las medidas a corto plazo para salir de esta depresión, y las políticas a largo plazo para lograr la buena vida. Robert Skidelsky es hstoriador y magistral biografo de John Maynard Keynes. Edward, hijo suyo, es filósofo y sociólogo. Su refllexión conjunta es más que oportuna. Pues sin querelo, la crisis está llevando a nuevas pautas de consumo que pueden poner en duda ese principio, reciente, en el que se ha asentado la economía occidental, y probablemente su mayor éxito exportador: el consumismo. De hecho, somos la primera civilización humana basada en el crecimiento económico y en ese consumo desaforado.
El libro de ambos, How Much is Enough? Money and the good life, no es un alegato medioambiental. Se abre con un cita de Epicúreo: "Nada es suficiente para el hombre para el cual suficiente es demasiado poco". De hecho, la reflexión parte de un estudio de Keynes, "Las posibilidades económicas de nuestros nietos", redactado en lo esencial poco antes de la crisis del 29 y publicado enseguida después. En él, el maestro calculaba cuanto era suficiente para vivir bien: entre cuatro y ocho veces el ingreso medio en sus tiempos y en su sociedad, lo que equivaldría, según los Skidelsky, a unos 40.000 euros anuales en poder adquisitivo. Aunque hoy nos parezca difícil concebirlo, el capitalismo de entonces no giraba en torno a un consumo desenfrenado y siempre creciente. De hecho, Keynes creyó que se estaba acercando la era en la que el ser humano podría empezar a trabajar menos y llevar una buena vida en un sentido aristotélico. Se equivocó, y los Skidelsky intentan explicar por qué.
El problema no ha sido el consumo, sino su exceso, la insaciabilidad, antes una aberración de los ricos y ahora un lugar común. que solo ha quedado en suspenso por la crisis. Quizás lo único bueno que aporte sea enseñarnos a valorar que no es necesario consumir tanto, sino consumir mejor. "Decir que mi propósito en la vida es hacer más y más dinero es como decir que mi propósito al comer es engordar y engordar", señalan los autores para los cuales la economía de libre mercado desbridada pone en manos de los empleadores el poder de dictar las horas de trabajo e incendir en nuestra tendencia a un consumo competitivo llevado por el status.
Es un sistema que, además, confunde el tiempo libre y la distracción con el consumo. Hubo unos conocidos grandes almacenes británicos que anunciaban: "Voy de compras, luego soy" (I shop, therefore I am). Los Skidelsky recuerdan esa "terapia del por menor", según la cual algunas depresiones supuestamente se resuelven yendo de compras. El problema es que este capitalismo abona la insaciabilidad, "vive de la expansión sin fin de los deseos". Por eso muchos lo odian. Porque nos ha dado una riqueza sin precedentes (a muchos, a una mayoría, aunque haya cientos de millones de personas en el mundo que no llegan al mínimo necesario , y en nuestra propia sociedad la pobreza está en aumento pero nos ha quitado el principal beneficio de la riqueza: la conciencia de tener lo suficiente. "Ha logrado un progreso incomparable en términos de creación de riqueza, pero nos ha dejado incapaces de usar esa rioqueza de manera civilizada", señalan los autores, que, por otra parte, defienden la idea de una renta básica, no mínima.
Este capitalismo está basado sobre un pacto faustiano: Se dio libertad a los males de la avaricia y la usura, pensando que, al haber sacado a la humanidad de la pobreza, se retirarían para siempre. No fue así. Contaminaron nuestra alma. Los Skidelsky abogan porque el Estado abandone esa neutralidad que entrega a los guardianes del caopital el poder para manipular el gusto público en su propio interés. Para ellos, el principio de la solución estriba en abordar la cuestión de la escasez, central al pensamiento enconómico, en términos de necesidades, no de deseos.
Podemos, debemos, limitar nuestros deseos a nuestras necesidades, aunque no haya un acuerdo sobre éstas. Arístóteles ya lo planteó, con una visión de lo que debe ser la buena vida, un concepto que ya no forma parte del debate público en occidente. Somos la única civilización que ha hecho de la insaciabilidad su centro y que lo está convirtiendo en un elemento universal.
Pero la definición de los Skidelsky de la buena vida la dejaremos para otra ocasión. De momento, conviene quedarse en que "la búsqueda sin fin de la riqueza es una locura".
Un resumen del planteamiento de este libro puede encontrarse en un artículo que publicaron el Financial Times, y en una conferencia del biógrafo de Keynes en la London School of Economics.
Hay 9 Comentarios
Magnífico el artículo sobre las neuronas-espejo y la revolución "neuro-" aún en pañales...
http://enjuaguesdesofia.blogspot.com
Publicado por: zenon de pelea | 19/08/2012 18:23:09
Buen artículo Sr.Ortega, mesurado y claro. En efecto, todos los excesos son malos. La sed insaciable de sexo, riqueza y poder conduce a la destrucción de la ética, lo inmoral. Del mismo modo, la apatía acerca de los valores conduce a la ausencia de ética, lo amoral. Creo que la mejor enseñanza social es el justo medio, ni mucho ni poco, ni ricos ni pobres. Quizás suene a quimera pero tal es la vida, un eterno soñar, soñar sobre qué... sobre cómo reír, cómo bailar, cómo comer, cómo vestir, cómo dormir, cómo amar. Es importante señalar que el vocablo "cómo" comienza con co, compañerismo.
Publicado por: RAMÓN | 17/08/2012 19:10:06
No es solo una cuestión de si nos excedemos en nuestro afán de ganar más dinero, o de consumir más, es que eso, entre otras cosas, nos ha llevado a una especie de anestesiamiento colectivo donde la solidaridad y la generosidad tienden a cero mientras cada uno busca instalarse en su propia burbuja de pseudo felicidad privada. Recomiendo leer:
http://www.otraspoliticas.com/politica/%c2%bfjugamos-a-la-bolsa-o-a-la-sociedad-civil
Publicado por: Carmen Sánchez | 16/08/2012 9:16:25
Cuando puedan dejar de consumir, me informan como lo hicieron se los sabria agradecer.
Publicado por: lina antonia | 14/08/2012 4:40:15
Brillante artículo, inteligentes fuentes.
http://rick-casablanca.blogspot.com.es/2012/08/16-provincias-y-3-regiones-en-1.html
Publicado por: Manuel Carmona Rodríguez | 13/08/2012 18:47:23
Al respecto dejo este enlace, resumen en Público del libro del antropólogo Graeber, ideólogo de Occupy Wall Street sobre la tiranía de la deuda y sus implicaciones morales:
http://www.publico.es/culturas/440873/la-tirania-de-la-deuda-en-el-imperio-de-los-acreedores
La contrapropuesta a esta misma idea, la del libro "Los enemigos del mercado" del anarcocapitalista Escohotado: donde Graeber dice tiranía, aquí deuda significa confianza, riqueza y progreso.
¿Con cuál de los dos están los tiempos...? ¿En algún momento ocurrirá el borrón y cuenta nueva de la deuda como a lo largo de la historia de tantos sistemas económicos durante milenios...?
http://enjuaguesdesofia.blogspot.com
Publicado por: zenon de pelea | 12/08/2012 15:29:33
Cada uno tenemos que encontrar nuestra vía individual hacia el menor consumo, intentando respetar nuestros intereses y gustos. Explorar nuestro entorno para descubrir las oportunidades que nos ofrece.
A mi siempre me ha gustado hacer deporte y leer. Iba al gimnasio y compraba libros. Desde hace más de un año me di de baja en el gimnasio, corro y hago algunos aparatos que hay en un parque no muy lejos de mi casa, y he descubierto que me gusta más estar al aire libre que ir al gimnasio. Desde hace 2 años no compro libros, sigo leyendo mucho pero siempre de la biblioteca pública.
Ahora estoy pensando en cómo hacer realidad un pequeño proyecto de huerto urbano que me facilite verduras, legumbres y frutas.
La obsesión por comprar ya no tiene sentido, hay miles de millones de nuevos compradores en China y demás países emergentes y no hay todo para todos.
Publicado por: tipillo | 12/08/2012 12:07:19
De acuerdo con los objetivos y el marco de referencia (debemos consumir menos porque no necesitamos tanto, nos estamos cargando el planeta y trabajando más de lo que deberíamos (aun que las cifras de la EPA digan lo contrario). Al margen de lo planteado pienso que no debe ser el Estado el agente de ese cambio sino 'el pueblo'.
La acción colectiva empodera y hace sentir a aquellos que son partícipes de la misma la dignidad que falta a quien depende de la voluntad ajena para ser persona. El Estado no debe formar parte de eso sino abrir la puerta a algo asi. A que existan formas colectivas de acción mediante las que se pueda planificar el consumo (no estoy hablando de planes quinquenales sino de reutilización, cooperativas de consumo que eviten intermediaciones, planificación por cuadras o barrios de las formas de reducción del consumo energético de edificios, etc). Creo en la toma de control colectiva de nuestros deseos por la misma razón que el que hace dieta sólo tiene menos posibilidades de éxito que el que va a un grupo de esos de la obesidad.
Además con la open source y el open acces es posible la generación de procomún en torno a una austeridad satisfactoria (digámoslo así). La generación de conocimiento basado en la acción colectiva de muchos grupos.
Además de la generación de conciencia que conlleva la acción colectiva recordemos que en paralelo se genera un nuevo tipo de inconsciente, a mi me gusta pensar --un poco inocentemente, supongo- en un nuevo tipo de fetichismo de la austeridad.
Donde sí que creo que el Estado debería intervenir es a modo de membrana entre la oferta y la demanda de trabajo para que efectivamente fuera respetada la libertad de los empleados de ofrecer el número de horas que realmente quieren ofrecer.
Dado que tenemos que convivir con los mercados.
Publicado por: abilio | 12/08/2012 9:27:07
Me encanta lo de "Decir que mi propósito en la vida es hacer más y más dinero es como decir que mi propósito al comer es engordar y engordar"
Salud y pedal
http://bicicleta-electrica.blogspot.com/
Publicado por: Bicis eléctricas | 11/08/2012 21:17:14